Ilustración de Carmen Pena Espiño
—Esto es Democracy At Last, y yo soy Amy Goodwoman. Hoy comenzamos el programa conectando en directo con las oficinas de Naciones Unidas en Ginebra, Suiza, donde se acaba de abrir el plazo para la presentación de propuestas al concurso de ideas para reemplazar al fallecido sistema capitalista. En Ginebra está nuestro corresponsal, Gustavo Beengreen. Buenos días, buenas tardes para ti. ¿Qué ambiente se respira en Naciones Unidas en este día histórico, Gustavo?
—Hola, Amy. Pues aquí se respira una enorme expectación. La ventanilla para recibir a las primeras personas con sus propuestas se ha abierto hace pocos minutos… Ha habido gente que ha estado acampada toda la noche a las puertas del edificio de la ONU para coger sitio y van ya haciendo entrega de sus propuestas en ventanilla. Afuera, en el exterior del edificio, cientos de fans están comenzando a animarse, con banderas rojas, negras, verdes, lila, wipalas… coreando sus proclamas y gritos de apoyo… Podemos acercarnos para escuchar algunas, si te parece.
—Claro, adelante, Gustavo…
—Change the system, not the climate!
—…unido jamás será vencido!
—…o bella ciao, bella ciao ciao ciao…
—Eat the rich!!
—…les forçats de la faim! La raison tonne en son cratère… C’est l’éruption de la fin…
—Bueno, no hace falta traducirlas. Todo el mundo habrá reconocido esta última melodía… La Internacional… Son los fans de Karl Marx, que precisamente ahora se dirige a la puerta de salida… una vez ha depositado su propuesta en la ventanilla. Vamos a ver si podemos hablar con él… ¡Herr Marx, Herr Marx! ¿Qué expectativas tiene después de entregar su propuesta para sustituir al capitalismo?
—Bueno, bien, ha tardado pero al final el capitalismo se ha consumido en sus propias contradicciones… ¡Pero ya le ha costado al muy cabrón! Vamos a ver si tenemos suerte en el concurso y gana el socialismo.
—Pero ¿no cree usted que después de tantos años defendiendo usted lo mismo, su propuesta ha perdido… no sé… un poco de frescura? ¿No cree que el jurado buscará algo más nuevo, más actual?
—Lo puede ver usted así si quiere, pero creo que el jurado sabrá valorar la solidez de la experiencia. No es poca cosa sustituir al capitalismo, camarada… como para andarse con experimentos, que mejor hacerlos en casa con gaseosa y cerveza bávara.
—Pero también habrá quien diga que esa experiencia no juega precisamente a su favor… que si Stalin, los jemeres rojos, el Gulag, la Stasi, los peinados de Kim Jong-iI… Todo eso no le va a proporcionar muchos votos que se diga.
—Primero tendrán que probar que el peluquero de Kim-Jong era socialista, cosa que dudo mucho. Lo nuestro de verdad son las barbas y las barbas están de moda, eso no lo podrá negar, es un plusvalor seguro. Contamos con el voto masivo por Internet de todos los hipsters.
—Y ¿nos puede adelantar algo del contenido concreto de su propuesta, darnos algún detalle? ¿Es más “socialismo descalzo” o “socialismo con botas militares”? ¿Es más “desarrollo de las fuerzas productivas” o más tipo naródniki?
—Amigo, no me ponga en un aprieto, que ahí afuera me esperan cientos de sindicalistas… Ejem, disculpe. Un saludo a la audiencia y… ¡hasta la victoria siempre!
—Danke, Herr Marx! …Bueno, ya hemos escuchado al primer concursante, Amy, sus primeras impresiones tras entregar su carpeta en ventanilla. Vamos ahora si te parece a hablar con algunas otras personas de las que siguen haciendo cola. Hablando de barbas… Estoy viendo a Kropotkin, si no me engaño…
—Hola, su alteza. ¿Ha venido a presentar su propuesta de apoyo mutuo al concurso?
—¡Ay, hombre, déjate de altezas, que pareces del Hola! No, yo mi apoyo se lo he venido a dar al compañero Bakunin, que está ahora en ventanilla.
—¿Creen ustedes que tienen algo que hacer con su propuesta anarquista en este concurso al que se presentan alternativas tan veteranas y con tanta experiencia a sus espaldas como la de Marx?
—Bueno, si es por veteranía… a ver cuál tiene la barba más larga, el amigo Marx o nosotros… Y nosotros tampoco carecemos de experiencia, precisamente. No me hará usted recordarle la Revolución Española en 1936… Ya sé que el currículum de Marx tiene más páginas que el nuestro, pero aquí no se valoran al peso. Y además, a nosotros no se nos cayó ningún muro encima, que construimos cositas más modestas, pero con buenos cimientos. En cualquier caso… que gane el mejor, digo yo.
—Veo que se lo toman con deportividad. ¿Han quedado aparcadas las rencillas que tuvieron en la Primera Internacional?
—Mire usted, si es que al final el viejo Marx nos va a acabar dando la razón. Apuesto a que lo que acaba de presentar en ventanilla se parece más al comunismo libertario que a sus trasnochadas ideas de jerarquías y de vanguardias y dictaduras del proletariado… ¡Pero si el proletariado está en vías de extinción, y se lo digo yo que soy zoólogo! Aunque no lo reconocería nunca en público, aquí el Mijaíl y yo le entramos con lo de la vía campesina al comunismo y le hemos acabado aficionando a leer a Lynn Margulis y a Donella Meadows …y ¡hasta a Carlos de Castro! Yo comprendo que él tiene que mantener sus apariencias ante sus hooliganskiy más veteranos, pero es que su estilo ha evolucionado con los siglos y ahora le va más la dinámica de sistemas y la ecología que los rollos aquellos que se metía con Engels. Al final, gane él o ganemos nosotros, seguro que nos acabamos entendiendo… ¡Es la simbiosis, amigo!
—Bien, parece que Bakunin ha terminado, así que dejamos al príncipe que vuelva con su compañero y nosotros nos vamos a charlar con otros dos veteranos… que han venido acompañando a sus nietas, parece.
—…Sí, hola, estamos muy orgullosos de ellas.
—Disculpen pero no les reconozco… ¿ustedes son conocidos en este mundillo?
—Hombre, a mí no me conocen más que cuatro gatos, pero el viejo cascarrabias de Murray algo ha pintado por ahí… Que te cuente él.
—Sí, bueno, yo soy el inventor del ecologismo político y del municipalismo libertario y tal.
—Ah…
—Vamos, lo que te quiere decir el Murray es que él es un renegado del marxismo al que tampoco entienden los anarquistas. ¡Ja, ja, ja!
—¡No jodas, Ted, como si alguien entendiese tu “vía de la simplicidad”!
—Hombre, pues simple… es bastante simple, la verdad. Y algo mejor que tus ensoñaciones tecnooptimistas ya será…
—No me salgas otra vez con lo mismo, que allá en Australia como vivís cabeza abajo se os acumula la sangre en la cabeza y no decís más que tonterías. ¡Mira tú el confederalismo democrático, eh! ¡Ya te gustaría a ti haber inspirado algo así!
—Ah, ya entiendo: son ustedes Murray Bookchin y Ted Trainer, ahora caigo. Y estas chicas… son del Kurdistán y de Chiapas, ¿verdad?
—Sí, es que nos salen nietas por todas partes… Algo habremos hecho bien, ¿eh, Teddy?
—Bueno, pues muchas gracias… y mucha suerte en el concurso a sus nietas. ¡Ya ves, Amy, que hasta los viejos gruñones están creando escuela! Y este señor mayor de aquí… ¿usted está con ellos?
—No, bueno… sí que vamos juntos a las excursiones a veces… pero yo me llamo Serge Latouche y traigo mi propia propuesta.
—¡Ah, Latouche! El decrecimiento, ¿verdad?
—Oui! Veo que conoce mi palabra obús.
—Sí, claro, dicen las quinielas que es uno de los favoritos…
—Bueno, no tiene mérito: era fácil… Si el capitalismo crecía y crecía hasta que se murió de un infarto, ¿cuál va a ser la alternativa? Pues hay que decrecer… c’est très simple!
—Algunos de sus competidores le acusan de que no tiene contenido, que no es más que un eslogan facilón con un caracol de emoticono.
—Ya lo sé, pero es pura envidia. Mira, precisamente aquí tiene el dossier que voy a presentar, con el escargot en la portada, oiu, mais… voilà! ¡2.500 páginas de propuestas que hemos preparado en la Internacional Decrecentista y de la Joie de Vivre! Y nuestros detractores ¿dónde están? ¿Los ha visto usted, eh?
—Disculpe un segundo, monsieur Latouche, me piden paso desde el estudio porque parece que hay una noticia de última hora. Sí, Amy, adelante.
—Sí, Gustavo. Precisamente en estos momentos Alexandria Ocassio-Cortés está haciendo unas declaraciones improvisadas ante los medios presentes en el exterior de las oficinas de la ONU para protestar por la inadmisión de su propuesta de Green New Deal en el concurso. Justo nos acaba de llegar a redacción un comunicado de la secretaria general de Naciones Unidas que dice (leo textualmente): “…ha decidido no admitir a trámite la propuesta denominada Green New Deal, por incumplir las bases del concurso para el poscapitalismo. Esta decisión es inapelable.” Por lo visto, Gustavo, se han limitado a meter el capitalismo en una carpeta de color verde y la han querido colar como poscapitalista. AOC ha convocado inmediatamente a la prensa y está realmente enfadada… nunca la habíamos visto así. ¡Hasta ha dicho un taco!
—Ya veo, Amy. Así que los del GND han intentado colar su propuesta y no les ha funcionado. Vamos a pedir la opinión de Serge Latouche ante esta noticia de última hora.
—Hombre, es que no sé cómo pensaban que a estas alturas les iba a colar el viejo truco de la carpeta verde. Ya los hemos visto ahí los primeros cuando han abierto la ventanilla esta mañana, que han debido pasar la noche acampados afuera, como si fuera el primer día de rebajas… ¡Y mira que se lo habíamos avisado nosotros una y otra vez… pero ni caso! ¡Tenían que venir a dar la nota y quedar en ridículo!
—Bueno, pues muchas gracias, monsieur Latouche. Vamos a seguir entrevistando a los participantes, Amy. A continuación vemos a una mujer… pero no tenemos claro si es una participante, porque ¡viene vendiendo rosquillas!
—Hello, I’m Kate Raworth.
—Ah, la creadora de la economía del dónut.
—¡Chssst! ¡No diga dónut, que es una marca registrada! Diga rosquilla.
—Veo que está repartiendo rosquillas en la fila a los otros participantes para hacerse publicidad. ¡Vaya, qué buen marketing!
—Sí, gracias… pero esos de ahí atrás no me han querido coger ni una. Son unos sosos.
—Díganos: su propuesta llegó de la nada, pero ha ido ganando enteros poco a poco hasta estar en boca de todos, nunca mejor dicho… ¿Cree que tiene alguna oportunidad?
—Claro que sí, a todo el mundo le gustan los dónuts… digo ¡las rosquillas!
—Corríjame si me equivoco: su propuesta parte de un suelo de necesidades sociales y un techo de límites ecológicos, ¿verdad?
—Así es, ¿a que es sencillo? ¿Quiere una de chocolate?
—No gracias, tienen muy buena pinta pero es que estoy de servicio. Quería preguntarle… ¿qué les responde a quienes le dicen que si ese techo baja mucho y el suelo sigue en el mismo sitio, nos vamos a dar un buen golpe en la cabeza?
—Bueno, pues habrá que agacharse, entonces.
—Bien, gracias… Mrs. Katewort. Vamos ahora con otra de las mujeres que está haciendo cola… ¡Esta sí que la reconozco! ¡Vandana Shiva!
—Namasté!
—Viene usted aquí en representación del ecofeminismo, imagino.
—Sí, de todas las mujeres y las niñas y de los diez mil seres de la creación, incluidos los árboles de mi pueblo.
—Nuestra audiencia se preguntará: ¿por qué una candidatura ecofeminista para suceder al capitalismo? ¿No sería mejor un proyecto conjunto… no sé… con los marxistas o con los anarquistas o..?
—Je, je… ¡Claro! Pero ¿quién le ha dicho a usted, amigo mío, que no es así? La influencia del ecofeminismo es como las labores de cuidados, que están ahí pero nadie las ve, haciendo de soporte a todas las demás. Nuestras amigas comunistas y anarquistas y decrecentistas y tantas otras… han metido el ecofeminismo en cada una de las propuestas que usted ve hoy aquí. Bueno, no en todas, claro.
—Ya, veo que mira usted ahí atrás en la fila… que parece que se ha formado un hueco… que no se quieren arrimar mucho a los otros participantes. Vamos a dejar a Shiva para ver… Ya comprendo: aquí tenemos, nada menos que a Adolf Hitler. Vamos allá. Esto… pues… Guten Morgen, Herr Hitler.
—Ja… guten Morgen.
—Su presentación a este concurso se venía anunciando desde hace mucho tiempo. Por lo que se dice, hay fuerzas muy poderosas que le apoyan como sustituto al capitalismo. Pero no se le ve muy feliz…
—Bah, la felicidad es de débiles. ¿Quién necesita ser feliz siendo ario? Nuestra raza superior prevalecerá, antes y después del capitalismo. ¡El IV Reich durará mil años! Heil Ich!!!
—Esto… bueno… pero ¿no cree que tiene mucha competencia? Hemos visto por aquí a Marx, todo un clásico de las alternativas al capitalismo, con bastante tirón popular… Han venido también los anarquistas, e incluso gente más joven inspirada por cuestiones ecológicas… que hoy día están precisamente en el centro del debate, como sabrá. ¿Qué propone el nazismo, por ejemplo, ante la emergencia climática?
—¡Usted es un ignorante! ¿No será de una raza inferior, gitano o judío o algo de eso? ¿Es que no sabe que Mein Kampf fue el primer bestseller ecologista? ¡La Madre Naturaleza es cruel! ¡No hay recursos para todos! ¡Se acaba el petróleo! Peak Oil Sieg Heil!
—Entonces, si nos puede usted adelantar, ¿cuál es la solución que ofrece su propuesta poscapitalista…?
—¿Cuál va ser, idiota? ¡La misma de siempre! ¡Todo problema tiene una solución, por mucho que lo niegue Antonio Turiel! ¡La solución al calentamiento global, al agotamiento de los recursos, a la paradoja de Jevons, a la de Fermi, a la cuadratura del círculo… todo tiene la misma solución: ¡la solución final! ¡Holismo puro! ¡Nos cargaremos a la mitad del planeta y la otra mitad la usaremos como biomasa renovable en los thermikslager!
—Intuyo la influencia de Thanos por ahí… Como no llega para todos, vamos a reducir la población del universo a la mitad, ¿no?
—Bah, ese Thanos es un principiante… El único que tiene alguna posibilidad de competir con nosotros es este caballero de aquí, el de la armadura. El feudalismo no está mal del todo, aunque se queda enano comparado con nuestro glorioso Reich.
—Bueno, en fin… gracias por atendernos… y esto… que tenga suerte… (y que sea mala, ahora que no me oye). Vamos a pasar precisamente al caballero de la armadura, que parece que nos hace un gesto con la maza de que no tiene muchas ganas de hablar… Bien, pues seguimos recorriendo la fila… ¡Anda, si aquí hay unos niños! Holaaaa… ¿qué taaal, chavales?, ¿os vais a presentar al concurso o habéis venido a acompañar a vuestras mamis y papis?
—¡Oye, a ver si te piensas que porque somos niños no tenemos propuestas propias!
—Sí, claro, perdón… no sabía que estaba abierto el concurso a menores de edad…
—Pues si no lo está tendría que estarlo, jopé, que vamos a ser nosotros los que nos chupemos todo el desastre que ha dejado el capitalismo. Así que hemos venido a decir cómo queremos que sea todo.
—Ah, muy bien. ¡Qué valientes! Y competiréis contra todos estos mayores…
—Sí, contra todos los que han hecho este lío. Los mayores nos habéis decepcionado… ahora nos toca a nosotras.
—Ah, y seguro que nuestra audiencia quiere saber cuáles son vuestros nombres, si vais a pasar a la posteridad. Por ejemplo, ¿cómo se llama esta jovencita concursante?
—Me llamo Gaia.
—¡Qué nombre tan bonito! Y ¿por qué crees tú, Gaia, que podéis ganar?
—Muy fácil. Porque no somos tan tontas como vosotros, y si nos explican bien cuáles son los problemas, es fácil buscarles una solución entre todas. ¡Hasta mi hermano de cinco años sabe que si te quedan pocas cosas, lo que tienes que hacer es repartirlas mejor! Y que si te estás hundiendo, lo primero que tienes que hacer es dejar de cavar. Y además… ¿sabes una cosa? Vamos a ganar, porque el futuro… ¡el futuro somos nosotras!
—(Joder, qué energía…) Bueno, Amy, pues si te parece lo dejamos aquí… Despedimos la conexión desde Ginebra.
—Gracias, Gustavo, por tu repaso a los participantes, pero parece que si hay justicia en este concurso, está bastante claro quién va a definir cómo será el poscapitalismo. Soy Amy Goodwoman, y esto ha sido Democracy At Last.
Manuel Casal Lodeiro