Nota.— El domingo pasado, a los 75 años, falleció en Neuquén, luego de padecer una prolongada enfermedad, Orlando Nano Balbo, un compañeros de esos, de los imprescindibles. Nano fue militante del Peronismo de Base en los setenta, víctima del terrorismo de estado (perdió la audición a consecuencia de las torturas recibidas), docente rural, educador popular, intelectual militante, secretario general de ATEN durante dos años y un luchador incansable por los derechos humanos, la educación y el cambio social. La historia de su vida fue narrada por Guillermo Saccomano en el libro Un maestro (2011). Compartimos las emotivas palabras de despedida que nos ha hecho llegar desde Norpatagonia el locutor y productor de radio Fernando Barraza, un amigo de Nano. Nuestra gratitud con él.
En un medio editorial como este, que tiene como dinámica habitual el desarrollo ensayístico de los argumentos que se comparten con las personas que lo leen, nos atreveremos aquí, con este artículo, a llevar a cabo una suerte de acción fotoperiodística. Por lo tanto, lo primero es pedirles que presten atención a la foto que ilustra esta publicación.
A la izquierda lo ven a Orlando Nano Balbo, uno de los más grandes maestros que ha tenido la docencia en Argentina. ¿Saben de cuándo es esta foto y quién es ella? La foto es de la última vigilia por la Memoria, Verdad y Justicia que se hizo en TeNeAs, el 24 de marzo pasado. Ella es Rocío Carbajo. Si son de Neuquén o el Alto Valle, seguro que la conocen, porque ha cantado sola o en banda en miles de escenarios. También es docente, como el Nano.
En esa foto estaban sentados en la sala principal de TeNeAs vacía, porque el recinto tiene muy buena acústica y el audífono del Nano llegaba a captar algo medianamente claro, por lo que –sumado al movimiento de labios de Rochi– podía entender lo que hablaban.
Estaban haciendo la previa a una entrevista pública en la que Nano le iba a contar al público, afuera, en el escenario del anfiteatro, quién era y por lo que había pasado. La entrevista cerraría con “The Sounds of Silence”, la canción de Simon & Garfunkel (un clásico de los sesenta), cantada por Rocío.
En los primeros días de la última dictadura cívico-militar-eclesiástica, Nano fue detenido y torturado. A raíz de esa acción de violencia, perdió la audición de ambos oídos casi por completo. La última canción que recuerda haber escuchado bien fue “Los sonidos del silencio” de Simon & Garfunkel, que sonaba en la radio de la federal mientras le daban máquina.
Aquella noche de marzo pasado, quienes estábamos allí, tras el testimonio del maestro y la versión viva de esa canción hecha por Rochi, frente a la mirada de amor de Nano, vivimos uno de los momentos de magia más emotivos que podamos atesorar a futuro.
Cuando todo terminó, Nano abrazó a Rocío, la separó un poco de sí, y con una sonrisa enorme y emocionada le dijo: “¡te escuché, pude identificar las partes de la canción!”.
La sonrisa de Nano para Rocío quedará en la memoria de quienes presenciamos ese instante. Así sonreía este gran maestro freireano en la plenitud de una acción bien consumada. Aquella, en esa noche de militancia por los DD.HH., lo fue. Toda la acción. La introducción de ambos personajes al público, el ejercicio de memoria en el anfiteatro a través de la entrevista que se le estaba realizando, la canción de Simon y Garfunkel interpretada por Rocío. Los sonidos del silencio dentro de él mismo. Todo.
Hoy, en esta mañana soleada de febrero donde Nano Balbo ha partido de este plano, hemos quedado sumidos en la tristeza primera que produce el ver marcharse de aquí a alguien amado por tantas personas, alguien tan importante para tantas generaciones. Pero ninguna tristeza es eterna, menos si la rodea la memoria de una persona que construyó lazos de solidaridad en la acción, con sus pares docentes, con generaciones de estudiantes, con comunidades originarias de tierra adentro, con el obreraje, con la juventud…
El viento suave del suroeste sopla en este día que ha muerto Nano. Cualquiera puede pensar que es un escenario para la congoja. Pero en rigor a la verdad, kvrvf, el viento, está aquí para transportar la melodía de la canción en todo el territorio. Y una voz suave que repite con convicción este verso: “Escucha mis palabras para que pueda enseñarte/Toma mis brazos para que pueda alcanzarte”. Era Nano, susurrando con vitalidad en los sonidos del silencio.
Adiós maestro, todo nuestro amor en tu memoria.
Aguante la vida
Aguante el Nano
Aguante su militancia
Aguante la memoria
Aguante la verdad
Aguante la justicia
Aguante todo
Fernando Barraza