J. M. W. Turner, Fishermen at Sea.

En cierto sentido, Kalewche es el proyecto de siempre, el de toda la vida, al menos para una parte considerable de quienes estamos embarcados en esta aventura. A lo largo de muchos, muchísimos años, formamos parte de diferentes revistas culturales. Esas revistas que hoy parecen en franco retroceso, asediadas por las lógicas de la inmediatez digital, el periodismo degradado y el formalismo academicista. Espacios donde el comentario mordaz sobre el último estreno cinematográfico podía ir a la par de una larga exposición filosófica, un análisis de la coyuntura política local, un estudio de las tendencias del capitalismo a largo plazo, una crónica histórica o cuentos y piezas literarias de diferente género. Publicaciones en las que el humor podía convivir con la seriedad, la ciencia con la filosofía, la política con la literatura, el periodismo con la crítica cultural. Revistas en las que la extensión no representara un problema de antemano, en las que no se impusiera ni la manera de decir ni estrictos criterios formales.

Pero, en otro sentido, Kalewche es un proyecto completamente nuevo. Tiene un carácter mucho más internacional que las experiencias de las que cualquiera de nosotros o nosotras formó parte en el pasado. Es una publicación digital, a diferencia del grueso de las revistas que produjimos anteriormente. Y es un proyecto desdoblado: dos publicaciones alojadas en un mismo sitio. La página Kalewche propiamente dicha lanzará cada domingo una edición que incluirá típicamente (con excepciones cuando las circunstancias lo ameriten) cuatro textos. Al menos uno de ellos será un escrito estrictamente literario en prosa o en verso, orientado a fomentar experiencias estéticas, antes que a reflexionar sobre las mismas. El resto puede incluir un análisis coyuntural, una reflexión sobre algún tema urgente, una entrevista, una reseña, algo de historia, una discusión política y mil cosas más. Pero, dentro de Kalewche, habitará una hermana mayor, una revista trimestral descargable en PDF: Corsario Rojo. Nuestro Corsario apunta a la difusión de textos más extensos, eruditos si fuera menester, pero no pretenciosos, siguiendo la agenda político-intelectual que expusimos en Manifiesto Kalewche. Por último,habrá en el sitio espacio para producciones audiovisuales de diferente tipo y carácter.

¿Por qué el nombre de Kalewche? ¿Por qué las pinturas que ilustran los textos de esta edición cero son mayormente de temática marina? Todo eso está explicado en el ensayo La fantasmagoría de Kalewche, de Federico Mare.

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“Es demasiado largo”, “la gente ya no lee”, “ese tema ya no interesa”, “no es la manera de decirlo”, “es demasiado complejo”. Frases de este tenor se han vuelto cotidianas. El que piensa, pierde. Tal parece la divisa de los tiempos. A simple vista, las hordas de orcos de Twitter, Facebook e Instagram han ganado la batalla: la falta de atención, la dispersión constante, la polarización maniquea, la simplificación grosera, la imagen que reemplaza al pensamiento, imperan por doquier. Pero aún no lo han conquistado todo. Aquí y allá, pequeños núcleos, modernas aldeas de Asterix, aguantan el embate y resisten a la barbarie que lo coloniza todo en nombre de la civilización. A su manera, Kalewche procura ser uno de esos espacios de resistencia. Nos rebelamos contra la dictadura de la moda, del inmediatismo, de la pose, de la superficialidad, de la corrección política. Compelidos a estar en internet, nos rebelamos contra la cultura plana de las pantallas. Podemos estar dentro de la red, pero estamos en contra de sus lógicas más profundas. Lejos de surfear los temas, procuraremos bucear en ellos.

Sobre este sustrato general, hubo ciertos desencadenantes que nos llevaron a embarcarnos en este navío. Algunos de ellos son meramente azarosos y casi personales: por ejemplo, la incertidumbre respecto a dónde publicar algunos textos que ya teníamos escritos, y que resultaban demasiado largos para los sitios web al uso y demasiado ensayísticos para las publicaciones académicas. Pero hay un desencadenante de mayor trascendencia. La crisis del coronavirus nos reveló como un verdadero sopapo existencial el grado de declive del pensamiento crítico, la hegemonía –aún más profunda de lo que suponíamos– de la cultura capitalista, el gigantesco conformismo y obediencia del mundo contemporáneo, las enormes dificultades de las fuerzas de izquierda para pensar de manera independiente y rigurosa una crisis fenomenal que nos dejó sin respuesta. La ortodoxia covidiana lo invadió todo, y la censura se propagó hasta lugares insospechados. Hemos tenido dificultades para dar a conocer nuestros puntos de vista –completamente críticos sobre las representaciones y abordajes dominantes ante la crisis pandémica– incluso en sitios del palo. No con todos, por suerte. Pero sí con muchos, y ello nos hizo ver la necesidad de contar con sitios en los que ni la discrepancia, ni la extensión, ni el estilo, dificulten la difusión.

Publicaciones partisanas, Kalewche y Corsario Rojo procurarán no ser sectarias. Nuestras páginas estarán abiertas al debate respetuoso y fraterno, y nuestro espíritu es de colaboración con todas las fuerzas –políticas e intelectuales– que, desde diferentes perspectivas, resisten los embates del capitalismo y no dejan de soñar con un mundo más allá de este sistema depredador.

Ariel Petruccelli