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Naglfar Viviana Hidalgo

Palabras del desierto

26 de noviembre de 202310 de septiembre de 2024
Kalewche

Ilustración original de Andrés Casciani



Nota.— Nuestro público ya conoce a la escritora argentina Viviana Hidalgo. Hace tres meses, cuando celebramos el primer aniversario de Kalewche, Viviana tuvo la deferencia y delicadeza de obsequiarnos el poema “Emerger, una vez más”, que publicamos en Naglfar, nuestra sección literaria, como parte del tríptico “Tres poetisas y un navío espectral”, del que también participaron Nora Bruccoleri y Carla Mbarroso. En la opción “Autores” del menú, hallarán una somera biografía sobre ella.
Le propusimos a Viviana que eligiera y enviara algunos poemas más para publicar en Naglfar. Ella amablemente aceptó la invitación. Compartimos aquí su selección, que consta de seis poemas. Es un pequeño oasis refrescante de arte-con-sentido, en medio de la vasta aridez calcinante de este mundo tan absurdo que habitamos. Un refugio de sensibilidad, pero también de pensamiento. Un remanso donde la belleza lírica y la crítica social, aliadas contra la barbarie devastadora de la realidad, pugnan por restaurar la pulsión de la utopía. No en vano el poemario se llama “Palabras del desierto”.



1

Desierto,
trasmuta la aridez
en paisaje desnudo
Soledad palpable,
contraste de ambigüedad
Mientras esperamos 
que suceda el infortunio 
la sangre sigue brotando 
Un cuervo espera
su ritual caníbal 
En un abrir y cerrar de ojos
una lluvia de palabras 
precipita en acertijos 
(simbólicas respuestas 
de espejismos)
Un silencio de arena
estalla en mis oídos 
Como quien sale a capturar
mariposas de susurros
el pensamiento acciona
el mecánico rudimento del decir
Justamente ahí, 
sucede el prodigio, el milagro 
Los signos se reconstruyen 
y las palabras comienzan a brotar
La sequedad se vuelve río 
Un mar de imágenes confluye 
en signos vivificantes 
y lo arbitrario interpela a lo natural
Palabras finitas 
suavizan el paladar
Palabras infinitas,
como un búmeran,
siempre vuelven
al mismo lugar


Lo que soy

Ni geisha ni odalisca
simplemente una ctónica
una criatura en soledad
una medusa mirándose en su espejo
en tierras hiperbóreas
sin destino ni final
Mis hijos, son hijos del desierto
en busca de una identidad.

Ni princesa ni emperatriz
Soy una cavadora de surcos
labradora, escribiente
Eterna pulidora de poemas sin terminar

Ni Circe ni Penélope ni Ariadna
soy, más bien, como el otro Asterión
que juega a esconderse
en su casa-mundo
de infinitos recovecos
Perdiéndome en este laberinto
sin hilos de oro que me
obliguen a llegar
Encontrándome en cada encrucijada
vuelo con mis pies hechos alas
y escribo con cincel,
golpe a golpe y piedra a piedra,
los sueños que me quedan por soñar.


Una palabra

Una palabra 
dicha
esculpida
escupida 
arrojada
escondida 
corregida
ratificada
grafías premeditadas 
Palabras 
arrojadas al vacío 
Términos prohibidos 
Ideas canceladas 
Nunca faltaron 
palabras «erradas»
Aún se buscan
miles de palabras 
exiliadas.
Palabras rupestres
de historias pasadas
Palabras vendadas
Palabras que duelen
Palabras que matan
Somos las palabras que nos dijeron
Somos las palabras que decidimos escuchar.
Somos las palabras que decimos
Somos las palabras que, en ocasiones, necesitamos callar.


Testamento

A vos, al pequeño soñador
te dejo: una dosis de realidad,
para que nunca pierdas la visión
ni el porqué de tu soñar
Te entrego un manojo
de momentos fugaces
vividos a pleno
Para que no corrompas
tu esencia con la perpetuidad
Te dejo una almohada
pequeña y mullida
Para que llores un poco
tus penas y heridas
y puedas un nuevo día volver a empezar

A vos, mi eterno pensador:
Te dejo interrogantes
y una pregunta constante
Para que desarmes tus certezas
y te des siempre otra oportunidad
También te dejo
de una canción, su estribillo
Para que encuentres refugio
en la tempestad

A ambos les dejo:
Un beso en la frente
y el mate guardado en el mismo cajón
Por si en algún momento
pierden el rumbo en este aciago andar
y encuentren las huellas de su caminar.


La poesía es

¡Tantas cosas y nada, a la vez!
Como exiguos retazos de inmortalidad
la poesía se teje en soledad
Es un desierto
donde sumerjo mis dedos
que extraen tesoros
que desparrama el viento
Es un mar,
profundo y cauteloso
en el que, improvisadamente,
intento bucear
En esa oscuridad
atávica y siniestra
surgen incomprensibles
ecos de un delirio,
primicias de libertad
Primigenia artífice
de lo congruente
La poesía es necesaria
La poesía ¡es urgente!
Es el faro que enciendo
para encontrar
lo perdido…


Semillas invisibles

Me antecede una historia
de nombres olvidados
personas sin rostros
con llagas en las manos.
Gente común, gente de trabajo
trazadores de surcos,
feriantes, artesanos.
Me acuna un pasado
de hileras y parrales
de fogatas iluminando
algunos arrabales.
Hechos registrados
en paredes de adobe
recopilan suspiros
de pasiones y amores.
Leyendas narradas
con hilos dorados
cuentan de seres mágicos
y de monstruos alados.
Soy lo que fueron,
las huellas que dejaron
susurros en la siesta
el fuego, el relámpago.
Ser «sub» ¿será mi destino?
sucesora de migajas
al costado del camino.
Gritaré los nombres
que nadie ha convocado
exiliaré al olvido
reclamando el pasado.
¿Por qué nadie contó las grietas en tus manos partidas?
El dolor de tu espalda
cosechando en injusticia…
Pero ser lo que somos,
nuestra esencia imprescindible,
sembrará la tierra con
semillas invisibles.

Viviana Hidalgo

Etiquetado en: literatura argentina literatura hispanoamericana literatura mendocina Naglfar Palabras del desierto poemario Poesía Viviana Hidalgo

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