Bondi, de Meredith Howse. Fuente: www.gioia.com.au
Hacía bastante tiempo que no traducíamos nada de Caitlin Johnstone, la prolífica periodista de izquierda australiana que comenta a diario –desde los suburbios de Melbourne– las noticias de la geopolítica mundial puestas en contexto, con frenesí y a vuelapluma, pero siempre juiciosamente, rompiendo lanzas por la clase trabajadora y –al decir de Franz Fanon– les damnés de la terredel “Tercer Mundo”, hoy llamado Sur Global. Ella ha adquirido notoriedad internacional, sobre todo, por sus prosas someras y punzantes acerca del conflicto israelí-palestino y el imperialismo estadounidense, siendo una de las primeras voces en denunciar a los cuatro vientos el genocidio en Gaza.
La masacre antisemita del domingo pasado, 14 de diciembre, en la playa Bondi de Sídney, perpetrada por dos islamistas aparentemente vinculados a Estado Islámico (Sajid Akram, inmigrante indio de 50 años, abatido por la policía; y su joven hijo Naveed, nacido en Australia, quien resultó herido en el tiroteo pero sigue con vida, hospitalizado), la cual ha dejado un saldo trágico de quince personas inocentes muertas a balazos y más de cuarenta con lesiones graves o leves (entre las víctimas asesinadas había una niña de diez años, un sobreviviente octogenario del Holocausto y dos rabinos), y que instantáneamente fue usufructuada al máximo por la hasbará sionista y la propaganda occidental para exacerbar la islamofobia y demonizar tanto a la resistencia palestina como a la solidaridad internacional con ella, en un acto mendaz –abyecto y execrable por donde se lo mire– de manipulación demagógica y oportunismo revanchista, nos hizo pensar de inmediato en esa infatigable parresiasta que es Johnstone. Un atentado terrorista cometido por musulmanes yihadistas presuntamente vinculados a Estado Islámico del Asia Oriental (una reciente estadía en Filipinas de ambos asesinos así lo sugiere), al grito de Allahu akbar (“¡Alá es lo más grande!”), contra una diáspora judía que celebraba el Janucá en la mayor metrópoli australiana; seguido de un festín punitivista de Israel y sus aliados –cinismo de doble rasero al 100%– contra Palestina y todo lo que «huela» a árabes y/o a islam, o simplemente a protestas contra el genocidio en Gaza (Hamás, islamismo, yihad, Hezbolá, Irán, inmigrantes magrebíes, refugiados sirios, velo islámico, movilizaciones “extremistas” y “violentas” de estudiantes y trabajadores contra la matanza de palestinos, “antisemitismo”, etc.). ¿Cómo no acordarnos, con semejante cóctel, de nuestra analista Aussie de cabecera?
Johnstone publicó en su blog tres artículos al hilo sobre el luctuoso crimen judeofóbico de Bondi Beach, y sobre toda la campaña de prensa antipalestina que se montó a partir de él, ad populumy ad nauseam, con sofistería e hipocresía: “Israel Apologists Hasten To Use Bondi Shooting To Attack Anti-Genocide Activists” (lunes 15), “Australians Being Massacred Shouldn’t Bother Us More Than Palestinians Being Massacred” (martes 16) e “Israel Propagandists Are Uniformly Spouting The Exact Same Line About The Bondi Shooting” (miércoles 17). Los hemos traducido del inglés para nuestra sección de política internacional Brulote, integrándolos en un solo texto, aunque con una estructura de tríptico que respeta –con libertades mínimas de adaptación– los títulos originales de la autora.
LOS APOLOGISTAS DE ISRAEL SE APRESURAN A USAR EL TIROTEO DE BONDI
PARA ATACAR A LOS ACTIVISTAS CONTRA EL GENOCIDIO
Dos tiradores atacaron una celebración judía del Janucá en Bondi Beach el domingo, matando a quince personas e hiriendo a docenas más. La policía informa que los tiradores eran un padre y su hijo; el padre fue asesinado por la policía y el hijo fue capturado.
Los tiradores parecen haber sido musulmanes, pero, para gran inconveniente de aquellos que querrían utilizar este incidente para avivar las llamas de la histeria islamofóbica occidental, el hombre que arriesgó desinteresadamente su vida para desarmar a uno de ellos también era un padre musulmán de dos hijos llamado Ahmed al-Ahmed.
Como es habitual, estamos viendo muchas especulaciones sobre falsas banderas y operaciones psicológicas en relación con este incidente, pero prefiero abstenerme de hacer comentarios al respecto hasta que haya visto pruebas sólidas.
Sin embargo, tengo algunas opiniones sobre el discurso público que estamos viendo ahora mismo sobre el tiroteo.
Punto 1: Obviamente, es perverso masacrar a civiles por ser judíos.
Punto 2: Obviamente, hay que seguir oponiéndose a la masacre de civiles por parte de Israel, y nos seguiremos oponiendo.
Hoy en día, las peores personas del mundo intentan hacer creer que los puntos 1 y 2 son contradictorios.
Es repugnante ver el entusiasmo de los partidarios de Israel ante este tiroteo. Están muy felices de tener otra arma retórica con la que acallar las voces propalestinas. Apenas pueden contener su alegría.
Benjamin Netanyahu se apresuró inmediatamente a celebrar una rueda de prensa en la que proclamó que el ataque era consecuencia de las medidas adoptadas por Australia para reconocer el Estado palestino.
El belicista del New York Times Bret Stephens escribió un artículo titulado “Bondi Beach es el reflejo de la globalización de la Intifada”, donde argumentaba que los tiradores “se tomaban muy en serio consignas como ‘la resistencia está justificada’ y ‘por cualquier medio necesario’, que se han vuelto omnipresentes en las manifestaciones contra Israel en todo el mundo”.
El propagandista de la ultrajante guerra contra Irak, David Frum, escribió un artículo similar para The Atlantic titulado “La intifada llega a Bondi Beach”, en el que afirmaba que la playa “ha sido repetidamente blanco de manifestantes propalestinos” y denunciaba el hecho de que “muchos en el mundo occidental han interpretado las acciones antiisraelíes posteriores al 7 de octubre en el marco de la libertad de expresión”.
La senadora australiana Pauline Hanson, virulentamente islamófoba, redactó pronto una declaración donde afirmaba que “las protestas antisemitas semanales en toda nuestra nación” y “nuestras detestables universidades” eran “señales de advertencia” de que se avecinaba un ataque de este tipo.
Sky News se apresuró a ofrecer un trampolín a la viceministra de Asuntos Exteriores israelí, Sharren Haskel, en una entrevista donde declaró que “esto es lo que significa” permitir que los manifestantes coreen “globalizar la Intifada”, afirmando que “si se deja que eso continúe y se extienda por las calles”, se está invitando a nuevos ataques terroristas. Haskel ya había calificado a los manifestantes pro-Palestina en Australia como “idiotas útiles” al servicio de Hamás.
El príncipe de la dinastía política Chris Cuomo [un popular conductor de TV de EE.UU.] recurrió a Twitter para afirmar que las personas que han estado acusando a Israel de genocidio ayudaron a “alimentar el odio en Bondi Beach”.
Stephen Pollard, de Jewish Chronicle, tuiteó un video de manifestantes propalestinos en Birmingham con la leyenda “Si niegas la conexión entre esto y lo que ocurrió en Bondi Beach, eres parte del problema”.
Un tuit viral de Kobie Thatcher, personalidad de la derecha australiana en las redes sociales, muestra un video de una protesta propalestina con la leyenda “Esto ocurrió en Sídney, Australia, hace solo seis meses. Estas escenas deberían haber sido una advertencia urgente”.
La líder de la oposición, Sussan Ley, ha aprovechado el ataque para exigir al primer ministro Albanese que impulse el plan autoritario de supresión de la libertad de expresión presentado a principios de este año por la encargada australiana de asuntos de antisemitismo, Jillian Segal, argumentando que “hemos visto cómo lugares públicos emblemáticos se han convertido en símbolos del odio antisemita. Hemos visto cómo se ocupaban campus universitarios y se intimidaba a los estudiantes judíos”.
Podrían culpar del tiroteo a los propios tiradores. Podrían culpar a los genocidas por radicalizar a los tiradores. Pero en lugar de eso, culpan de la violencia a las personas más pacíficas de la ecuación: las que sostienen pancartas y dicen que las masacres violentas NO deberían ocurrir.
Es la manipulación más demencial y perversa que se pueda imaginar.
Tras el atentado contra la sinagoga de Mánchester el pasado mes de octubre, hice la siguiente observación: “Cada vez que los judíos occidentales sufren algún daño, los partidarios de Israel organizan una gran manifestación en la que dicen: ‘¡Ya está bien, se acabó, nadie puede criticar más el comportamiento de Israel porque están provocando el terrorismo!’. Y luego todo el mundo los ignora y vuelve a protestar contra el genocidio, porque eso es ridículo”.
Hoy volvemos a ver ese mismo desfile, y es tan ridículo ahora como lo era entonces.
Desde los primeros momentos tras este ataque, los apologetas de Israel han dado por sentado que se trataba de un acto de terrorismo en respuesta a las atrocidades genocidas de Israel en Gaza, pero luego han presentado como problema a las personas que protestaban pacíficamente contra esas atrocidades.
Reconocen abiertamente que el genocidio está radicalizando violentamente a la población, pero en lugar de llegar a la conclusión obvia de que Israel no debería cometer genocidio, lo citan como prueba de que la gente debería dejar de protestar.
Masacrar a civiles está mal. Está mal en Bondi Beach y está mal en Gaza. Hoy, las peores personas del mundo intentan argumentar que, debido a que ocurrió lo primero, todo el mundo debe dejar de protestar por lo segundo. Se trata de una manipulación pura y cínica diseñada para proteger de las críticas a un Estado genocida que practica el apartheid. No merece más que burlas y desprecio.
Mi corazón está con todos los que hoy se han despertado en su primer día en el planeta sin sus seres queridos. Sin duda, cada respiro que den hoy les parecerá un reto imposible. Cada una de estas muertes aplastará a sus familias, a sus grupos de amigos, a sus lugares de trabajo, a sus diversas comunidades y a su colectividad religiosa como una bomba nuclear, y el trauma tardará años en superarse. Eso está hecho, eso está claro. Esto es tan cierto en Bondi como en Gaza. Mi corazón se rompe por todos aquellos que hoy se han encontrado de repente al pie de esta montaña de dolor aparentemente insuperable.
Aún queda mucha información por salir a la luz sobre este incidente, pero es seguro asumir que se utilizará como excusa para atacar a los activistas pro-Palestina y prohibir aún más las críticas a Israel en Australia, como ha venido ocurriendo cada vez más en este país durante los últimos dos años. El sionismo es la mayor amenaza para la libertad de expresión en todo el mundo occidental.
LAS VÍCTIMAS DE LA MASACRE EN AUSTRALIA NO DEBERÍAN IMPORTAR MÁS
QUE LAS VÍCTIMAS DE LA MASACRE EN LOS TERRITORIOS PALESTINOS
El 16 de marzo de este año, Reuters publicó un artículo titulado “Los ataques israelíes matan a 15 personas en Gaza en el último día, según médicos palestinos”.
¿Alguien recuerda a los quince palestinos que murieron el 16 de marzo de 2025?
¿Ese día destaca en la memoria de alguien como particularmente significativo, en términos de asesinato masivo?
¿No?
A mí tampoco.
Sinceramente, no lo recuerdo en absoluto. Esto habría sido durante la recta final del primer “alto el fuego” falso, un par de días antes de que Trump aprobara la reanudación de las operaciones de bombardeo a gran escala de Israel en Gaza, por lo que no fue uno de esos días con grandes matanzas y cifras de muertos impactantes. No es precisamente una jornada que se destaque en la memoria.
No tengo ni idea de quiénes eran esas personas. No sé sus nombres. Nunca vi sus fotos en mi feed de noticias. Nunca vi a ningún funcionario occidental denunciar sus muertes, ni a los medios de comunicación dar una cobertura exhaustiva a la noticia de su asesinato. Así que no los recuerdo.
Ayer vi un tuit de Aaron Maté [un periodista canadiense de izquierda radicado en Nueva York, que escribe para The Grayzone]:
“Quince civiles murieron en la masacre perpetrada contra la comunidad judía de Sídney. Un día en el que Israel masacra a quince civiles palestinos en Gaza sería uno de los días con menos víctimas en más de dos años de genocidio.
Las atrocidades de Israel y la impunidad de la que goza son, sin duda, el principal motor del antisemitismo en todo el mundo. Y para demostrar lo poco que les importa a Israel y a sus defensores el antisemitismo, muchos están aprovechando la masacre de Sídney para justificar el rechazo de Israel a un Estado palestino, culpar sin fundamento a Irán y exigir más censura de las protestas contra el genocidio.”
De hecho, las peores personas del mundo están utilizando el tiroteo de Bondi Beach para defender la represión de las libertades de expresión y reunión con el fin de silenciar a los críticos de Israel en Internet y en las calles, tanto en Australia como en todo el mundo occidental. Y cuando Israel mató a quince palestinos el 16 de marzo, Occidente apenas se dio cuenta.
No recuerdo a los quince palestinos que murieron durante ese lapso de 24 horas a mediados de marzo, pero siempre recordaré el tiroteo de Bondi Beach. Si alguien me lo mencionara dentro de treinta años, sabría exactamente de qué está hablando. Mi sociedad le dio mucha más importancia a la muerte de quince occidentales en Sídney, Australia, que a la muerte de quince palestinos en Gaza, por lo que siempre lo recordaré.
Diablos, no puedo culpar de todo a la sociedad; si soy sincera, yo misma le di mucha más importancia. Me he sentido mal al pensar en el tiroteo desde que ocurrió, en parte porque sé que se utilizará para implantar medidas autoritarias y acabar con la libertad de expresión en mi país, pero también porque me he sentido muy mal por los que murieron y sus seres queridos. Incluso después de pasar dos años denunciando la forma en que la sociedad occidental normaliza el asesinato de árabes y da más importancia a las vidas occidentales que a las palestinas, sigo haciendo básicamente lo mismo. Soy una maldita hipócrita.
No nací así. Es un comportamiento aprendido. Si pudiera borrar mi pasado y ver el mundo con nuevos ojos, nunca se me ocurriría que mi sociedad y yo consideráramos más importante el asesinato de quince personas en Australia que el de quince personas en Palestina. Esperaría que se consideraran igualmente terribles.
Y así debería ser. Los palestinos no aman a sus familias menos que los australianos. Las vidas australianas no son más importantes ni valiosas que las palestinas. No hay ninguna razón válida para que el mundo se haya centrado menos en las quince personas que fueron asesinadas en Gaza el 16 de marzo que en las quince personas que fueron asesinadas en Bondi Beach. Pero así fue.
El domingo fue un día horrible y oscuro. Cientos de vidas han quedado devastadas directamente por esta tragedia, miles más indirectamente, y en cierto modo la nación en su conjunto ha cambiado. El trauma resonará en las familias de las víctimas durante generaciones. El dolor es palpable y omnipresente. Está en todas partes: en las calles, en los supermercados. Se respira la catástrofe en el aire, y la gente de todo el mundo lo siente.
Y esto es lo adecuado. Así es como se deben sentir quince muertes. Así es como se siente cuando ves un asesinato en masa infligido a una población cuya mortandad violenta no se ha normalizado para ti.
Eso es todo lo que tengo que ofrecer en este momento. Solo la humilde sugerencia de que cada masacre de palestinos debería sacudir la tierra tanto como lo ha hecho la matanza de Bondi. Cada cifra de muertos en Gaza debería afectarnos tanto como lo ha hecho la cifra de muertos en Sídney. Trata de sentir lo duro que es esto y luego trasládalo al pueblo de Gaza. Esto está sucediendo allí todos los días.
Al intentar que la gente se preocupe por el belicismo y el imperialismo, lo que realmente intentamos es que amplíen su círculo de compasión al máximo. Ampliar su preocupación por las personas que les rodean para incluir la preocupación por la violencia y el abuso contra personas que están al otro lado del mundo, que quizá no se parezcan a ellos ni hablen ni vivan como ellos. Quizá incluso ampliarla hasta preocuparse por los organismos no humanos que comparten nuestro planeta con nosotros.
Como Einstein escribió en una carta de condolencia hacia el final de su vida:
“El ser humano es parte de un todo, que llamamos ‘Universo’, una parte limitada en el tiempo y el espacio. Se experimenta a sí mismo, sus pensamientos y sentimientos como algo separado del resto, una especie de ilusión óptica de su conciencia. Esta ilusión es una especie de prisión para nosotros, que nos limita a nuestros deseos personales y al afecto por unas pocas personas cercanas a nosotros. Nuestra tarea debe ser liberarnos de esta prisión ampliando nuestro círculo de compasión para abarcar a todos los seres vivos y a toda la naturaleza en su belleza. Nadie es capaz de lograrlo por completo, pero el esfuerzo por lograrlo es en sí mismo parte de la liberación y una base para la seguridad interior”.
La humanidad no sobrevivirá en un futuro lejano a menos que nos convirtamos en una especie consciente, y parte de ese crecimiento incluirá necesariamente la ampliación de nuestros círculos de compasión para incluir a nuestros semejantes de todo el mundo. Si no somos capaces de hacerlo, no lo conseguiremos. Somos demasiado destructivos. Nos hacemos demasiado daño unos a otros y a nuestro entorno. Destruimos todo lo que nos rodea tratando de acumular riqueza y recursos para nosotros mismos, y eso simplemente no es sostenible. Al final, nos matará a todos.
Tenemos que mejorar. Tenemos que ser más solidarios. Más inteligentes emocionalmente. Menos susceptibles a las manipulaciones de la propaganda. Una sociedad impulsada por la verdad y la compasión, en lugar de por las mentiras y la búsqueda de ganancia.
Esa es la única manera de salir de esta incómoda etapa de transición adolescente, con estos cerebros grandes y capaces que siguen atrapados en un condicionamiento evolutivo vestigial basado en el miedo. Esa es la única manera de alcanzar nuestro verdadero potencial y construir juntos un mundo saludable.
LOS PROPAGANDISTAS ISRAELÍES REPITEN A CORO
LA MISMA VERSIÓN SOBRE LA MASACRE DE BONDI
Parece que se ha difundido algún tipo de memorándum o algo así, porque los medios de comunicación y las personas proisraelíes están amplificando en voz alta un tema de conversación específico sobre el tiroteo de Bondi Beach.
He aquí algunos ejemplos:
“Bondi Beach es el ejemplo perfecto de lo que significa globalizar la Intifada” (Bret Stephens, New York Times).
“La Intifada llega a Bondi Beach” (David Frum, The Atlantic).
“La Intifada llega a Australia” (Walter Russell Mead, Wall Street Journal).
“El tiroteo en Bondi Beach es el resultado de la globalización de la Intifada” (Herb Keinon, Jerusalem Post).
“La Intifada llega a Australia” (Ayaan Hirsi Ali, The Free Press).
“Bienvenidos a la Intifada global” (David Harsanyi, Washington Examiner).
“La propaganda palestina ha globalizado la Intifada” (Zachary Faria, Washington Examiner).
“La masacre de Bondi Beach es el resultado de la globalización de la Intifada” (Vivian Bercovici, National Post).
“El grito de ‘globalicemos la Intifada’ llega a Bondi Beach” (Danny Cohen, The Telegraph).
“Tengo una pregunta sencilla para los izquierdistas tras el tiroteo antisemita en Australia. ¿Qué creen que significa globalizar la intifada?” (senador estadounidense Ted Cruz).
“Ese ataque en Sídney es exactamente lo que significa ‘globalizar la intifada’. En Sídney vimos la aplicación real de la globalización de la Intifada” (alcalde de Nueva York, Eric Adams [quien pronto dejará el cargo a Zohran Mamdani]).
“Estos son los resultados de la oleada antisemita que ha azotado las calles de Australia durante los últimos dos años, con los llamamientos antisemitas e incitadores de ‘globalizar la Intifada’ que se han hecho realidad hoy” (Gideon Sa’ar, ministro de Asuntos Exteriores de Israel).
“Cuando te niegas a condenar y solo ‘desaconsejas’ el uso del término ‘globalizar la Intifada’, contribuyes a facilitar –no a provocar– el pensamiento que conduce a Bondi Beach” (Deborah Lipstadt, ex encargada estadounidense de asuntos de antisemitismo, dirigiéndose al alcalde electo de Nueva York, Zohran Mamdani).
“¿Qué demonios crees que significa globalizar la intifada? ¿Es que la gente no ve la relación entre ese tipo de retórica y los ataques contra los judíos como pueblo judío? Porque eso es lo que realmente ha golpeado hoy el corazón del pueblo judío en nuestro país: un ataque contra los judíos que se organizan en torno al Janucá, que se reúnen como pueblo judío” (Wes Streeting, secretario de Salud del Reino Unido).
“¿Por qué se sigue permitiendo? ¿Qué significa globalizar la intifada? Te diré lo que significa… es lo que ocurrió ayer en Bondi Beach” (Ephraim Mirvis, gran rabino del Reino Unido).
“Los llamamientos a ‘globalizar la intifada’ y los cánticos de ‘desde el río hasta el mar’ no son eslóganes abstractos o retóricos. Son llamamientos explícitos a la violencia y tienen consecuencias mortales. Lo que estamos presenciando es el resultado inevitable de una radicalización sostenida que se ha permitido que se agrave bajo el pretexto de la protesta” (embajada de Israel en Reino Unido).
“Esto es lo que ocurre cuando se globaliza la Intifada” (editores del Newsweek).
“No se trató de un acto aislado de violencia, sino de la culminación de la retórica de globalizar la intifada que se ha ido gestando en todo el mundo desde el 7 de octubre” (Yoni Bashan, The Times).
“Para aquellos que han estado manifestándose estos últimos años exigiendo ‘globalizar la Intifada’, esta es una consecuencia antisemita y bárbara de su estupidez proislamista” (ex presentador de la BBC Andrew Neil).
“Cuando la gente pide ‘globalizar la Intifada’, esto es lo que están pidiendo: judíos muertos, terrorismo y familias destrozadas para siempre” (portavoz de la Campaña contra el Antisemitismo).
“Tomar posición contra el antisemitismo después de Bondi Beach debería comenzar con un reconocimiento inequívoco de que la retórica de la ‘Intifada’ es un discurso de odio” (Cathy Young, de The Bulwark).
“Sería estupendo que quienes han estado gritando ‘Intifada global’ reconsideraran esa frase ahora mismo. No es un ‘eslogan inofensivo de la izquierda’. Es un llamamiento a culpar –y matar– judíos que no tienen nada, absolutamente nada que ver con las acciones del gobierno israelí” (gurú espiritual y ex candidata presidencial Marianne Williamson).
Por supuesto, a estos medios e individuos no les importa realmente la frase “globalizar la Intifada”. Si los activistas pro-Palestina nunca hubieran coreado ese eslogan, los manipuladores pro-Israel se centrarían hoy en otra línea. No están tratando de detener los cánticos que perciben como peligrosos, están tratando de acabar con las críticas a las atrocidades genocidas de Israel.
Como escribió Natasha Lennard, de The Intercept, en relación con el artículo de Bret Stephens mencionado anteriormente: “Todo se hace en nombre de la lucha contra el antisemitismo, mezclando los peores tipos de intolerancia violenta contra los judíos, como la que vimos en Bondi Beach, con cualquier crítica a Israel y sus acciones. Desde este punto de vista, el mero hecho de decir que los palestinos deberían tener derechos humanos básicos se convierte en un ataque mortal a la seguridad de los judíos”.
El término árabe Intifada significa «sacudirse» y «levantarse», y como explicaron el año pasado Craig Birckhead-Morton y Yasmin Zainab Bergemann, de Middle East Eye, las intifadas han incluido históricamente la resistencia no violenta. Decir “globalizar la intifada” no es llamar a la gente a masacrar a civiles judíos en todo el mundo, es abogar por la resistencia a la estructura de poder que incineró Gaza y sigue infligiendo abusos a los palestinos y a cualquier otra población que no se doblegue a los intereses del imperio.
Y quienes difunden el alarmismo sobre esta frase lo saben. Son plenamente conscientes de que están instrumentalizando un trágico tiroteo masivo como arma política contra quienes creen que los palestinos son seres humanos. Se trata de una manipulación cínica, destinada sobre todo a proteger a Israel de las críticas para que pueda infligir más violencia y sufrimiento al mundo.
Como escribió Em Hilton para el medio israelí +972: “Es obsceno lo rápido que la derecha ha aprovechado este horror para promover una agenda islamofóbica y antipalestina. Y es repugnante ver a los políticos israelíes casi regocijarse ante la oportunidad de distraer la atención de su genocida ataque en Gaza utilizando nuestro dolor y nuestro duelo como arma política”.
Caitlin Johnstone