Saltar al contenido
lunes, Nov 17, 2025
Kalewche

Quincenario digital

Menú principal
  • Quiénes somos
  • Contacto
  • Secciones
    • A la Deriva
    • Argonautas
    • Balsa de Totora
    • Barquito de Papel
    • Brulote
    • Cartas Náuticas
    • Clionautas
    • El Faro y la Bruma
    • Escorbuto
    • Jangada Rioplatense
    • Kamal
    • Krakatoa
    • Kraken
    • Kukulkán
    • Lanterna
    • Lobodon
    • Naglfar
    • Naumaquia
    • Nautilus
    • Nocturlabio
    • Parley
    • Saloma
    • Zheng Shi
  • Autores
  • Suscripciones
  • Revista Corsario Rojo
Clionautas José Carlos Mariátegui Ricardo Portocarrero Grados

Mariátegui y la elección del papa

25 de mayo de 202517 de agosto de 2025
Kalewche

Fotografía: una multitud de curiosos –que incluye en el centro un sacerdote con sotana negra y sombrero saturno– espera ansiosa la elección del nuevo papa en Piazza San Pietro, ciudad de Roma, en febrero de 1922. El mes anterior había fallecido Benedicto XV, quien sería sucedido por Pío XI. Ese mismo año, a fines de octubre, se llevaría a cabo la Marcha sobre Roma de Mussolini y sus seguidores, suceso inaugural del régimen fascista en la Italia de entreguerras. Entre los curiosos que aguardaban la fumata blanca en el corazón de la Ciudad Eterna, comentó con picardía un joven Mariátegui corresponsal del diario peruano El Tiempo, había muchos visitantes extranjeros (yanquis, por ejemplo) de poca o nula devoción, un fenómeno social que hoy llamaríamos turistificación. La ropa abrigada nos recuerda que era invierno. La imagen fue capturada por el fotógrafo polaco-germano Robert Sennecke. Fuente: Wikipedia.


Con este oportuno material de enjundia que nos llega desde Lima (un rescate hemerográfico acompañado de presentación y notas, el cual tiene como detonante la noticia de la elección del nuevo papa, León XIV), se incorpora a la tripulación del Kalewche, en representación del Archivo José Carlos Mariátegui (AJCM), el historiador peruano Ricardo F. Portocarrero Grados, quien se ha especializado en la investigación de la América Latina y el Perú contemporáneos, con foco en la historia política e intelectual de su país durante el siglo XX, sin excluir –todo lo contrario, explorando con particular interés– su rica tradición socialista, en cuyo seno se desarrolló la vida y obra del gran pensador nacido en Moquegua, el célebre autor de los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928); para muchos, el más lúcido, original e influyente de los teóricos marxistas latinoamericanos. ¡Les damos la bienvenida a bordo, Ricardo y demás camaradas del Archivo José C. Mariátegui!
Ricardo Felipe Portocarrero Grados (Lima, 1964) se formó en la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde obtuvo la licenciatura en 1997. Cursó estudios de posgrado en España y luego en su tierra natal. Integró SUR, Casa de Estudios del Socialismo; y dirigió la Casa Museo José Carlos Mariátegui, a cargo del Ministerio de Cultura de Perú, entre 2011 y 2014. Actualmente es codirector del Archivo José Carlos Mariátegui, institución que custodia el archivo personal del periodista y político marxista peruano, conformado por el acervo documental, fotográfico, bibliográfico y hemerográfico que él mismo reunió y produjo a lo largo de su vida. Cuenta con materiales y recursos adicionales que permiten ubicar dicho acervo en su contexto histórico. Su consulta es de acceso público y gratuito para fines de estudio, investigación y difusión.
No quisiéramos concluir esta presentación sin recordar que este año, promediando la primavera austral, se cumplirán cien años de la edición de La escena contemporánea (1925), el primer libro de Mariátegui; lanzamiento con el cual hizo su debut Minerva, la legendaria imprenta y editorial de los hermanos Mariátegui, con sede en Lima. El AJCM conmemorará este centenario con un ciclo de lectura (junio-septiembre) y un simposio internacional (noviembre). Kalewche no permanecerá ajeno a estas iniciativas, desde luego. Concertaremos con Ricardo y el AJCM algunas publicaciones alusivas, en tributo al pensamiento crítico y la confraternidad internacional de las izquierdas.


Hace poco más de 103 años, el 6 de febrero de 1922, fue elegido papa el cardenal Archille Ratti (1857-1939), quien asumió el cargo con el nombre de Pío XI, en reemplazo de Benedicto XV. El cónclave para su elección fue uno de las más largos de la historia, debido a que tuvieron que realizarse catorce votaciones a lo largo de cinco días, entre el 2 y el 6 de febrero, por parte de los 53 cardenales que lograron asistir. Esto no sólo respondía a las tradicionales pugnas internas dentro de la Iglesia Católica. La elección del nuevo papa se producía en un contexto político europeo que requería la elección de un sumo pontífice capaz de encararlo y establecer con claridad y contundencia la posición de la Iglesia.

El fin de la Gran Guerra en Europa (1914-1918) abrió un período que se caracterizó por la agudización de los conflictos entre las grandes potencias. Los vencedores buscaban implementar los acuerdos nacidos del Tratado de Versalles, que el economista John Maynard Keynes consideraba inaplicables por las consecuencias negativas que tendrían para todo el orden europeo. Asimismo, debían enfrentar la amenaza de la Revolución Rusa de 1917, que había intensificado la movilización del proletariado europeo y producido varios intentos de replicar el movimiento insurreccional ruso en sus propios países. Sin embargo, frente a los problemas y las amenazas comunes, las grandes potencias tenían profundas discrepancias y no lograban ponerse de acuerdo en cómo enfrentarlas.

En el caso de Italia, esta situación se expresó en el fuerte descontento ante sus aspiraciones territoriales como parte del bando victorioso de la guerra (el conflicto de la República del Fiume) y la ofensiva de la clase obrera bajo la influencia e inspiración de la Revolución Rusa (el Biennio Rosso y los consejos de fábrica en las ciudades industriales del norte). Esto trajo como consecuencia la crisis del sistema parlamentario democrático nacido del Risorgimento, la división de la socialdemocracia, el nacimiento del Partido Comunista Italiano (PCI) y la emergencia de los Fasci di combattimento. Para resolver esta situación, que ponía en peligro el orden burgués, germinó la solución reaccionaria: unos meses después de la elección de Pío XI, en octubre de 1922, se produce la Marcha sobre Roma.

El Papado terminaría sumándose a esta salida reaccionaria. Ya Benedicto XV había iniciado un acercamiento al liberal Reino de Italia que, venciendo su tradicional anticlericalismo, buscaba solucionar el conflicto nacido de la unificación nacional (concluida en 1870 con la toma de Roma y la disolución de los Estados Pontificios). Se consideraba necesario un frente político de cara a las movilizaciones y aspiraciones revolucionarias del proletariado italiano. Para ello, el Papado exigía la soberanía de la Santa Sede y su reconocimiento como territorio independiente. A cambio, planteaba su neutralidad ante la política peninsular. Esto se concretaría con el Tratado de Letrán de 1929, firmado por Mussolini y Pío XI.

*                             *                             *

Entre las personas que asistieron a la plaza de San Pedro a la espera de la elección del nuevo papa, se encontraba un joven periodista peruano, que residía en Italia desde hacía dos años. Asistía con su credencial del diario limeño El Tiempo. Se trataba de José Carlos Mariátegui, de 27 años, casado con la italiana Anna Chiappe y con un hijo llamado Sandro.

Mariátegui, que escribía regularmente sus artículos de corresponsalía para El Tiempo, se hallaba en los meses finales de su periplo italiano. Dichos artículos, con el epígrafe general de Cartas de Italia y firmados con sus antiguos pseudónimos, habían explicado al público peruano los más importantes acontecimientos de la política italiana y europea.1 Con un tono de aparente neutralidad, sus escritos mostraban claras simpatías por el movimiento obrero, el PCI y la Revolución Rusa. Sus artículos abarcaron diversos temas italianos: la Cuestión Adriática, la República del Fiume, las crisis ministeriales, los partidos políticos, la prensa, el ascenso del fascismo, el arte y la literatura, el teatro y el cine, la ciudad y el campo.

Ahora, el joven corresponsal Mariátegui estaba frente a uno de los sucesos históricos más relevantes para la Cristiandad: la elección del nuevo papa. Y no quería perdérselo. Como consta a través de las diversas fotografías existentes de su presencia en la Piazza San Pietro,2 una de las cuales acompaña esta publicación (Mariátegui es el tercero a la derecha del trío, el que tiene la mano diestra escondida en el gabán), podemos deducir que asistió todos los días a la espera del humo blanco. Y asistió acompañado de otros peruanos residentes en la Ciudad Eterna. Aunque no podemos saber a qué fecha exacta corresponden dichas fotos, sabemos que Mariátegui concurrió con Artemio Ocaña y F. Gulda, F. Gulda y Pío Artadi, Artemio Ocaña, Carrión y Artemio Ocaña, y Pío Artadi y Carrión.

“Humo blanco, habemus Papam, etc., etc.”, el texto escrito por Mariátegui para reseñar este acontecimiento (y que más abajo reproducimos íntegramente), tiene un claro contenido irónico y satírico, propio de los escritos de Juan Croniqueur, pero muy alejado del sentido respetuoso y cómplice de sus artículos juveniles dedicados a la religiosidad popular.3 También muy distinta es la multitud que acompaña el evento religioso en Roma. Mientras en la Lima de 1917 Mariátegui definía a la multitud como “un desfile místico y tumultuoso que canta, reza y emociona”, en Roma asisten, además de los miembros de la Curia y los fieles católicos, una “muchedumbre” de turistas y personajes destacados de la ciudad. No todos son católicos, o siquiera creyentes. Los turistas son identificados por sus cámaras fotográficas y su guía de turismo de la editorial Baedecker; las celebridades locales, a causa de las ropas adquiridas en las tiendas por departamentos, los automóviles que utilizan o las acompañantes. No podían faltar, como ha ocurrido con la elección del actual papa León XIV, las apuestas. Pero a diferencia de este año, en que se apostó por el nombre del cardenal que sería elegido sumo pontífice, hace un siglo era costumbre apostar por el color del humo que aparecería sobre la Capilla Sixtina. A diferencia de Lima, Mariátegui señala que “no ha habido, no ha podido haber religiosidad”.

No obstante, Mariátegui señala que este acontecimiento no es sólo turístico. Es también religioso y político. Donde ambos ámbitos forman uno solo, como es el caso de la canonización de Juana de Arco, también reseñada por Mariátegui.4 En este caso, se trata de una Roma como centro de autoridad civil –con sus monumentos imperiales de la Antigüedad clásica y sus modernas construcciones de la monarquía constitucional de la Casa de Saboya– que se entremezcla con una Roma confesional, también monumental, que es sede del Papado. Vale decir, el viejo conflicto entre poder político y poder religioso.

Y en términos urbanísticos, arquitectónicos, el Papado se ha impuesto sobre el Imperio. Ya que “la ciudad imperial es demasiado vieja, demasiado remota, demasiado caduca”. Sin el papa y sus monumentos, Roma no sería atractiva ni para los turistas. Y ante este poder, no ya espiritual sino secular, la monarquía constitucional de los Saboya deja de lado sus viejos rencillas y se “reconcilia con la ciudad papal”.

Es interesante notar que Mariátegui intuye un acercamiento y una confluencia entre ambos poderes, intuición que ya había expresado en otro artículo. En ese acercamiento, en esa confluencia, el fascismo habrá de tener un rol importante.5 Como ya indicamos, esto se concretará en el Tratado de Letrán (1929), que también habrá de reseñar Mariátegui.6

“Humo blanco, habemus Papam, etc., etc.”, con fecha 6 de febrero de 1922, será uno de los últimos artículos escritos por el peruano desde Italia. Dos meses después, en abril, según testimonio de Armando Bazán, acuerda en Génova junto a César Falcón, Carlos Roe y Palmiro Macchiavello la formación de una célula comunista. También prepara su retorno al Perú, pero no recibe la autorización necesaria del gobierno de Leguía. Por esta razón, en mayo de 1922, inicia su recorrido europeo que lo llevará por Francia, Alemania, Austria, Hungría y Checoslovaquia. Finalmente, establecería su residencia en Berlín, para luego partir hacia el puerto de Amberes (Bélgica) y embarcarse hacia el Perú. De esa manera, inicia desde Europa su “tarea americana”.

Ricardo Portocarrero Grados
Archivo José C. Mariátegui

NOTAS

1 José C. Mariátegui, Cartas de Italia. Lima, Amauta, 1991, 11ª ed. (aumentada).
2 Véase Archivo José C. Mariátegui, Roma: https://archivo.mariategui.org/index.php/roma-italia?subjects=4019&genres=29424&sortDir=asc&sort=alphabetic&sf_culture=es&listPage=2&listLimit=50.
3 Cfr. en La Prensa (Lima) los artículos “La Semana Santa”, del 11 de mayo de 1914; y “La procesión tradicional”, del 10 de mayo de 1917. Disponibles en http://publicaciones.mariategui.org/escritos-juveniles-tomo-ii/dm-cronicas-1914/1.1-la-semana-santa y http://publicaciones.mariategui.org/escritos-juveniles-tomo-ii/3-cronicas-1916-1917/3.9-la-procesion-tradicional.
4 “La santificación de Juana de Arco y la mujer francesa”, en El Tiempo, Lima, 23 de agosto de 1920.
5 “El Vaticano y el Quirinal”, en El Tiempo, 30 de agosto de 1921.
6 “La liquidación de la cuestión romana”, en Variedades (Lima), 16 de febrero de 1929.




HUMO BLANCO, HABEMUS PAPAM, ETC., ETC.


Nota editorial del AJCM.— El presente texto de Mariátegui, fechado en Roma el 6 de febrero de 1922, y publicado el 7 de abril en El Tiempo de Lima bajo el epígrafe “Cartas de Italia” (pág. 5), no se encuentra en las Obras completas del intelectual peruano. Los editores señalaban que era el último de los artículos conocidos de Mariátegui escritos desde Italia, que aún no había sido hallado. Una nueva revisión realizada en la colección del diario El Tiempo de la Biblioteca Nacional del Perú, nos permitió hallarlo. Aunque ya fue publicado por Servais Thissen en el libro Mariátegui. Nuevos aportes (Lima, Arcos, 2021, pp. 100-102), no estaba disponible en internet. La transcripción y notas son nuestras.


En una mañana gris, bajo la lluvia fastidiosa, Roma ha recibido el anuncio de la elección del Papa.1 El humo de la chimenea del cónclave ha sido finalmente blanco. Escaso, tímido, leve, anémico, apenas perceptible. Pero blanco. Blanco como el armiño del traje pontificio y de los manteaux2 de la Rinasconte3. Desde la logia de la basílica, el cardenal Bisletti, primero del orden de los diáconos, ha ratificado el apocado y exiguo anuncio del humo con las rituales palabras latinas: “Nunti ovobis gaudium magnum, habemus Papam”4. Y después, la ceremonia ha tenido un número fuera de programa. El pontífice electo ha salido también a la logia y su bendición ha descendido sobre los paraguas temblantes de entusiasmo y de frío de la multitud arrodillada.

Roma ha vuelto así a la normalidad. [Sin] el Papa, Roma no está completa. Le falta uno de sus principales elementos, uno de sus mayores órganos, una de sus cosas máximas. Si le quitasen la columna de Marco Aurelio o el arco de Tito, Roma continuaría siendo la misma. Pero si la dejasen sin Papa, Roma resultaría desnaturalizada, desvalorizada, incompleta. El Papa es en Roma más que el Coliseo. Y más, mucho más que el monumento a Víctor Manuel II5, que es la mole suma de la joven Italia.

Porque, evidentemente, Roma sigue siendo aún la ciudad papal. La ciudad imperial se ha borrado ya casi totalmente. Vive sólo en los museos, en las excavaciones, en la testa blanca de Giacomo Boni,6 el viejo e ilustre señor del Foro romano. Pertenece a la arqueología. Sobre los mayores vestigios de la ciudad imperial, los papas han grabado su nombre y su blasón. En la columna aureliana, la estatua de San Pablo reemplaza a la de Marco Aurelio. Y en la columna trajana, la estatua de San Pedro reemplaza a la estatua de Trajano. Las Venus, los Apolos y las Dianas de las termas y los palacios de los césares están prisioneros en los barrocos salones pontificios. En vano el municipio de la ciudad moderna, de la ciudad italiana, de la ciudad burguesa, ha sellado toda la ciudad con su S.P.Q.R. (Senatus Populus Quos Romanus).7 En Roma predomina aún la ciudad papal. La ciudad imperial es demasiado vieja, demasiado remota, demasiado caduca. La ciudad italiana, la torza Roma, es demasiado moza. La gente viene a Roma para ver la basílica de San Pedro, la basílica de San Pablo, la basílica de San Juan de Letrán, más que para ver las ruinas del Palatino. Y nadie viene exclusivamente para ver el monumento a Víctor Manuel y el Palacio de Justicia.

Y, puesto que en Roma prevalece hasta ahora la ciudad papal, es natural que el Papa conserve una función esencial y puesto eminente en la vida romana. Los turistas no concebirían una Roma sin Papa. Estos turistas no son los antiguos peregrinos conducidos a Roma por su fe como los tres reyes magos a Belén por la estrella bíblica. Son peregrinos conducidos a Roma únicamente por su Baedecker.8 Pero nada importa. El Papa continúa siendo para ellos la piedra angular de la Ciudad Eterna.

Hoy las tropas de Víctor Manuel III9 han presentado armas al pontífice electo en la plaza de San Pedro. Y bien. Sucede que la ciudad italiana se reconcilia con la ciudad papal. Convencida de que no puede vencerla, excluirla, expulsarla, opta por aliarse a ella. La ciudad papal y la ciudad italiana se aproximan la una a la otra con la recíproca esperanza de absorberse.

Los cuatro días del cónclave, en la mañana y en la tarde, una gran muchedumbre ha acudido a la plaza de San Pedro, a esperar el humo del escrutinio. Esa muchedumbre ha sido ciertamente mayor que la que esperaba el humo de los antiguos cónclaves. Pero no ha sido la misma. Aquella era una muchedumbre de creyentes, una muchedumbre de católicos. Esta ha sido una muchedumbre de gentes de diversas fides10 y diferentes religiones, o sin fe ni religión alguna.

En otros tiempos la elección del Papa era sólo un suceso religioso y político. Hoy es, además, un suceso turístico. Los ingleses, norteamericanos, escandinavos, venidos a Roma para visitar las catacumbas, las iglesias y los museos, han encontrado un espectáculo más: la elección del Papa.

El humo del escrutinio no ha sido aguardado con ansiedad emocionada, sino con curiosidad turística. Casi como habría sido aguardado el éxito de un match entre Carpentier y Dempsey por el campeonato mundial.11 Cuando un yanqui pronosticaba humo blanco y el otro humo negro, los dos con cara de apuesta, se echaba de menos el book macker.12 No ha habido, no ha podido haber religiosidad. La plaza estaba llena de turistas de todas las nacionalidades y de automóviles de todas las marcas. Apenas si las legiones de monjas, de frailes y de seminaristas –manchas de azul, de blanco, de violeta y de rojo en la inmensidad plebiscitaria de la plaza– representaban oficialmente a la grey católica, apostólica y romana. Y apenas si una vieja mujer del viejo borgo13 evocaba las épocas en que el pueblo de la ciudad papal esperaba anhelantemente la designación de su nuevo pastor.

Sobre la cúpula miguelangelesca de la basílica voltejeaban aeroplanos y dirigibles. Desde el atrio enfocaban al gentío centenares de máquinas cinematográficas y fotográficas. Y en el interior muelle de sus limousines bostezaban de aburrimiento, forradas de nutrias y cibelinas, las mujeres de la nobleza negra y la nobleza blanca,14 de la burguesía polícroma y del demi-monde15 más polícromo todavía.

José Carlos Mariátegui


NOTAS

1 Se refiere a la elección de Pío XI, el 6 de febrero de 1922.
2 Abrigos.
3 Rinascente Milano, célebre tienda por departamentos de Milán.
4 “Annuntio vobis gaudium magnum, Habemus Papam” (Les anuncio con gran felicidad que ya tenemos Papa).
5 Dinasta de la Casa de Saboya y primer rey de la moderna Italia unificada, entre 1861 y 1878. Antes, entre 1848 y 1861, fue el último monarca de Piamonte-Cerdeña, el reino que lideró la unificación nacional.
6 Un arqueólogo italiano especializado en la arquitectura romana.
7 “Senatus Populusque Romanus” (El Senado y el pueblo de Roma), en referencia al gobierno de la antigua República.
8 Guía de viaje de la editorial alemana Baedeker, fundada por Karl Baedeker en 1827.
9 Hijo y sucesor de Humberto I, y nieto de Víctor Manuel II. Fue coronado rey de Italia en 1900.
10 Fes, creencias.
11 El año anterior, la noche del sábado 2 de julio de 1921, se había realizado en el estadio Boyle’s Thirty Acres de Nueva Jersey la muy publicitada “Pelea del Siglo” entre el campeón mundial de peso pesado Jack Dempsey, estadounidense, y el campeón mundial de peso semipesado Georges Carpentier, francés, con victoria del primero por nocaut en el cuarto round.
12 Corredor de apuestas.
13 Burgo, pueblo.
14 La nobleza negra (nobiltà nera) era aquella facción aristocrática de la moderna Italia unificada que había permanecido leal al Papado cuando el Reino de Italia, al ocupar y anexionar la ciudad de Roma en 1870, disolvió los Estados Pontificios. La nobleza blanca (nobiltà bianca), por el contrario, era el sector de la aristocracia italiana que, sin renegar de su fe católica, había priorizado, en el diferendo entre los dos poderes, la fidelidad a los reyes de la Casa de Saboya.
15 En la Francia de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, demi-monde designaba a la mujer cuya condición oscilaba entre la prostituta de lujo y la amante mantenida por los parisinos adinerados. El término deriva de la obra de teatro Le Demi-Monde, de Alexandre Dumas (h), publicada en 1855. Se utilizaba también, en masculino, para aludir al ambiente social frecuentado por esas mujeres y sus clientes o parejas. Es este último sentido el que usa Mariátegui.

Etiquetado en: Archivo José Carlos Mariátegui catolicismo Cuestión romana Iglesia católica Papado Pío XI Reino de Italia Roma turistificación

Artículos relacionados

26 de marzo de 2023

Repensar el 24 de marzo. Apuntes para refrescar la memoria y entender la historia

29 de septiembre de 2024

Desaparición forzada: la evolución del castigo humano. A diez años de Ayotzinapa

13 de agosto de 2023

A 78 años del horror de Hiroshima y Nagasaki (dossier)

Navegación de entradas

Anterior Entrada anterior: Novela histórica: literatura antes que Historia
Siguiente Entrada siguiente: John Rawls y la “resistencia militante” como categoría inexplorada

¡Síguenos en nuestras redes!

  • Correo electrónico
  • Facebook
  • Instagram
  • Twitter
Copyleft. Permitida la reproducción citando al autor e incluyendo un enlace al artículo original. Tema: Themematic por News Base .
domingo mayo 25, 2025