Una bandada de jotes de cabeza negra se alimentan de carroña. Autor: Julio Monsalvo. Fuente: avesdeperu.org
El escritor Sergio Morán nos acerca este texto que, desde algún confín de la Argentina, un tal Sexto Marco –poeta apócrifo de quien nada sabemos– nos hizo llegar por interpósita persona. Se trata de un poema injurioso dedicado al tiranuelo de poca monta –aunque dotado de un poder de destrucción que excede su talla– que asola al país austral. El manuscrito en nuestro poder está precedido por un extracto del poema Ibis del romano Ovidio y se cierra con una nota autobiográfica de su supuesto autor, escrita en tercera persona. Lo publicamos tal cual lo recibimos.
Ibis (fragmento)
[6] Un solo individuo –y esto mismo es ya una gran afrenta suya– no deja que sea perenne el honor de mi inocencia. Sea quien sea él –pues de momento, a pesar de todo, callaré su nombre–, obliga a mis manos, desacostumbradas, a coger las armas. Él no deja que yo, relegado a donde nacen los fríos aquilones, viva oculto en este exilio mío, y sin compasión atormenta unas heridas que buscan descanso, y expone mi nombre en pleno Foro, y no permite que la que se unió a mí en el perpetuo lazo del lecho llore los funerales de su esposo vivo; y mientras yo abrazo los quebrantados miembros de mi barca, él lucha por adueñarse de las tablas de mi naufragio, y aquel que habría debido apagar las repentinas llamas, ése, como un ladrón, busca el botín en medio del fuego. Intenta que falte el sustento a mi vejez desterrada. ¡Ay, cuánto más merece él mi castigo que yo!
(…)
[29] En cambio yo seré para ti, violento, que me pisoteaste en mi caída, yo seré, mientras pueda en mi triste situación, el enemigo que mereces. Antes dejará de oponerse la humedad al fuego, y juntos estarán con la luna los rayos del sol, y la misma parte del cielo enviará los céfiros y los euros, y el cálido noto soplará desde el helado polo, y una concordia desconocida vendrá al humo de los hermanos, al que separa un viejo odio en la pira encendida, y la primavera se mezclará con el otoño, con el invierno el verano, y una misma región serán el poniente y el oriente, antes de que yo abandone unas armas que empuñé contra ti al romperse nuestra amistad, malvado, por tus delitos. Nuestra paz será, mientras a mí me quede vida, la que suele haber entre los lobos y el desvalido ganado.
(…)
[108] Que la tierra te niegue sus frutos, el río su corriente, que el viento y la brisa te nieguen sus soplos. Y que el sol no brille para ti, ni que Febe te ilumine, que los brillantes astros falten a tus ojos. Que no se te ofrezca fuego ni aire, y no te hagan camino ni la tierra ni el mar. Que desterrado y pobre andes errante y vayas de puerta en puerta, y con boca temblorosa pidas un poco de comida. Que ni tu cuerpo ni tu mente, enfermos, estén libres de quejoso dolor, que la noche te sea más pesada que el día, y el día que la noche. Que siempre seas desgraciado sin que a nadie le duela tu desgracia: que mujeres y hombres se regocijen de tus infortunios. Que el odio se sume a tus lágrimas, y que se te crea digno, a ti que sufres muchos males, de que sufras muchos más. Y que la visión de tu desgracia, despojada –cosa rara– de la compasión que suele despertar, sea motivo de repulsa hacia ti.
Que no te falte una razón, pero que te falte la posibilidad de morir: que la ansiada muerte huya de tu vida forzosa, y que la respiración, tras larga lucha, abandone tus miembros martirizados, pero antes te torture en larga demora.
Así será: Febo mismo me dio presagios del evento, y un pájaro aciago voló desde la izquierda. Con razón creeré yo que lo que pido conmoverá a los dioses y me alimentaré siempre, perjuro, de la esperanza de tu muerte. Y me arrancará el aliento que tú tanto has atacado aquel último día, que tanto tarda en llegarme, antes de que este dolor se pueda desvanecer jamás con el paso del tiempo, o que los días y sus horas suavicen mi odio. Mientras los tracios luchen con el arco y los yáziges con la lanza, mientras sea templado el Ganges, frío el Danubio, mientras los montes tengan robles, suaves pastos los campos, mientras tenga el etrusco Tíber aguas cristalinas, estaré yo en guerra contigo; ni siquiera la muerte pondrá fin a mis iras, sino que daré violentas armas a mi ánima para luchar contra la tuya.
(…)
[639] Que de momento te llegue este mensaje en este mi improvisado rollo, para que no te quejes de que me olvido de ti: es poca cosa, lo confieso; pero que los dioses a los que he invocado te concedan más, y que multipliquen con su favor mis peticiones.
Ovidio
Ovidio fue un poeta romano que nació en el año 43 a C. Fue contemporáneo de Propercio, Horacio y Virgilio. Es el poeta romano que más cultivó la elegía de amor erótico. En el año 9 d. n. e., Augusto lo desterró a Tomis (actual Constanza en Rumania). En el destierro escribió dos obras muy importantes sobre su condena: Tristia y Pónticas, a medio camino entre la elegía y la epístola. De esta época es Ibis, largo poema dedicado a un enemigo (probablemente el culpable de su destierro). La idea se la sugirió un poema de Calímaco, hoy perdido. Ovidio enlaza una cadena de insultos con referencias míticas cuyo contraste resulta grotesco.
Jote1
Igual que el desterrado Ovidio maldijo a su enemigo, yo te maldigo a vos y tus cómplices. Mientras nosotros nos aferramos a una barca que naufraga, se roban el botín abandonado entre las llamas, pretenden dejarnos sin sustento y con un futuro miserable.
A los amigos que me favorecen en este barro lleno de gusanos les estoy agradecido por la eternidad y serán testigos de mi gratitud. En cambio, para vos, tiranuelo sin luces, te reservo los deseos más oscuros que puedas imaginar. No espero menos que tus entrañas sean devoradas por la eternidad. Antes de que deje de ser tu enemigo las lenguas del mundo se volverán una, las montañas dinamitadas para saciar la voracidad inútil volverán a llenarse de vida, el asolador de tierras y cuerpos será un benefactor. Que el cielo, la tierra y el agua acepten mis plegarias, que se cumpla lo que pido, aun lo que olvido y sea el tiranuelo más miserable de lo que es un mendigo.
Que te arrojen al mar envuelto en la bandera argentina
Que te gatillen y no salga el disparo
Que te exilies y nadie te recuerde y nunca te reivindiquen
Que te sientas perseguido, inseguro en tu auto oficial
Que te alcance una esquirla de Río Tercero
Que tus perros muertos orinen en tu boca de cloaca mientras dormís
Que recojas sobras de tachos de basura
Que los médicos no te curen cuando enfermes
Que se acaben las vacunas cuando el virus te invada
Que un satélite caiga en el patio de tu casa
Que el piloto de tu avión se entere que es enfermo terminal
Que alguien te corte los miembros, como Saturno cortó las partes en donde fue engendrado
Que los pájaros te caguen con mierda radioactiva
Que tomes agua contaminada por un derrame tóxico de la mina
Qué fumiguen tu casa y lo que comés
Que el incendio de los bosques y los campos convierta en ceniza tu espalda
Que te ahogues con una papa frita de la Arístides2
Que una mosca pudra la fruta y te la comas
Que digas reforma pro mercado y la comida escasee en tu barrio cerrado
Que digas economía sana y se llene de cucarachas tu cena
Que te arrodilles ante un rey que acaba de abdicar
Que un bot te diga todas las mañanas que Marx es el pensador más importante de la Historia
Que te quedes senil y repitas frases de El capital
Que tus frases sobre economía se usen en un capítulo de los Simpson
Que quieras decir Libertad y repitas fascismo
Que quieras decir capitalismo y tu boca escupa bosta
Que hagan con tu pelo alfombras para puerta
Que tus fluidos seminales sirvan para esterilizar ratas
Que digas Liberal Libertario y se te acalambren los huevos
Que te despiertes y hayan nacionalizado la banca, el comercio exterior
y la industria mientras todavía sos presidente
Que arrasen tu casa después de haberla asaltado como hicieron con el Paraguay
Que sufras las torturas de Túpac Amaru, que te cacen a tiros de wínchester
o te envenenen con estricnina y paguen por tu par de orejas
Mientras los Andes existan, mientras sople el viento en el mar y en los valles,
mientras quede un trabajador, estaré en guerra con vos.
Que los dioses concedan mis deseos y te multipliquen estos favores.
Que tus influencers te hagan llegar este mensaje.
Sexto Marco
Nada sabemos del poeta argentino Sexto Marco, ni referencias ciertas de nacimiento ni lugar de procedencia. Los datos de su vida se pierden en el griterío de pasiones tristes en redes sociales, comentarios anónimos y citas apócrifas en posteos.
NOTAS
1 El jote es un ave rapaz de cabeza negra y desnuda que habita en la Argentina y otros países del continente americano. Se alimenta de carroña y basura.
2 Arístides Villanueva. Tradicional y concurrida calle de la ciudad de Mendoza, situada en la Quinta Sección. Nace en la avenida Belgrano y desemboca en el parque San Martín. Es muy conocida por su oferta gastronómica y vida nocturna (bares, restoranes, pubs, etc.).