Litografía de Mikhail Karasik para la serie Homenaje a Khidekel (San Petersburgo, MK, 2012). Fuente: https://mikhailkarasik.com
Debido a algunos contratiempos personales y operativos, nos vemos en la necesidad de postergar un par de semanas –cuánto nos mortifica hacer este anuncio– el lanzamiento del octavo número de Corsario Rojo, nuestra revista semestral en PDF. Sepan disculparnos por esta desprolijidad… Son cosas que suelen suceder con los proyectos editoriales hechos a pulmón, con pocos brazos y magros recursos. Pero pueden amenizar la nueva espera leyendo la selección de fragmentos que publicamos en la edición anterior de Kalewche a modo de anticipo, si es que aún no la han leído.
Y pueden también leer este otro extracto (ya habíamos compartido un adelanto a mediados de abril) de “Protesta y represión, memoria y negación. Pensar subversivamente Mileilandia”, de Federico Mare; un ensayo que, por su actualidad y extensión (es el texto más coyuntural y largo de Corsario Rojo VIII), se presta mejor a una publicación parcial en nuestro quincenario. El extracto ha sido adaptado especialmente para la ocasión por Federico, quien, entre otras modificaciones de contenido y forma que juzgó convenientes, aligeró el texto suprimiendo –por sugerencia nuestra– muchas notas al pie con referencias bibliográficas y hemerográficas, que obviamente estarán disponibles en la versión completa de CR8.
La derecha argentina –y no solo la argentina, desde luego– suele querer deslegitimar la protesta popular aduciendo que es “política”, que está “ideologizada”. ¡Eureka! La ideología y la política están en todos los intersticios de la vida social, en todos los recovecos de la cultura. Incluso en aquellos que, a primera vista, parecen muy inocentes e inocuos.
Un botón de muestra (tragicómico): Anastasia, la película de dibujos animados codirigida por Don Bluth y Gary Goldman, con su interpretación en clave satánica de la Revolución Rusa, ¿no representa acaso un ejemplo desembozado de propaganda macartista para infantes? El gran estallido insurreccional de 1917 es, sin más, presentado al público espectador como el cumplimiento de la maldición de Rasputín, perverso brujo que, resentido con los Romanov, ha vendido su alma al diablo para tomar venganza, desatando fuerzas demoníacas que soliviantan al pueblo contra el bondadoso zar, su adorable familia y su paternal gobierno autocrático…
Podríamos enumerar, sin dudas, muchos otros botones de muestra más, pero sería tedioso. Quienes lean este ensayo, seguramente sepan engrosar la lista de ejemplos.
La ubicuidad de la ideología debiera ser, a esta altura de los tiempos, en pleno siglo XXI, una verdad de Perogrullo. Sin embargo, en esta Argentina que Milei ha retrotraído a la caverna, el panorama es muy diferente. En Mileilandia reina con fatuidad la “pospolítica”.
San Martín y Cometierra
En su carta al gobernador bonaerense Juan Manuel de Rosas del 2 de noviembre de 1848, remitida desde Boulogne-sur-Mer, el brigadier general (r) José de San Martín, uno de los grandes próceres del panteón nacional argentino (no me estoy yendo por las nubes de Úbeda, aunque eso parezca), comentaba con preocupación y malestar:
“Para evitar el que mi familia volviese á presenciar las trágicas escenas que desde la revolución de febrero se han sucedido en París, resolví transportarla á este punto, y esperar en él, no el término de una revolución cuyas consecuencias y duración no hay previsión humana capaz de calcular sus resultados, no sólo en Francia, sino en el resto de la Europa; en su consecuencia, mi resolución es el de ver si el gobierno que va á establecerse según la nueva constitución de este país ofrece algunas garantías de orden para regresar á mi retiro campestre, y en el caso contrario, es decir, el de una guerra civil (que es lo más probable), pasar a Inglaterra, y desde este punto tomar un partido definitivo.
En cuanto á la situación de este viejo continente, es menester no hacerse la menor ilusión: la verdadera contienda que divide su población es puramente social; en una palabra, la del que nada tiene, tratar de despojar al que posee; calcule lo que arroja de sí un tal principio, infiltrado en la gran masa del bajo pueblo, por las predicaciones diarias de los clubs y la lectura de miles de panfletos; si á estas ideas se agrega la miseria espantosa de millones de proletarios, agravada en el día con la paralización de la industria, el retiro de los capitales en vista de un porvenir incierto, la probabilidad de una guerra civil por el choque de las ideas y partidos, y, en conclusión, de una bancarrota nacional visto el déficit de cerca de 400 millones en este año, y otros tantos en el entrante: éste es el verdadero estado de la Francia y casi del resto de la Europa, con la excepción de Inglaterra, Rusia y Suecia, que hasta el día siguen manteniendo su orden interior.”
Me pregunto si quienes procuran deslegitimar las movilizaciones de protesta en Argentina –o ficciones como Cometierra, la novela de Dolores Reyes–1 señalándolas como “politizadas” o “ideologizadas”, harían lo mismo con la misiva donde San Martín, ya anciano, desde su exilio francés, habla con tanta alarma –y no poca antipatía– de la oleada revolucionaria del 48 en París y gran parte de Europa. Sospecho que no. Milei y sus secuaces no tienen problemas con la ideología y la política en general, sino con aquella ideología y aquella política que no son de su agrado en particular. En el país de los fariseos escandalizados por la geofagia, en la Mileilandia de los filisteos soliviantados contra Cometierra, es bueno que no comamos vidrio.
El liberalismo moderado o conservador (como se lo prefiera definir) de San Martín, su hostilidad al socialismo, no resultan conflictivos para la derecha argentina, toda vez que no contradicen sus valores. Les importa un bledo que la correspondencia sanmartiniana, saturada como está de ideología, sea citada y comentada hasta el hartazgo, incluso en las escuelas, en clases de historia o actos conmemorativos. No les inquieta en lo más mínimo que tenga un fortísimo y explícito contenido político, ideológico. La política y la ideología se vuelven problemáticas si y solo si son de izquierda, o sea, cuando no encajan en sus preconceptos de «orden» y «patria».
Pakapaka, toletole
El gobierno de Milei ha anunciado que redoblará su batalla cultural contra el “adoctrinamiento izquierdista” en Pakapaka, la TV pública infantil de órbita nacional creada en el período kirchnerista. La asombrosa excursión de Zamba, la serie animada de divulgación histórica acerca de un niño inquieto que viaja a través del tiempo para conocer el pasado de Argentina, será sometida a un severo proceso de «depuración» ideológica tendiente a erradicar todo elemento de revisionismo nac & pop o “marxismo cultural”, y a reponer el paradigma clásico liberal de la Historia oficial, con una explícita reivindicación de personajes como Julio A. Roca, el conquistador genocida del “Desierto”.
No conformes con esto, las autoridades han decidido que Pakapaka transmita Tuttle Twins, una tira yanqui de dibujos animados creada ex professo para hacer propaganda neoconservadora y anticomunista, producida por el Libertas Institute, una fundación de derecha con sede en la Utah mormona, bastión del Bible Belt o “Cinturón Bíblico” de la “América Profunda”. En cada capítulo de este cartoon –que también se inscribe en el género de la didáctica crononáutica– se idealizan o demonizan burdamente, alternando el panegírico y la catilinaria, diversas figuras, doctrinas y experiencias históricas en función de su cercanía o lejanía a las ideas de la derecha liberal minarquista y a los valores religiosos tradicionales. Milton Friedman, Adam Smith y Ludwig von Mises son retratados como héroes de la libertad, mientras que Karl Marx es ridiculizado y denigrado. La Europa del Este anterior a la caída del muro de Berlín es mostrada como una distopía terrorífica; la Revolución Cubana, como una calamidad cuasi-apocalíptica (de hecho, uno de los personajes protagonistas, la abuela Gabby, es una emigrada cubana anticastrista). China y Corea del Norte tampoco se salvan de la difamación teratológica, desde luego. Lo mismo hay que decir de la Argentina peronista pre-Milei, satirizada en la Atlántida corrupta de la “Brigada del Balde”. No sólo el socialismo, sino también la fiscalidad, el Estado de bienestar –lo poco que queda de él– y la laicidad son ferozmente simplificados, tergiversados y condenados. Al mismo tiempo, las prácticas capitalistas son ensalzadas, incluyendo la especulación financiera con bitcoins. Añadamos a todo este lavado de cerebro en clave neocon el emprendedurismo, el trato benevolente hacia el terraplanismo y la mirada moralista –pesimista– sobre las familias monoparentales.
La serie animada Tuttle Twins está basada en la colección homónima de libros ilustrados del abogado ultraderechista Connor Boyack, el presidente del Libertas Institute. Una de estas obritas infantiles con ínfulas moralistas y misionales de buen pastor, The Tuttle Twins and the Medals of Merit (2024), apología sin sutilezas del individualismo competitivo y la meritocracia, incluye a un Javier Milei adolescente y deportista que rechaza con bronca y desdén la medalla al mérito de su entrenador woke porque éste, para llevar agua al molino de su «mediocre» e «indolente» ética igualitarista y cooperativista (fundada en la «capciosa» y «estafadora» ideología marxista), ha decidido dar el mismo premio a todos sus entrenados. En agosto del año pasado, Boyack le escribió públicamente a Milei –de quien se declara ferviente admirador– el siguiente mensaje en la red X:
“Hola Milei. Soy autor de los libros Tuttle Twins, que enseñan los principios de la Libertad a los niños. Hemos editado nuestra última obra de Tuttle Twins en la cual usted aparece como un joven. ¿Me puedes decir cuál sería la mejor manera de compartirlo? Tenemos libros que incluyen a los economistas que son sus favoritos. Imagine a miles de niños en Argentina leyendo estas ideas y aprendiendo sobre la libertad. ¿Qué piensa?”.
El narcisista y fanfarrón de Milei, complacido en su vanidad, retuiteó el mensaje de su adulador mormón. Boyack celebró el logro citando el eslogan de su ídolo sudamericano: “¡Viva la Libertad, carajo!”. Lo cierto es que The Tuttle Twins se incorpora a la programación de Pakapaka, la TV pública infantil de Argentina que se financia –démosles la misma medicina– “con la nuestra”.
¿Bajar línea contra el socialismo y el progresismo no es adoctrinar? ¿El liberalismo conservador está fuera del espectro político?
Blitzkrieg contra el derecho de huelga
Pero volvamos a la criminalización de la protesta social. Reprimir las manifestaciones populares bajo el argumento de que están “politizadas” o “manipuladas” por la oposición, constituye un acto supremo de cinismo político. No hay nada menos aséptico y más hipócrita que militar la asepsia selectiva. Y en esto consiste, esencialmente, el discurso criminalizador de la protesta y la huelga que propaga La Libertad Avanza: en militar la asepsia selectiva, es decir, en hacer política en nombre de la «antipolítica». Como si la propia ideología, por el solo hecho de ser la ideología de uno mismo y no la de los demás, dejara mágicamente de ser –vaya a saberse cómo– ideología. ¿Sentido común? ¡Claro! Pero ¿quién dijo que el sentido común no es ideología? Tan sólo es ideología naturalizada, asumida como natural, sin serlo en absoluto.
Imposible no acordarse de la famosa parábola de la paja y la viga, atribuida a Jesús de Nazaret. Parábola que a continuación cito, en la versión que recoge de ella el Evangelio de Lucas: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.” Hoy sabemos que, al menos en lo que respecta a presupuestos ideológicos, es imposible tener despejados de paja los ojos. La imparcialidad no existe, menos en política. Pero sí existe la honestidad intelectual para asumir ese hecho, a gusto o a disgusto. Quienes no la tienen, transforman la paja de sus ojos en una viga gigantesca, agravando la dificultad gnoseológica de la «no neutralidad» con el vicio más ordinario y dañino de la estulticia.
La posibilidad de hacer política con palabras y acciones –de apoyo, por qué no, pero más aún de oposición– es la esencia misma de la democracia. La protesta no trastorna ni socaba el régimen democrático. El pueblo movilizado en las calles no representa una «anomalía» que se puede «tolerar» ni –menos que menos– una «amenaza» que se debe «extirpar». La política de oposición –hacerla y aceptarla, tanto en el discurso como en la práctica– es algo consustancial a la democracia. Libertad de expresión, pues, pero también libertad de reunión. Ambas de consuno. Sin olvidarnos del derecho de huelga, hoy en grave riesgo por el decreto 340/25, que corre por derecha –¿quién lo hubiera imaginado?– a las nada izquierdistas CGT y OIT, siempre preocupadas por la concordia obrero-patronal.
Por lo importante y revelador –en términos económico-sociales e ideológicos– que resulta el DNU 340 promulgado por el Poder Ejecutivo Nacional, conviene que nos focalicemos un poco en él. Ante todo, subrayemos algo: es un decreto de pésima factura técnica, incoherente hasta lo estrafalario. En los extensísimos considerandos del decreto (casi 4.000 palabras),2 se postula insistentemente que el objeto es “la marina mercante nacional”, y que la finalidad es reactivar económicamente el “sector del transporte marítimo y fluvial argentino” porque “se encuentra atravesando una situación de crisis y emergencia”. Vale decir que la materia y el propósito del DNU 340/25 están acotados a un rubro sumamente específico de la economía argentina. Los artículos 1 (“Apruébase el Régimen de Excepción de la Marina Mercante Nacional”) y 2 (“Declárase como servicio esencial la navegación por agua marítima y/o fluvial destinada al transporte comercial de personas, de mercaderías, de carga, servicios conexos y operaciones costa afuera”), igual que casi todos los que les siguen (en total son 43), mal o bien tienen pertinencia. Están en sintonía con la cuestión naval tematizada por el decreto, más allá de que podamos estar en radical desacuerdo –quien escribe, de hecho lo está– con su tendenciosidad neoliberal, su animosidad antiobrera y –en varios aspectos– su inconstitucionalidad normativa.3
Pero el art. 3 es un conejo sacado de la galera, un abracadabra insólito, un hocus pocus jurídico de tecnócratas y leguleyos al servicio del círculo rojo. Intempestivamente lanza un Blitzkrieg, una guerra relámpago sin cuartel contra el derecho de huelga en general, metiendo una modificación de gran calado a la ley 25.877 de Régimen Laboral, sustituyendo su art. 24 (el cap. III entero: “Conflictos colectivos de trabajo”) por uno nuevo. Esta enmienda furtiva y artera, hecha en sordina y con alevosía, resulta, además de reaccionaria e inconstitucional, totalmente improcedente en el marco del decreto, pues no guarda concordancia con los considerandos y el resto del articulado. El cercenamiento del derecho de huelga no solo es profundísimo, sino que excede ampliamente al sector de la marina mercante, damnificando a casi toda la clase trabajadora argentina (sector primario, industria y servicios). Se hace difícil hallar un rubro de cierta relevancia que no quede alcanzado por las restricciones exorbitantes del DNU. El decreto 340 es el caballo de Troya de la reforma laboral en marcha, iniciada en 2024 con el Mega-DNU y la Ley Bases. Borra de un plumazo el derecho de huelga a fin de postrar a los sindicatos, precarizar aún más el empleo y mantener pisados los salarios.
El viejo artículo 24 de la ley 25.877 estipulaba que, “cuando por un conflicto de trabajo alguna de las partes decidiera la adopción de medidas legítimas de acción directa que involucren actividades que puedan ser consideradas servicios esenciales, deberá garantizar la prestación de servicios mínimos para evitar su interrupción”, definiendo como esenciales solamente “los servicios sanitarios y hospitalarios, la producción y distribución de agua potable, energía eléctrica y gas y el control del tráfico aéreo”. Aunque preveía excepcionalmente–toda la verdad sea dicha– la posibilidad de ampliar las actividades con ese carácter especial mediante la creación ad hoc de “una comisión independiente integrada según establezca la reglamentación, previa apertura del procedimiento de conciliación previsto en la legislación”, cuando se dieran estos dos supuestos, o uno de ambos: “a) Cuando por la duración y extensión territorial de la interrupción de la actividad, la ejecución de la medida pudiere poner en peligro la vida, la seguridad o la salud de toda o parte de la población” y “b) Cuando se tratare de un servicio público de importancia trascendental, conforme los criterios de los organismos de control de la OIT”.
El nuevo art. 24 amplía considerablemente las actividades esenciales, crea la categoría “actividades de importancia trascendental” y define con exactitud qué debe entenderse por “servicios mínimos” en ambos casos: un piso de cobertura en la prestación laboral del 75 y 50 por ciento, respectivamente. Además de salud, agua potable, gas, electricidad y aeronavegación, ahora se consideran actividades esenciales los “servicios farmacéuticos”, “otros combustibles” (petróleo, por ejemplo), “telecomunicaciones, incluyendo internet y comunicaciones satelitales”, “todos los servicios portuarios”, “servicios aduaneros y migratorios, y demás vinculados al comercio exterior”, “cuidado de menores y educación” (salvo en el nivel superior) y “transporte marítimo y fluvial de personas y/o mercaderías” (ítem redundante, pues se superpone totalmente con el artículo 2 del DNU). Las actividades tipificadas como trascendentales son, en verdad, un montón. Las transcribimos:
“a. La producción de medicamentos y/o insumos hospitalarios;
b. El transporte terrestre y subterráneo de personas y/o mercaderías a través de los distintos medios que se utilicen para tal fin;
c. Los servicios de radio y televisión;
d. Las actividades industriales continuas, incluyendo siderurgia y la producción de aluminio, actividad química y la actividad cementera;
e. La industria alimenticia en toda su cadena de valor;
f. La producción y distribución de materiales de la construcción, servicios de reparación de aeronaves y buques, todos los servicios aeroportuarios, servicios logísticos, actividad minera, actividad frigorífica, correos, distribución y comercialización de alimentos y bebidas, actividad agropecuaria y su cadena de valor;
g. Los servicios bancarios, financieros, servicios hoteleros y gastronómicos y el comercio electrónico; y
h. La producción de bienes y/o servicios de toda actividad que estuvieran afectados a compromisos de exportación.”
Nótese no solamente la hipertrofia regulacionista/limitacionista de dimensiones elefantiásicas (no hay laissez faire para los trabajadores, como sí lo hay para los capitalistas, incluso cuando estos traicionan la competitividad buscando prebendas estatales, acuerdos de cartelización y posiciones dominantes en el mercado) y el abuso descarado del concepto “importancia trascendental” (¡Hoteles y restoranes! ¡Expendio de bebidas! ¡Compras por internet!), sino también la vaguedad de algunas tipificaciones, por ejemplo, “actividades industriales continuas” o bienes y servicios “afectados a compromisos de exportación”. ¿Cuántas fábricas producen discontinuamente? ¿Una empresa que vende parte de su stock de juguetes, golosinas, cigarrillos o bijouterie en el exterior estaría desarrollando una actividad de importancia trascendental? ¿Y una compañía bancaria o de seguros con clientela off-shore? ¿Quienes trabajan en este tipo de empresas solo podrían hacer huelgas a medias, sin superar el techo de ausentismo del 50%? ¡Un disparate!
Ni hablar de las actividades esenciales… Trabajadores de la salud y de la industria farmacéutica, maestras y profesores, marineros y portuarios, petroleros, telefónicos, periodistas, técnicos de radio y TV, pilotos y azafatas de aerolíneas, por citar algunos ejemplos, si hicieran paro tendrían que garantizar un presentismo con cumplimiento efectivo de tareas en el orden del 75% (!). Una restricción semejante es prácticamente lo mismo que una prohibición.
Sin exagerar, podemos decir que el DNU 340/25, habida cuenta sus alcances y drasticidad, viene a ilegalizar en Argentina la medida de fuerza del paro, a no ser que estemos hablando de pymes o rubros de importancia menor, o bien, de acciones huelguísticas minoritarias y de carácter testimonial, condenadas a la impotencia. Un derecho de huelga mutilado en tres cuartas partes o la mitad es lo mismo que la nada. Muy poco podría lograrse con él, en términos de mejoras salariales o en las condiciones laborales, o de reincorporación de trabajadores despedidos o suspendidos.
Que el gobierno haya interpolado estrambóticamente una reforma laboral contra el derecho de huelga en medio de un decreto sobre la marina mercante, se debe obviamente a la necesidad de actuar con sigilo, con disimulo. Probablemente las autoridades ejecutivas no esperaban que la jugarreta pasara largamente inadvertida, pero sí deben haber tenido la expectativa de atemperar y demorar un poco el impacto público de la noticia, el escándalo, para que la resistencia gremial no fuera tan vigorosa, y para que el recurso de amparo que habría de presentar inexorablemente la CGT contra los arts. 2 y 3 no fuese tan inmediato, ni tan inmediata fuese tampoco la decisión de la justicia laboral, que seguramente Milei y sus adláteres daban por descontado que sería en su contra. Lo cierto es que la central sindical hizo su presentación el 26 de mayo, seis días después de promulgado el DNU. La resolución de la jueza Moira Fullana, haciendo lugar a la medida cautelar peticionada por la CGT, recién salió el 2 de junio. Los arts. 2 y 3 del DNU han quedado provisoriamente en suspenso, hasta tanto la justicia se expida sobre la cuestión de fondo. Pero estuvieron vigentes durante dos semanas… En ese interín, puede que hayan causado daño. Y es probable que ese haya sido el cálculo del gobierno: retrasar el freno de la justicia. ¿Cuál será finalmente la sentencia? El derecho constitucional de huelga en Argentina pende de un hilo.4 Estemos alertas… Lo que no se pueda defender con papeleo en los estrados, habrá que defenderlo con el cuerpo en las calles.
Balance con historia
El historiador que escribe este ensayo no encuentra, en la Argentina más o menos reciente, otra embestida jurídica general tan grave contra el derecho de huelga, al margen –por supuesto– de los intervalos dictatoriales, durante los cuales todas las libertades públicas y garantías constitucionales quedaron conculcadas. Habría que remontarse al gobierno «desarrollista» de Frondizi (1958-62) y su ultrarrepresivo Plan Conintes, hace más de sesenta años, en el contexto de una Guerra Fría hemisféricamente recrudecida por el fantasma socialista de la Revolución Cubana y la paranoide Doctrina de Seguridad Nacional, cuando el peronismo estaba proscripto y la espada de Damocles del pretorianismo golpista pendía sobre la frágil cabeza de una democracia vigilada y tutelada, recién salida de la dictadura gorila y fusiladora del Gral. Aramburu, aquella que inspiró a un tal Rodolfo Walsh, allá por 1957, a escribir Operación Masacre. Pero con Menem, De la Rúa y Macri –los tres presidentes centroderechistas posteriores al Consenso de Washington– nunca se llegó tan lejos en la hostilidad hacia el derecho de huelga, ni tampoco durante los ochenta alfonsinistas y los gobiernos kirchneristas/justicialistas del siglo XXI. Otro tanto puede decirse de la presidencia sesentista trunca de Illia y del turbulento paréntesis peronista de 1973-76.
¿Hay que bajarle el precio a esta reaccionaria medida antiobrera y antisindical de Milei sólo porque todavía no sabemos si tendrá éxito, si el pueblo argentino la dejará pasar? ¿Debemos considerar al actual mandatario uno más del montón, otro de los tantos políticos neoliberales que se sentaron en el sillón de Rivadavia desde que volvió la democracia en el 83? Algunos intelectuales de izquierda dirán que sí, que Milei es tan mediocremente malo como sus predecesores progres y de centroderecha. Mi opinión es que no. Me parece absurdo y ridículo juzgar a los gobiernos solamente por sus resultados, por sus logros. Hay que juzgarlos también por sus proyectos, por sus intenciones. ¿Un asesino deja de ser asesino porque yerra en su disparo o porque la víctima logra esquivar la puñalada? Tengamos sensatez. No le restemos importancia a Milei aduciendo que los otros presidentes que ha tenido la Argentina también fueron jodidamente defensores del capitalismo. El parentesco de esencia es lo más importante (eso que se ha dado en llamar extremo centro), pero las diferencias de grado también cuentan. Son más que meros matices.
Federico Mare
NOTAS
1 En noviembre de 2024, la vicepresidenta Villarroel criticó acremente al gobierno bonaerense, de otro signo político (peronista), por distribuir en las escuelas libros presuntamente inmorales, “pornográficos” e incluso “pedófilos”. Se trató de una calumnia pacata y demagógica. Aunque incluyen situaciones y diálogos eróticos, ninguna de las obras literarias cuestionadas es de género porno ni de lectura obligatoria, ni tampoco para niños/as de la primaria (mucho menos promueven la pederastia). Fueron enviadas a las bibliotecas de la secundaria como material opcional, para docentes y estudiantes adolescentes, respetando la ley de ESI en su letra y espíritu.
2 Entre los considerandos, figuran las libertades de comercio y circulación, la “libre navegación de los ríos interiores”, la “defensa de la competencia contra toda forma de distorsión de los mercados”, el estímulo a la inversión, la “creación de nuevas fuentes laborales”, la provisión a “la seguridad de las fronteras”, el impulso a “un sistema económico basado en decisiones libres y en la interacción espontánea de la oferta y de la demanda” (con miras a la “reactivación de la economía” y la “desregulación de los mercados”), la “salud de la población”, el adecuado “suministro de insumos esenciales”, la protección de “la conectividad y el comercio local e internacional”, y la “libertad de contratación por parte del empleador” como “principio insoslayable”. También figura la “emergencia pública en materia económica, financiera, fiscal, administrativa, previsional, tarifaria, sanitaria y social” (Mega-decreto 70/23) y “en materia administrativa, económica, financiera y energética” (Ley Bases). Véase Boletín Oficial de la República Argentina, 20 de mayo de 2025, disponible en www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/325658/20250521.
3 El decreto viene a extranjerizar e hiperconcentrar la marina mercante, a destruir los astilleros nacionales, a generar desempleo masivo y precarización entre los trabajadores nativos del sector, y a quebrantar su capacidad de resistencia sindical. Los obreros marítimos y fluviales, mayormente nucleados en Fesimaf, se encuentran en estado de alerta y movilización, y realizaron un paro nacional el 27/5.
4 Esta ofensiva mileísta contra el derecho de huelga tiene antecedentes, como bien ha explicado el abogado laboralista Matías Cremonte en una entrevista con Luis Angió: “El decreto 340 (…) retoma aquella línea del decreto 70/23. Por lo menos, en lo que respecta a la restricción del ejercicio del derecho de huelga. Tenía un capítulo referido justamente a la huelga en los servicios esenciales, que fue declarado inconstitucional en aquel entonces por la Justicia Nacional del Trabajo. Luego, la Ley Bases, ya en julio del año pasado, incorporó la reforma laboral de manera muy regresiva, pero no había tocado los aspectos colectivos. Ahora, a través del DNU 340/25, se retoma esa senda y se avanza en una restricción muy fuerte del derecho de huelga”. Huella del Sur, 1° de junio de 2025, disponible en https://huelladelsur.ar/2025/06/01/decreto-340-y-el-recorte-de-derechos-laborales-entrevistamos-a-matias-cremonte.