Ilustración de Joaquín Aldaguer (2023). Fuente: www.cartoonmovement.com
Hace pocos días, se cumplió un año del gobierno de Javier Milei en Argentina. Su gestión macroeconómica constituye uno de los experimentos más extremos que se recuerden de ofensiva neoliberal-minarquista en América Latina y el mundo, al menos si nos circunscribimos a este siglo.
Muchos balances se han publicado en la prensa argentina y global, de dispar calidad y no menos disímil veredicto. Aquí, para no llover sobre mojado, optamos por traducir del inglés –con la inestimable ayuda de nuestro camarada Santiago Díaz– un artículo del intelectual y bloguero británico Michael Roberts, uno de los grandes economistas marxistas de nuestro tiempo, con residencia actual en Londres.
Queda para otra ocasión un balance de los demás aspectos de la política mileísta: renovada «carnalidad» en la relación exterior con el Tío Sam y la OTAN, criminalización de la protesta social, agenda antiecológica, «batalla cultural» (cruzada neoconservadora), demagogia en medios y redes, etc. Las semejanzas entre Milei y Trump son obvias, si hablamos de facetas como el populismo de derechas, la orientación en cancillería, la negación del cambio climático y el neoconservadurismo cultural. En materia de política económica, por el contrario, hay diferencias, aunque dentro del marco general del capitalismo neoliberal (por ej., aperturismo radical vs. proteccionismo selectivo).
“Milei’s ‘creative destruction’” fue originalmente publicado en The Next Recession, el blog de Roberts, con fecha 10 de diciembre. Todas las aclaraciones entre corchetes son nuestras. Agradecemos al autor la deferencia de habernos autorizado esta traducción.
El próximo domingo, en el último número de Kalewche antes del receso vacacional, publicaremos otro artículo sobre el «fenómeno Milei»: un ensayo de nuestro camarada arubeño-argentino Arturo Desimone, que es una autotraducción revisada, aumentada y actualizada de “Milei as the Argentine Messiah After the Failure of the Intellectuals”, prosa que vio la luz en CounterPunch el 12 de julio.
Hace un año que el autoproclamado «anarcocapitalista» Javier Milei se convirtió en presidente de Argentina. Asumió el poder en un país donde la inflación anual era del 160%, más de cuatro de cada diez personas vivían por debajo de la línea de pobreza y el déficit comercial ascendía a 43.000 millones de dólares. Además, con una deuda sideral con el Fondo Monetario Internacional de 45.000 millones de dólares, de los cuales 10.600 millones debían pagarse al prestamista multilateral y a acreedores privados.
La anterior administración peronista había fracasado estrepitosamente en sus intentos de expandir la economía, estabilizar la moneda y bajar la inflación. Tampoco consiguió acabar con la pobreza y reducir la desigualdad. La tasa oficial de pobreza en Argentina aumentó hasta el 40% en el primer semestre de 2023. Según la Base de Datos sobre Desigualdad Mundial [WID, por sus siglas en inglés], el 1% de los argentinos más ricos poseía entonces el 26% de toda la riqueza personal neta, el 10% más rico tenía el 59%, mientras que el 50% más pobre sólo tenía el 5%. En ingresos, el 1% más rico tenía el 15%, el 10% más rico el 47% y el 50% más pobre, sólo el 14%.
El plan de Milei estaba claro (al menos en su mente). Desmantelaría el sector estatal en Argentina, «liberaría» los mercados de la regulación para que las grandes empresas y los inversores extranjeros obtuvieran beneficios; devaluaría la moneda con el objetivo final de la dolarización completa y luego confiaría en el capitalismo sin restricciones para resolver la crisis perpetua. Se trata de un experimento vivo de políticas de libre mercado frente al keynesianismo reformista y semi-intervencionista adoptado por anteriores administraciones.
Al tomar el poder, Milei aplicó una serie de medidas de austeridad, entre ellas recortar drásticamente los subsidios a la energía y al transporte, despedir a decenas de miles de empleados estatales, frenar los proyectos de infraestructuras públicas, y congelar salarios y pensiones por debajo de la inflación.
Ha sido brutal. La economía ha entrado en una profunda depresión. El FMI prevé una contracción del 3,5% para 2024. Se trata de la mayor contracción de cualquiera de las principales economías del G20, sólo superada por la de Haití, controlada por las mafias, y la de Sudán del Sur, asolado por la guerra civil.
Milei pretende acabar con la hiperinflación de la economía mediante una caída deliberada de la producción y el consumo que destruya los costos del capital. Recortando el presupuesto del sector público, los puestos de trabajo y los subsidios a los pobres, pretende aumentar la tasa de explotación de las empresas y, con el tiempo, impulsar la rentabilidad del capital argentino para fomentar la inversión. Después de un año, la inflación mensual se ha reducido drásticamente, ya que, la mayoría de los argentinos se han visto obligados a recortar sus gastos. Sin embargo, los precios siguen siendo casi un 190% más altos que hace un año, cuando Milei asumió el cargo.
La ralentización de la inflación ha fortalecido el peso argentino y reducido el costo de los préstamos. Y, con una amnistía fiscal [el famoso “blanqueo de capitales”], Milei ha conseguido que los argentinos ricos declaren sus ahorros ocultos en dólares (escondidos en cuentas bancarias del extranjero o debajo de los colchones). De este modo, los bancos argentinos han recibido 19.000 millones de dólares, lo que ha aumentado las reservas de divisas.
Milei quiere liberar el peso de los controles, pero si lo hace ahora, el peso, al estar enormemente sobrevalorado, se desplomaría, lo que dificultaría hacer frente a los pagos al FMI. Por suerte, el tan odiado FMI está muy satisfecho con las políticas de Milei. El FMI comentó que “ha habido resultados más rápidos de lo previsto en el restablecimiento de la estabilidad macroeconómica y en el firme reencauzamiento del programa”, agradeciendo a las autoridades argentinas “la decisiva aplicación de su plan de estabilización”. De este modo, los ricos no tienen que pagar impuestos y las medidas de austeridad de Milei han sido acogidas con entusiasmo por el FMI y las grandes empresas argentinas.
El gasto público se ha reducido un 30% interanual en términos reales (ajustado a la inflación), según cálculos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) y la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP). Milei ha cerrado trece ministerios y despedido a unos 30 mil empleados públicos, el 10% de la plantilla federal. También ha congelado las obras públicas y reducido los fondos destinados a educación, sanidad, investigación científica y pensiones. Los recortes presupuestarios han sido especialmente duros en infraestructuras (-74%), educación (-52%), desarrollo social (-60%), salud (-28%) y asistencia federal a las provincias (-68%).
La Cámara Argentina de la Construcción (CAC) estima que el Estado debe actualmente a los contratistas de obras públicas unos 400.000 millones de pesos (o 400 millones de dólares) y que 200 mil trabajadores han sido despedidos en el sector de la construcción desde el inicio de la gestión Milei. Las pensiones estatales se han congelado. En la actualidad, un jubilado de la categoría de ingresos más baja recibe el equivalente a 320 dólares al mes, es decir, apenas un tercio de los 900 dólares que necesita un hogar para sobrevivir.
Según el Consejo Interuniversitario Nacional, el 70% de los salarios docentes y no docentes están por debajo de la línea de pobreza. Ahora Milei ha eliminado el Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID), que subvencionaba estos bajísimos salarios de los educadores de todo el país y representaba casi el 80% de las transferencias del gobierno federal a las provincias para fines educativos. Además de suspender las mejoras en la infraestructura de las escuelas, también recortó los programas de becas para estudiantes en un 69%. Se congelaron los presupuestos universitarios, por lo que muchos campus se quedaron sin recursos para pagar la calefacción de gas y la electricidad, y el sistema universitario declaró el estado de emergencia.
Milei ha recortado los salarios de los investigadores y del personal de apoyo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), el principal organismo dedicado a la ciencia y la tecnología en el país. También redujo drásticamente el número de becas doctorales y postdoctorales, despidió al 15% del personal administrativo del CONICET, congeló el presupuesto de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (I+D+i) y cesó proyectos en instituciones clave, como el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Como resultado, se produjo una caída del 30% en las solicitudes para puestos científicos y de investigación en el país. En una carta pública dirigida a Milei, 68 premios Nobel advirtieron que “el sistema científico y tecnológico argentino se acerca a un peligroso precipicio”.
Los niveles de pobreza han empeorado significativamente. La tasa de pobreza de Argentina ha saltado de casi el 42% al 53%, lo que supone 3,4 millones de argentinos más. Dos tercios de los niños argentinos menores de 14 años viven en la pobreza. Milei ha eliminado los subsidios que se gestionaban a través de organizaciones sociales. Entre las ayudas interrumpidas está la distribución de alimentos a comedores populares, que atienden a niños y familias enteras. También, se han cancelado los programas de empleo canalizados a través de cooperativas de trabajo. Los argentinos, cada vez más, no consiguen trabajo y no cuentan con dinero suficiente para alimentar adecuadamente a sus familias.
Se han recortado los subsidios a la electricidad, el gas, el agua y el transporte público. En diciembre de 2023, una familia de clase media gastaba unos 30.105 pesos (unos 30 dólares) al mes en electricidad, gas, agua y transporte público. Pero en septiembre de 2024, el gasto había aumentado a 141.543 pesos (142 dólares).
Estos golpes masivos a los niveles de vida de los argentinos de clase media, junto con los continuos aumentos de la inflación, han llevado a un colapso del consumo. En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) se registró una caída interanual del 12,9% y del 2,3% respecto a abril de 2024. En el resto del país, el consumo cayó 15,5%% interanual y 3,6% respecto a abril de 2024. Se ha producido un nuevo aumento de la desigualdad. El decil más alto gana ahora 23 veces más que el decil más bajo, frente a una proporción de 19/1 hace un año. La caída de los ingresos alcanza el 33,5% interanual en términos reales entre el decil más pobre, pero sólo el 20,2% entre los más ricos. El índice de desigualdad de Gini ha alcanzado un máximo histórico de 0,47.
A pesar de este despiadado ataque contra el nivel medio de vida, Milei ha mantenido un grado suficiente de apoyo. La gente sigue esperando que ponga fin al caos de la inflación y restaure el crecimiento. Sus índices de aprobación se han mantenido estables. Naturalmente, el apoyo al gobierno de Milei procede principalmente de los argentinos ricos, pero incluso los más pobres, que están soportando la mayor parte de la carga de sus medidas, le siguen mostrando más apoyo que a la anterior administración peronista.
Mediante un agresivo recorte del gasto y la reducción de los ministerios a la mitad, Argentina ha pasado de un déficit fiscal de 2 billones de pesos (2.000 millones de dólares) a finales del año pasado a un superávit de 750.000 millones de pesos en octubre de este año. Se trata del primer superávit fiscal en 16 años.
¿Funcionarán las políticas de Milei? Sin dudas, proporciona un experimento real del éxito de las políticas de «libre mercado» frente a la macro-gestión keynesiana en un país. Pero Argentina es una economía capitalista débil dominada por el imperialismo. Arrastraba un enorme déficit comercial. La devaluación del peso llevada a cabo por Milei [el “Caputazo” de diciembre del 23, no bien asumió de presidente, así llamado en alusión a su ministro de Economía, Luis Caputo] permitió que las exportaciones se recuperaran en el último año (ahora han subido un 30%), mientras que la austeridad interna aplastó las importaciones. Las exenciones fiscales a los ricos han provocado una pequeña entrada neta de capitales tras las salidas masivas del último año de gobierno peronista. De este modo, las reservas de divisas han mejorado ligeramente, pero aún están muy lejos de ser suficientes para hacer frente a los próximos pagos de la deuda, principalmente al FMI. El país se enfrenta a grandes desembolsos de deuda externa por aproximadamente 9.000 millones de dólares en 2025. Pero quizá el FMI sea benévolo. El problema inmediato es que el peso sigue muy sobrevaluado a pesar de la fortaleza del dólar y necesita depreciarse al menos otro 30% para que las exportaciones argentinas sean competitivas. Pero eso no haría sino acelerar de nuevo la inflación.
Los planes «anarcocapitalistas» de Milei son en realidad una forma de “destrucción creativa”, el término que Joseph Schumpeter, el economista austríaco de los años 30, utilizó para explicar cómo las crisis son necesarias en el capitalismo para crear las condiciones de una nueva expansión. Es necesario “limpiar” el sistema de gastos innecesarios, trabajadores improductivos y empresas débiles, haciendo que la economía quede “más aligerada y ajustada”. Hasta ahora, en la “destrucción creativa”, Milei sólo ha conseguido destrucción. Pero, como sostenía Marx, la parte creativa requiere un fuerte aumento de la rentabilidad del capital que lleve a un auge de la inversión y, por tanto, del empleo y los ingresos. ¿Es eso realmente probable, dado el estancamiento mundial y lo hundido que está el sector capitalista argentino? De hecho, ¿será tan profunda la recesión en Argentina que la economía se hundirá en una depresión durante el resto del decenio?
Argentina podría salir de este embrollo si se produjera una bonanza en los precios de las materias primas, como ocurrió a principios de la década de 2000. Argentina es el mayor exportador mundial de aceite y harina de soja, el segundo de maíz y el tercero de soja. Sin embargo, por ahora, los precios de la soja y el maíz no son muy boyantes. Asimismo, Argentina posee las terceras reservas mundiales de litio, lo que la convierte en un actor clave en la transición energética mundial. Sin embargo, los precios del litio se han desplomado recientemente. También cuenta con considerables reservas de gas de esquisto. El yacimiento petrolífero de Vaca Muerta es una de las mayores fuentes de hidrocarburos no convencionales del mundo, con unos 16.000 millones de barriles de petróleo y 308 billones de pies cúbicos [aprox. 8.722 millones de m3] de gas natural, pero en gran parte sin explotar, por ahora.
Las exportaciones son clave y eso significa una devaluación aún mayor del peso que podría volver a acelerar la inflación, a menos que se aplique aún más austeridad a nivel interno. Y la gran preocupación es que el presidente entrante Trump dice que pretende subir los aranceles a todas las importaciones estadounidenses al menos un 20%, lo cual golpeará a la Argentina. No es de extrañar que Milei se haya pasado el tiempo adulando a Trump en Mar-a-Lago [la mansión del líder republicano en Palm Beach, Florida].
Michael Roberts