Fotografía: Andrés Casciani en su atelier de Godoy Cruz, Mendoza (2023). Gentileza del fotógrafo Richard Quevedo.
Nota preliminar.— Nuestro compañero Andrés Casciani, ilustrador de muchas de las publicaciones del semanario dominical Kalewche, es un artista plástico argentino de gran talento, que vive en la provincia de Mendoza, donde nació en 1982; donde se crió y formó durante su infancia, adolescencia y juventud; y donde finalmente se graduó de licenciado en Artes Visuales por la Universidad Nacional de Cuyo. Creador prolífico y versátil, dotado de una gran técnica e imaginación, así como de mucha sensibilidad humana y compromiso social, lleva largos años incursionado intensamente en el dibujo, la pintura, el grabado, la ilustración, el cómic, la caricatura y el arte digital. Ha realizado más de treinta exposiciones individuales y participado en no menos de setenta muestras colectivas (Mendoza, Buenos Aires y EE.UU.). Ha trabajado como ilustrador freelance para numerosos diarios, revistas y sitios web, y también para editoriales de libros, tanto de Argentina y otros países latinoamericanos como de España: La Nación, El Sol, Barcelona, Zero, Sudamericana, Penguin Random House, etc.
Como Andrés ha inaugurado en Mendoza una “Retrospectiva (2011-2023)”, le preguntamos al periodista cultural Alejandro Frías –nuestro público lector ya lo conoce, aunque en otra faceta, la literaria, como escritor de novelas y cuentos, y como autor de El gol con la mano del Chueco Martino (y otras historias apasionadas)– si podía redactar una nota al respecto, pues conoce al artista desde hace mucho tiempo y está familiarizado con su obra. Por fortuna, Alejandro aceptó la invitación. He aquí el texto que nos envió por correo para Nocturlabio, nuestra sección cultural. Nuestras gracias a él, y nuestras felicitaciones a Andrés por su retrospectiva.
Dos corceles encabritados contra un cielo que estalla, y montados en ellos, sendos jinetes, apenas sugeridos por la perspectiva pero claramente identificables. Son Don Quijote y Sancho Panza, y quienes observamos estamos por debajo, muy por debajo, quizá de espaldas al piso, sojuzgados por la furia de esas figuras, una situación que, de ninguna manera, podríamos imaginar.
Así como Salvador Dalí se puso por encima del Cristo crucificado y, con ello, por encima de cualquier mortal, para mirarnos desde arriba, Andrés Casciani nos postra ante el poder de la locura y de ese personaje que, enajenado, ha sido siempre la imagen misma de la mansedumbre.
El barro y el viento se titula esa obra (ver arriba), y elegir detenerse en ella para comenzar a hablar de la muestra retrospectiva que Andrés Casciani inauguró en Bodega Santa Julia, no es aleatorio ni antojadizo, sino que tiene que ver con que, de alguna manera, en ella se sintetizan y unifican varios de los conceptos que están presentes en toda su producción: la línea como soporte y estructura base de la idea, el color como la herramienta para impactar en nuestros sentidos (sí, el color, para Casciani, es una herramienta más), la forma como el sostén de un mensaje, el disloque de la mirada como la esencia de la fortaleza del conjunto, la mancha como una casualidad que, sabemos, no lo es tanto.
La retrospectiva está compuesta por más de cuarenta obras realizadas entre 2011 y 2023, sumando dibujos y pinturas, entre ellas, las de la serie “La Batea” (ver arriba), en la que Casciani recrea las portadas de discos icónicos de la historia de la música mundial, donde despliega recursos que no sólo tienen que ver con lo plástico, sino también con lo lúdico. En este sentido, por ejemplo, en la tapa de Artaud (Luis Alberto Spinetta) asoma como un fantasma la cara del Flaco deformando la portada, mientras que en el caso de Amélie (Yann Tiersen, banda de sonido de la película homónima), el recurso es la caricatura, lo mismo que para The Dark Side of the Moon (Pink Floyd), aunque en este caso recurriendo a la icónica pirámide que descompone la luz como un elemento más del conjunto.
El contraste de espacios iluminados y brillantes contra otros oscuros, y hasta tenebrosos, le da a la serie “La orquesta del Titanic” (ver abajo), y a obras como La veleta o el viento y Spinetta, una profundidad que hasta marea, además de un movimiento y una vitalidad que conmueven, con lo que parecieran, por momentos, estar vivas. Y es que ese es uno de los mejores logros en la obra de Casciani, quien parece insuflarles ánima a sus obras.
El recorrido por esta muestra retrospectiva pone de manifiesto que Andrés Casciani ha construido un estilo propio, basado tanto en los temas como en su técnica, la que parece reforzar cada vez más su identidad.
La muestra, una retrospectiva intensa que expone cómo Casciani se ha consolidado a lo largo del tiempo, puede visitarse hasta el 29 de noviembre en la Cava de Arte de la Bodega Santa Julia (Ruta Provincial 33, km 7,5 de Maipú, provincia de Mendoza), con entrada gratuita, todos los días de 9 a 17.
Andrés Casciani es uno de los grandes artistas mendocinos del siglo XXI, y esta suerte de línea de tiempo hecha retrospectiva lo demuestra.
Alejandro Frías
Nota final.— Andrés Casciani tiene una página web. Allí se pueden apreciar reproducciones de la mayoría de sus obras (dibujos, pinturas, ilustraciones, caricaturas, etc). La dirección es: https://andrescasciani.com