Ilustración: Amazing World of Ghosts, de Anand Swaroop Manchiraju. Fuente: FIZDI.
Nota.— No hace tanto que publicamos un texto de la periodista freelancer de izquierdas Caitlin Johnstone. Fue el 10 de marzo, cuando tradujimos del inglés su punzante artículo “When The Imperial Media Report On An Israeli Massacre” –sobre la Matanza de la Harina en Gaza, la noche del 29 de febrero– para la sección Cartas Náuticas, en dúplex con un discurso de la escritora india Arundhati Roy. Tenemos debilidad por la parresía a martillazos de la bloguera australiana, oriunda de Melbourne. En aquella ocasión, hicimos un somero esbozo de su trayectoria, que no viene mal releer.
Para este domingo, armamos una miscelánea con cuatro prosas suyas de candente actualidad política y social, todas ellas publicadas en su blog durante la segunda quincena de marzo, selección que por supuesto hemos traducido al castellano: “The Empire Slowly Suffocates Assange Like It Slowly Suffocates All Its Enemies” (27/3), “Ghost Town” (25/3), “Just Seeing Through The Propaganda Isn’t Enough — We’ve Got To Open Our Hearts As Well” (23/3) y “You Can’t Trust Any Part Of This Dystopia If You Want Health And Sanity” (18/3). En este mismo orden reproducimos a continuación, dentro de nuestra sección de política internacional Brulote, los textos de la poliantea johnstoneana, que lleva por título “Miscelánea urgente: Assange, Gaza, imperio y capitalismo”.
EL IMPERIO ASFIXIA LENTAMENTE A ASSANGE
COMO ASFIXIA LENTAMENTE A TODOS SUS ENEMIGOS
La Corte Suprema británica ha dictaminado que el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, puede potencialmente conseguir un recurso final contra la extradición a Estados Unidos, pero sólo dentro de un ámbito muy limitado y sólo si se cumplen ciertas condiciones específicas.
El tribunal ha dictaminado que Assange sólo puede apelar alegando que su libertad de expresión podría verse restringida en Estados Unidos y que existe la posibilidad de que se le aplique la pena de muerte. Si EE.UU. ofrece «garantías» de que no ocurrirá ninguna de estas cosas, el juicio pasará a otra fase en la que el equipo jurídico de Assange podrá debatir sobre el fundamento de esas garantías. Si los EE.UU. no proporcionan esas garantías, entonces la apelación limitada seguirá adelante.
Absurdamente, el tribunal determinó que los abogados de Assange no pueden argumentar en contra de la extradición sobre cuestiones tan evidentemente neurálgicas como el hecho de que la CIA conspiró para asesinarlo, o sobre la base de que está siendo perseguido políticamente por el delito de periodismo inconveniente.
Los medios de comunicación de masas están llamando a esto un “indulto”, incluso “noticias maravillosas”, pero como Jonathan Cook explica en su último artículo, “Assange’s «reprieve» is another lie, hiding the real goal of keeping him endlessly locked up”, eso es toda una sarta de mentiras.
“La palabra ‘indulto’ está ahí –al igual que el titular de los jueces que dictaminan que algunos de los motivos de su apelación han sido ‘concedidos’– para ocultar el hecho de que es prisionero de una interminable farsa legal tanto como lo es de un calabozo en Belmarsh”, escribe Cook. “De hecho, la sentencia de hoy es una prueba más de que a Assange se le está negando el debido proceso y sus derechos legales más básicos, como ha pasado durante una década o más”.
Cook escribe lo siguiente:
“El caso siempre ha sido para ganar tiempo. Hacer desaparecer a Assange de la vista pública. Para vilipendiarlo. Para destruir la revolucionaria plataforma de publicación que fundó con el fin de ayudar a los denunciantes a sacar a la luz los crímenes de estado. Para enviar a otros periodistas el mensaje de que los Estados Unidos pueden llegar hasta ellos, vivan donde vivan, si intentan que Washington rinda cuentas de su criminalidad.
Y lo peor de todo, dar una solución definitiva a la molestia en que se había convertido Assange para la superpotencia mundial, atrapándolo en un interminable proceso de encarcelamiento y juicio que, si se permite que se prolongue lo suficiente, muy probablemente acabará con su vida.”
Este tipo de estrangulamiento a cámara lenta es la forma en que el Imperio opera todo el tiempo en estos días, en todas las esferas. Ayudando a Israel a matar de hambre a Gaza mientras finge trabajar lentamente para encontrar soluciones. Provocando una guerra por poderes en Ucrania durante el mayor tiempo posible, para desangrar a Rusia. Asesinando lentamente a Assange en prisión sin juicio, bajo el pretexto de un proceso judicial.
El Imperio centralizado de EE.UU. no caza como un tigre, matando a su presa de un mordisco mortal en la yugular, sino más bien como una pitón: asfixiando lentamente la vida de su presa hasta que perece. Prefiere la estrangulación larga, prolongada y confusa de poblaciones e individuos incómodos, llevada a cabo al amparo de la burocracia y la propaganda. En el mundo actual, prefiere las sanciones, los bloqueos y los largos conflictos por poderes a las grandes invasiones terrestres que hemos visto en lugares como Irak y Vietnam.
Estas lentas asfixias pueden llevar más tiempo, pero lo que les falta en eficiencia lo compensan en la calidad de la gestión de la percepción. Es malo para las relaciones públicas invadir abiertamente países y asesinar a la gente, que es por lo que los líderes del Imperio occidental han sido capaces de señalar con el dedo a Putin, a pesar de ser cuantitativamente mucho más asesinos que Rusia. La gente empieza a salirse de la matriz propagandística que tanto tiempo les has dedicado y empieza a organizarse contra el status quo político en el que se basa tu poder.
Así que optan por estrategias de estrangulamiento lento en las que pueden confundir al público sobre lo que está sucediendo y quién es el responsable, externalizando la culpa a otras partes mientras se hacen pasar por el buen tipo que está tratando de traer la paz y la estabilidad. Lleva tiempo, pero el Imperio tiene tiempo para quemar. Eso es lo que ocurre cuando eres el Imperio más poderoso de la historia de la civilización: te puedes permitir el lujo de esperar tu momento, mientras pergeñas operaciones a gran escala y a largo plazo para hacer avanzar tus programas de poder.
Mientras tanto, Gaza se muere de hambre, Ucrania se desangra y Assange languidece en prisión, cada uno necesitando que esto termine con más urgencia cada día.
CIUDAD FANTASMA
Caminando por las calles de esta ciudad fantasma, viendo a gente fantasma reír y jugar y disfrutar como si Gaza no estuviera ardiendo, como si los niños no estuvieran muriendo de hambre, como si la gente no estuviera muriendo lentamente atrapada bajo los escombros junto a los cadáveres de sus seres queridos, como si las tropas de las IDF [Fuerzas de Defensa de Israel, por sus siglas en inglés] no estuvieran matando alegremente a civiles con drones y francotiradores mientras a los niños se les amputan miembros sin anestesia, con el pleno apoyo de esta civilización fantasma y sus líderes fantasmas.
En esta ciudad fantasma llena de coches fantasma, autobuses fantasma, trenes fantasma, pubs fantasma, conciertos fantasma, parques temáticos fantasma, cines fantasma, festivales fantasma, risas fantasma, fiestas fantasma, compras fantasma, todo sigue igual que antes de que todo esto empezara. Niños pequeños correteando con la carne en los huesos y los órganos dentro del cuerpo como se supone que deben estar, supervisados por padres fantasmas con la cabeza llena de influencia social y cotilleos.
El mes pasado, un hombre se prendió fuego ante la embajada israelí y gritó “PALESTINA LIBRE” mientras ardía. No era un fantasma. Era de carne y hueso. La vio. Respondió a ella. Trató esta pesadilla como lo que es.
No hacemos eso en esta ciudad fantasma. Miramos fijamente las pantallas y nos zampamos aperitivos y alcohol en el enorme vacío que tenemos dentro, y sacudimos nuestra atención buscando cualquier cosa que nos impida un encuentro, aunque sea momentáneo, con lo real. No miramos Gaza. Miramos todo, excepto Gaza.
Así que seguimos con la farsa. Mantenemos frenéticamente los engranajes de esta ciudad fantasma girando como hámsteres en una rueda, corriendo cada vez más rápido porque podemos sentir la húmeda boca de la autenticidad pisándonos los talones. Es como un gigantesco juego de improvisación teatral al que estamos jugando todos juntos, en el que no hay otra regla más que mantener la escena en un estado constante de movimiento frenético.
Porque todos sabemos lo que ocurrirá si nos quedamos quietos, en algún nivel. Todos sabemos que la quietud permite que el humo se disipe y el barro se asiente en el agua, y a partir de ahí es sólo cuestión de tiempo para que nos encontremos en el tiránico asidero de la claridad. Y entonces todo saldrá a borbotones. Las mentiras. La falsedad. El descontento. Los sentimientos. La vergüenza. La culpa. La verdad. Gaza.
Pero sólo puedes huir de ti hasta cierto punto. Puedes huir hasta que te cansas, te caes y te encuentras mirando al cielo bajo el cual has vivido toda tu vida. Esta fraudulenta ciudad fantasma no puede mantener esta farsa para siempre. Nada de esto es sostenible. En algún momento y de alguna manera, la verdad inevitablemente irrumpe.
NO BASTA CON VER A TRAVÉS DE LA PROPAGANDA
TAMBIÉN TENEMOS QUE ABRIR NUESTROS CORAZONES
La humanidad no sólo necesita escapar de la prisión mental del adoctrinamiento imperial. También necesita escapar de la prisión del corazón.
Siempre hablo de la necesidad de luchar contra la propaganda del Imperio para ayudar al público a despertar ante el hecho de que todo lo que nos han enseñado a creer sobre el mundo es mentira. Que esa percepción arraigue en un número suficiente de personas, sería el primer paso hacia los cambios revolucionarios que nuestro mundo necesita tan desesperadamente.
Pero si mucha gente abriera los ojos a la realidad de la manipulación psicológica a gran escala por parte de los poderosos, no sería suficiente por sí solo. Las personas no sólo necesitan ver la verdad, también necesitan preocuparse.
Darse cuenta de la depravación y el inmenso sufrimiento humano del que es responsable el Imperio centralizado estadounidense crea una oportunidad para responder a esta visión con horror y empezar a resistirla, pero es sólo una oportunidad. En esa coyuntura, todavía es posible que alguien se dé cuenta de que no se nos está diciendo la verdad sobre lo que está sucediendo en el mundo, pero decida seguir el juego de las mentiras de todos modos, ya sea porque el orden mundial existente le ha hecho rico, o porque está demasiado adoctrinado en el apoyo a las estructuras de poder occidentales, o porque apoya ideológicamente a Israel, o porque tiene miedo de los cambios y la agitación que vendrían con un vuelco del status quo, o porque es intelectual y moralmente perezoso, o alguna otra razón egoísta.
Darte cuenta de que te han adoctrinado para que aceptes un status quo pernicioso abre una puerta importante dentro de ti, pero que esa puerta se abra no significa que vayas a atravesarla. Atravesarla requiere otro tipo de despertar: el despertar del corazón.
En realidad, ningún tipo de conocimiento o perspicacia intelectual nos liberará como especie. Podrías tener la suma total del conocimiento humano en el cerebro de todos los habitantes de la Tierra (incluyendo hasta los secretos gubernamentales que no son de dominio público), pero a menos que esto vaya acompañado de una apertura colectiva del corazón, no supondría ninguna diferencia. A menos que la gente pueda encontrar dentro de sí misma una profunda preocupación por las cosas horribles que nuestros gobernantes han estado haciendo a nuestros semejantes, ninguna cantidad de conocimiento sobre esas cosas catalizará un cambio real.
Y hay mucha gente que lo sabe, pero no le importa. Las agencias gubernamentales más poderosas del mundo están dirigidas por personas que conocen terribles secretos sobre nuestras estructuras de poder dominantes que los ciudadanos de a pie no podemos conocer, pero como su lealtad es hacia el Imperio y no hacia la humanidad, no les importan las implicaciones morales de lo que saben, ni el sufrimiento humano del que el Imperio es responsable.
Así que la exigencia de este momento de la historia no es sólo comprender, sino preocuparse. No sólo saber qué le pasa al mundo, sino sentir qué le pasa al mundo. No sólo tener un despertar en la cabeza, sino también en el corazón. No sólo para valorar nuestro entendimiento personal, sino para valorar a la humanidad en su conjunto.
El conocimiento de la verdad puede conducir a una profunda compasión por las víctimas de la estructura de poder que nos gobierna en todo el mundo y a la determinación de oponerse a su crueldad. Por eso dicha estructura de poder dedica tanta energía a mantener a todos bajo propaganda. Pero no necesariamente tiene que conducir a esa compasión. La luz de la verdad puede detener su expansión a las puertas del corazón, a menos que haya alguna voluntad, en algún lugar profundo de nosotros, de abrir de par en par esas puertas.
En última instancia, la humanidad necesita despertar, a todos los niveles. Necesitamos liberarnos de los grilletes de la propaganda. Necesitamos liberarnos de los grilletes de nuestros corazones. Necesitamos liberarnos de los grilletes del ego. Necesitamos liberarnos de los grilletes de la perspectiva dualista que ofusca la unidad de toda la realidad de nuestra visión.
Eso es lo que se nos pide en esta coyuntura. Despertar totalmente y convertirnos en una especie consciente. Sólo así podremos movernos por este planeta de forma sana y armoniosa.
Y estaremos a la altura de las circunstancias o no. Despertaremos o nos destruiremos. Creo que, como especie, tenemos la libertad de ir en cualquier dirección.
NO PUEDES CONFIAR EN NADA DE ESTA DISTOPÍA
SI QUIERES SALUD Y CORDURA
En una sociedad donde los productos se fabrican para generar ganancias en lugar de bienestar, hay que ser consciente y tener selectividad con lo que se consume.
En una sociedad donde los medios de comunicación y la opinión pública se producen en función de los índices de audiencia que obtienen, y de lo bien que defienden a los poderosos, debes ser consciente y tener selectividad acerca de qué tipo de medios de comunicación y opinión pública dejas entrar en tu mente.
En una sociedad donde las películas y los programas se producen en función de la cantidad de dinero que pueden generar, en vez de por lo edificantes y enriquecedores que son, debes ser consciente y tener selectividad con las películas y los programas que dejas entrar por tus sentidos.
En una sociedad donde los alimentos se producen para ganar dinero en lugar de para promover el bienestar, debes ser consciente y tener selectividad respecto a qué tipo de alimentos dejas entrar en tu cuerpo.
En una sociedad donde los productos farmacéuticos se producen para garantizar ganancias continuas en vez de salud, debes ser consciente y tener selectividad acerca de qué productos farmacéuticos permites que entren en tu organismo.
En una sociedad donde los productos se fabrican para generar ganancias y no para satisfacer necesidades materiales, hay que ser consciente y tener selectividad con los productos que se dejan entrar en casa.
En una sociedad donde incluso la religión y la espiritualidad son mercancías lucrativas, debes ser consciente y tener selectividad sobre qué sistemas de creencias espirituales permites que entren en tu cosmovisión.
Vivimos en una sociedad muy enferma y loca, y si no eres consciente ni tienes selectividad sobre cómo interactúas con cada faceta de ella, inevitablemente te verás caer en la enfermedad y la locura. La salud y el bienestar aún son posibles en el marco de nuestra distopía actual, pero debes mantener cada parte de ella a distancia y examinarla con ojo crítico antes de asimilarla.
Esta civilización no es tu amiga. Ojalá algún día vivamos en una civilización en cuyos componentes podamos confiar, pero esta civilización está plagada de veneno para nuestros cuerpos, nuestras mentes y nuestros corazones. Y tenemos que comportarnos de acuerdo con esta realidad, si queremos preservar nuestra salud.
Caitlin Johnstone