Monumento a Karl Marx, de Lev Kerbel. Plaza del Teatro, Moscú.

¡Qué de admiradores habría tenido Marx, y qué exquisitos, con tal de que no hubiese existido el marxismo! Le concederían encantados varios motines fracasados, alguna generosa insurrección abortada, unas cuantas respetables derrotas. ¡Ay, si la praxis marxista hubiera conocido el destino de la de Bakunin! Para ellos, el problema no es ese que atormenta a muchos marxistas y consuela a tantísimos antimarxistas, es decir, la trágica relación entre marxismo, revolución y socialismo real. Para ellos, resulta inaceptable a priori que una obra intelectual, un pensamiento (el fruto más radical de la filosofía alemana, de la cultura occidental), haya podido encarnarse en un movimiento político, armando el espíritu y los brazos de millones de individuos… Esa caprichosa obsesión de cambiar el mundo, se la perdonarían, por supuesto. Pero que después el cambio haya tenido realmente lugar (poco importa si bien o mal, o a qué precio: no es éste el quid), es una traición inaudita, un disparate ultrajante, un escándalo, un desastre.

Si no hubiese existido el marxismo, ¡qué escritor tan extraordinario habría sido Marx, qué economista tan genial, qué filósofo tan excitante, qué personaje tan formidable! ¡Qué mina inagotable! ¡Qué reserva de caza para los espíritus más fuertes! ¡Qué droga!

Piergiorgio Bellocchio


Nota.— Recientemente fallecido (15 de diciembre de 1931 – 18 de abril de 2022), Piergiorgio Bellocchio ha sido uno de los intelectuales italianos más importantes de las últimas décadas. Escritor y crítico literario, a lo largo de muchas décadas su intelecto inconformista y radical fue pieza fundamental de todo tipo de empresas políticas e intelectuales que hicieron época: desde Lotta Continua –de cuyo periódico fue su primer director– hasta la mítica Cuaderni Piacentini. La inclusión de un breve texto suyo en esta edición cero de Kalewche es nuestro modesto homenaje póstumo. En el futuro cercano esperamos poder dar a conocer otros textos suyos y una semblanza de su vida y obra. ¡Fino alla vittoria sempre, compagno Piergiorgio!
La presente prosa ha sido extraída de su libro De la parte equivocada, primer volumen de la trilogía Limitar el deshonor. España, El Salmón, 2019 (1989), pág. 81. Trad. de Salvador Cobo.