Fotografía de Maurice Ascani para la página web de Orano. Vista panorámica de una planta de uranio en Níger, perteneciente al consorcio francés SOMAÏR.
Nota.— La volátil situación en el Sahel merece seguimiento y análisis, sobre todo tras el reciente golpe de estado en Níger, asonada militar nacionalista que ha encendido las alarmas geoestratégicas del imperialismo yanqui y del neocolonialismo francés, con vigorosa presencia económica y militar en la zona: minas de oro, yacimientos de uranio, pozos petroleros, oleoductos, créditos, tropas, bases aéreas, intervenciones bélicas contra las guerrillas yihadistas… Alarmas encendidas, sí. Tanto más porque la crisis hegemónica de las dos potencias occidentales en esa región africana –una de las más esquilmadas y pauperizadas del Sur Global, con un pasivo socioambiental espantoso a raíz del capitalismo extractivista– es un fenómeno más vasto, que tiene dos antecedentes muy cercanos: Malí, 2022; y Burkina Faso, 2021. Vale decir que Níger es el tercer país del Sahel que, en un lapso de poco más de dos años, intenta sacudirse el yugo francoestadounidense con un cambio de régimen.
Compartimos a continuación el artículo que el periodista norteamericano Ben Norton escribió en inglés para Geopolitical Economy, y que salió publicado el 5 de agosto con el título “US/France threaten intervention in resource-rich Niger: Fears of war in West Africa”. La traducción castellana –que hemos revisado y ligeramente corregido por razones de claridad o estilo– pertenece a Antoni Soy, y la hemos tomado del semanario de izquierda Sin Permiso.
Esperamos pronto poder publicar un artículo que aborde otro aspecto interesante de la problemática en cuestión: la presencia rusa en el Sahel, militar y no solo militar, más oficiosa que oficial. Algo de cierto hay en el asunto, pero la prensa hegemónica occidental –invariablemente otanista– ha mentido o exagerado ad nauseam, igual que con la guerra de Ucrania. Será preciso, pues, separar la paja del trigo con sumo cuidado… ¿En eso no consiste también el pensamiento crítico?
Tras el reciente golpe de estado anticolonial en Níger, Estados Unidos y Francia han amenazado con una intervención extranjera para reinstalar un régimen prooccidental en el país africano [a través de algunos países de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), como Nigeria, Senegal y Costa de Marfil].
Níger [cuyo nuevo gobierno ha anunciado la suspensión de todos los acuerdos de cooperación militar con Francia] es un importante productor de oro y uranio, este último necesario para la energía nuclear europea. El país cuenta con importantes reservas de petróleo a las que las empresas extranjeras han querido acceder. También alberga grandes bases de drones estadounidenses.
Las amenazas occidentales se producen en un contexto en el que el golpe de estado de Níger se suma a otros protagonizados por militares nacionalistas y anticolonialistas en los vecinos Burkina Faso [mayo de 2021] y Mali [septiembre de 2022], cuyos gobiernos han advertido que considerarían una intervención en Níger como un acto de guerra que podría desencadenar un conflicto regional.
El África occidental es rica en recursos naturales. También es muy estratégica para Estados Unidos y Francia. Casi todo el África occidental fue colonizada por Francia, que cometió brutales atrocidades en la región. Todavía hoy, mantiene políticas neocoloniales, controlando de hecho las economías del África occidental al obligarlas a utilizar el franco CFA como moneda nacional.
El economista del desarrollo senegalés Ndongo Samba Sylla describió el franco CFA como “una moneda colonial, nacida de la necesidad de Francia de fomentar la integración económica entre las colonias bajo su administración, y controlar así sus recursos, estructuras económicas y sistemas políticos”. París dicta las políticas monetarias e incluso posee gran parte de las reservas de divisas de numerosas naciones de África occidental, entre ellas Níger, Burkina Faso y Malí. El franco CFA es una “barrera para la industrialización y la transformación estructural” en estos países, explicó Sylla, que lo caracterizó como un “dispositivo neocolonial que sigue destruyendo cualquier perspectiva de desarrollo económico en las naciones usuarias”.
Los Estados Unidos tienen una de sus mayores y más importantes bases de aviones no tripulados en Níger: la Base Aérea 201, cuya construcción costó 110 millones de dólares y cuyo mantenimiento cuesta entre 20 y 30 millones más al año, en uno de los países más pobres de la Tierra. Níger es, por su situación geográfica, importante para la estrategia del Pentágono en África. Está situado en medio del Sahel, una región con mucha actividad militar estadounidense y francesa, donde miles de tropas están estacionadas regularmente. Washington utiliza sus bases de aviones no tripulados en Níger, en el corazón del Sahel, para tratar de ejercer su dominio militar en África septentrional y occidental, en coordinación con las fuerzas que el Mando África de Estados Unidos, o AFRICOM, tiene desplegadas por todo el continente. Si Washington pierde a su aliado en Níger, el nuevo gobierno militar nacionalista podría intentar cerrar las bases militares extranjeras y echar a los cerca de mil soldados estadounidenses que hay en el país.
La relación de subordinación histórica de Níger con las potencias occidentales no ha aportado prosperidad al pueblo nigerino. El país es un gran productor de oro, pero más del 40% de los nigerinos viven en la pobreza extrema. Níger es también uno de los mayores productores mundiales de uranio. Este material radiactivo es crucial para la energía nuclear en Europa, especialmente en Francia, donde aproximadamente un tercio de la electricidad procede de las centrales nucleares. Menos sabido es que Níger también posee importantes reservas de petróleo.
La empresa de inteligencia de mercado S&P Global Commodity Insights advirtió que el golpe de julio en Níger “podría poner en peligro los planes del país africano de convertirse en un importante productor y exportador de petróleo”. Describió a Níger como un “aliado clave de Occidente y socio en materia de seguridad, y uno de los mayores productores de uranio del mundo”, añadiendo que “se cree que el país cuenta con mil millones de barriles de reservas de crudo, según la Organización Africana de Productores de Petróleo”. S&P Global Commodity Insights señaló que Níger ha estado construyendo un oleoducto con su vecino del sur, Benín, para transportar las exportaciones de crudo hacia el golfo de Guinea y el océano Atlántico. El país “está por lograr un aumento de la producción largamente esperado”, y un ejecutivo de la industria petrolera describió la puesta en marcha del oleoducto como un “punto de inflexión”.
Un exfuncionario del Departamento de Estado se quejó a la empresa de inteligencia de mercado de que, tras los golpes encabezados por militares nacionalistas en Malí y Burkina Faso, “los gobiernos nacionalizaron abruptamente las minas de oro, expulsando a los gigantes industriales”. Poco después del golpe en Níger, hubo informes similares de que el gobierno militar nacionalista decidió bloquear las exportaciones de uranio y oro a Occidente.
La perspectiva de una intervención militar extranjera en Níger, y potencialmente en otras naciones del África occidental, está realmente sobre la mesa. No se trata en absoluto de una amenaza vacía. Se trata de una región en la que ha habido ejemplos muy recientes de intervenciones occidentales. En 2013 y 2014, Francia lanzó una intervención militar en Malí, vecino de Níger. En una guerra de cambio de régimen en 2011, la OTAN –dirigida por Estados Unidos, con el apoyo de Francia, otras naciones europeas y Canadá– destruyó el estado de Libia, matando al líder de la nación norteafricana, Muamar Gadafi. Todavía hoy, una década después, Libia carece de un gobierno central unificado. El país se ha sumido en una guerra civil destructiva. Ahora existe la posibilidad real de que las potencias occidentales que desestabilizaron y devastaron Libia extiendan este violento caos al oeste y al sur, a la región del Sahel.
Los nacionalistas anticoloniales ascienden al poder en África occidental
Algunos de los líderes militares nacionalistas que han tomado el poder en África occidental invocan el legado histórico de los movimientos anticoloniales. En Burkina Faso, vecino de Níger, el nuevo presidente, Ibrahim Traoré, ha prometido luchar contra el imperialismo, citando al Che Guevara y aliándose con los gobiernos progresistas o de izquierda de Nicaragua, Venezuela y Cuba. Traoré se inspira en el antiguo líder marxista de Burkina Faso, Thomas Sankara, un militar panafricanista que lanzó una revolución popular en la década de 1980. Traoré incluso nombró como primer ministro a un antiguo aliado cercano de Sankara, Apollinaire Joachim Kyélem de Tambèla, que según él supervisará una “refundación de la nación”.
Al mismo tiempo, sin embargo, estos gobiernos son muy inestables y han llegado al poder no tras uno, sino varios golpes de estado en los últimos años. Algunos de estos golpes fueron dirigidos por oficiales entrenados por los ejércitos estadounidense o francés. Algunos de los golpes han instalado gobiernos militares prooccidentales. Pero otros han sido lanzados por oficiales militares nacionalistas que se oponen al neocolonialismo francés y al imperialismo estadounidense, y que han sostenido políticas más soberanas e independientes.
Amenazas de intervención en África Occidental
Los dirigentes del nuevo gobierno de Níger advirtieron públicamente que Francia está tramando una intervención militar. París está buscando “formas y medios para intervenir militarmente en Níger”, afirmaron las autoridades. Declararon que funcionarios franceses se reunieron con el jefe del Estado Mayor de la Guardia Nacional de Níger “para obtener la autorización política y militar necesaria”, según informó The Guardian. El periódico británico describió al derrocado presidente de Níger, Bazoum, como “un aliado de las potencias occidentales”.
Junto con París, el Departamento de Estado norteamericano está coordinando activamente con Bazoum y conspirando para devolver a su aliado al poder.
Para dar una supuesta cobertura «multilateral» a sus planes de intervención, Estados Unidos y Francia han estado trabajando estrechamente con la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO). Reuters informó que la CEDEAO y “los jefes de Defensa del África occidental han elaborado un plan de acción militar por si no se revoca el golpe de Níger”. “Dadas sus riquezas en uranio y petróleo, y su papel fundamental en la guerra contra los rebeldes islamistas en la región del Sahel, Níger tiene una importancia estratégica para Estados Unidos, China, Europa y Rusia”, subrayó el medio británico.
La CEDEAO impuso sanciones a Níger, y Nigeria –vecino meridional del país– ha comenzado a establecer un bloqueo de facto. Anteriormente, Níger recibía aproximadamente el 70% de su electricidad de Nigeria. Pero el gobierno nigeriano, estrechamente aliado con Occidente, le ha cortado el suministro.
Sin embargo, la intervención militar puede ser más fácil de decir que hacer, porque los vecinos de Níger han salido en su defensa. Los gobiernos de Burkina Faso y Malí hicieron pública una declaración conjunta en la que afirmaban que “cualquier intervención militar contra Níger equivaldría a una declaración de guerra contra Burkina Faso y Malí”. Las naciones del África occidental advirtieron que las “desastrosas consecuencias de una intervención militar en Níger (…) podrían desestabilizar toda la región”, informó France 24. Burkina Faso y Malí también condenaron las “sanciones ilegales, ilegítimas e inhumanas” que los gobiernos occidentales han impuesto “contra el pueblo y las autoridades de Níger”.
EE.UU. y Francia descubren un golpe de estado en África que no les gusta
A finales de julio de 2023, cuando el presidente de Níger, Mohamed Bazoum, fue depuesto, Estados Unidos y Francia entraron inmediatamente en acción, condenando su derrocamiento y exigiendo la restitución del líder prooccidental. Muchos activistas africanos hicieron notar la abrumadora hipocresía de esta respuesta, igual que de la retórica occidental sobre «promoción de la democracia». En el último siglo, Estados Unidos y las potencias europeas han legitimado, apoyado e incluso organizado docenas de golpes de estado en todo el Sur Global, con el fin de promover sus intereses económicos y geopolíticos.
Existen innumerables ejemplos de gobernantes anticoloniales, elegidos democráticamente, que fueron derrocados y, en algunos casos, asesinados por las potencias occidentales. Uno de los episodios históricos más conocidos fue el de Patrice Lumumba, fundador de la República Democrática del Congo. El Congo había sido una colonia belga. Bajo el brutal mandato del rey Leopoldo II, Bélgica cometió allí un genocidio que acabó con la mitad de la población congoleña. Lumumba ayudó a liderar un movimiento independentista contra el colonialismo europeo y fue elegido democráticamente primer ministro de la RDC en 1960. El presidente estadounidense Dwight Eisenhower ordenó a la CIA que asesinara a Lumumba. Con ayuda de la agencia de espionaje, Bélgica patrocinó un golpe de estado para derrocarlo. El líder congoleño, elegido democráticamente, fue secuestrado y asesinado. Su cuerpo fue posteriormente disuelto en ácido. Sólo quedaron unos pocos dientes.
Así trataron los gobiernos occidentales a los líderes anticoloniales durante la primera Guerra Fría. Patrocinaron golpes de estado para destituirlos, y posteriormente instalaron y apuntalaron dictaduras derechistas y proimperialistas, las cuales gobernaron durante décadas con puño de hierro.
La respuesta occidental al golpe de julio de 2023 en Níger fue completamente distinta. Inmediatamente, el gobierno francés denunció al nuevo gobierno nacionalista dirigido por los militares. La oficina de Emmanuel Macron prometió una respuesta firme y rápida, escribiendo: “El presidente no tolerará ningún ataque contra Francia y sus intereses”, haciendo hincapié específicamente en sus intereses comerciales en Níger.
Mientras patrocina regímenes golpistas no elegidos en Pakistán y Perú, el Departamento de Estado de EE.UU. también emitió rápidamente una declaración condenando al nuevo gobierno militar en Níger. “Estados Unidos acoge con satisfacción y elogia el firme liderazgo de los jefes de estado y gobierno de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) para defender el orden constitucional en Níger”, escribió. En referencia al derrocado líder prooccidental de Níger, Washington pidió “la liberación inmediata del presidente Mohamed Bazoum y su familia, y el restablecimiento de todas las funciones del Estado”.
Estados Unidos añadió que “acoge con satisfacción el envío del representante especial del presidente de la CEDEAO a Níger”, y que “seguirá colaborando activamente con los líderes de la CEDEAO y del África occidental en las próximas medidas tendientes a preservar la democracia de Níger, que tanto ha costado conseguir”. Al instrumentalizar la CEDEAO para dar cobertura «multilateral» a una intervención en Níger, Estados Unidos y Francia están volviendo a la estrategia que emplearon cuando utilizaron a la OTAN para librar la guerra contra Libia en 2011.
Níger es uno de los principales productores de uranio, necesario para los planes europeos de energía nuclear
Uno de los principales intereses económicos que las potencias occidentales tienen en Níger es su uranio. La organización contra la pobreza Oxfam publicó en 2013 un informe en el que detallaba cómo Francia se estaba forrando a costa del uranio de Níger, que es uno de los países más pobres del mundo. El pueblo de Níger, conocido como nigerinos (no confundir con los nigerianos, de Nigeria), no ha visto casi ningún beneficio de esta extracción de uranio. Oxfam citó a un activista nigerino que señaló: “En Francia, una de cada tres bombillas se enciende gracias al uranio nigerino. En Níger, cerca del 90% de la población no tiene acceso a la electricidad. Esta situación no puede continuar”. “Es incomprensible que Níger, cuarto productor mundial de uranio y proveedor estratégico de Francia, no aproveche los ingresos de esta extracción y siga siendo uno de los países más pobres del planeta”, añadió un investigador de Oxfam.
Las estadísticas han cambiado ligeramente en la década transcurrida desde la publicación de aquel informe. En 2023, Níger será el séptimo productor mundial de uranio. Pero muchos medios de comunicación occidentales han señalado con temor la importancia de Níger para la estabilidad energética europea. “El golpe de Níger desata la preocupación por la dependencia del uranio de Francia y la UE”, advirtió Politico. “Níger suministra el 15 por ciento de las necesidades de uranio de Francia y representa una quinta parte de las importaciones totales de uranio de la UE”, informaba el medio. “En 2021, Níger era el principal proveedor de uranio de la UE, seguido de Kazajstán y Rusia”. Politico añadió que “el golpe en Níger podría ser un desafío para las necesidades de uranio de Europa a largo plazo, justo cuando el continente está tratando de eliminar gradualmente la dependencia con Rusia, otro de los principales proveedores del uranio utilizado en las centrales nucleares europeas”.
La energía nuclear es relativamente importante en Europa. En 2022, representaba en torno al 10% del consumo energético de la UE, cifra ligeramente inferior al máximo de casi el 14% alcanzado en 2002. En Francia, la energía nuclear es aún más importante. Desde los años 80, la nuclear se ha convertido en una de sus principales fuentes de energía. En la década de 2000, la energía nuclear francesa superó el uso del petróleo, alcanzando un máximo de casi el 40% en 2005. La energía nuclear seguía siendo fuerte en 2021, con un 36,5% del consumo total de energía (frente al 31% del petróleo).
Desde el golpe de estado en Níger, tanto Francia como los dirigentes de la UE han insistido en que no se verán afectados, afirmando que tienen suficiente uranio en sus reservas para unos cuantos años. Pero si el gobierno nacionalista sigue en el poder en Níger, y cumple su supuesta promesa de cortar las exportaciones de uranio, Europa podría sufrir consecuencias económicas.
Esto llega, además, en un momento complicado para Europa, que se ha comprometido a boicotear las exportaciones de petróleo ruso y reducir las importaciones de gas ruso. Rusia es uno de los principales productores mundiales de petróleo y gas. Antes de la invasión rusa de Ucrania en 2022 y la imposición de duras sanciones occidentales, Rusia era el mayor socio energético de la UE y el primer proveedor de petróleo y gas de muchos estados miembros. Algunos funcionarios de la UE habían propuesto aumentar la producción de energía nuclear para acabar con la dependencia energética de la región respecto a Rusia.
Pero ahora, uno de los principales proveedores del uranio que necesita la UE para esa energía nuclear, ha sufrido un golpe dirigido por nacionalistas contrarios a las políticas neocoloniales de Europa. Esto ocurre también en un momento en que varios países europeos están entrando en recesión. Alemania, la superpotencia manufacturera en el corazón de la UE, se está desindustrializando a una velocidad vertiginosa, en gran parte porque ha perdido importantes fuentes de energía barata para su industria pesada.
Níger alberga bases militares estratégicas estadounidenses
Además de los designios económicos extranjeros sobre el África occidental, el Ejército estadounidense tiene una presencia masiva en la región, particularmente en Níger, donde opera en múltiples bases. Un informe de 2019 en PBS señaló una creciente gravitación militar estadounidense en África, revelando que el Pentágono tenía casi 800 efectivos estacionados en Níger. (Esa cifra aumentó más tarde a mil, aproximadamente). El general Thomas Waldhauser, comandante de las fuerzas militares estadounidenses en África, describió al gobierno prooccidental de Níger como “un buen socio en un vecindario muy, muy malo”.
PBS indicó que el Ejército estadounidense estaba creando una base en Agadez, Níger, que “será la mayor instalación que el personal de la Fuerza Aérea haya construido nunca”. “Los Estados Unidos han estado operando misiones de aviones no tripulados desde otra base en la capital de Níger desde 2013”, escribió el medio. Y añadió: “También se cree que la CIA está utilizando otra base de aviones no tripulados en el noreste de Níger”. El periodista de investigación Nick Turse, informando en 2023, describió esta instalación estadounidense en Níger, la Base Aérea 201, como “el eje del archipiélago de bases del ejército estadounidense en el norte y oeste de África, y una parte clave de los amplios esfuerzos de inteligencia, vigilancia y seguridad de Estados Unidos en la región”. Turse escribió en The Intercept:
“Construida con un coste de 110 millones de dólares, y con un mantenimiento anual de entre 20 y 30 millones de dólares, la Base Aérea 201 es un centro de vigilancia en el Sahel que alberga personal de la Fuerza Espacial dedicado a las comunicaciones por satélite de alta tecnología, instalaciones del Destacamento Aéreo de Operaciones Especiales Conjuntas y una flota de aviones no tripulados (incluidos los MQ-9 Reapers armados) que rastrean la región día y noche en busca de actividad terrorista. La Base Aérea 201, un refugio de alta seguridad, se encuentra dentro de una ‘zona de seguridad de la base’ de 25 kilómetros y está protegida por vallas, barreras, torres de vigilancia mejoradas y climatizadas, con troneras de tiro hechas a medida y perros de tareas militares”.
Llama la atención el simbolismo neocolonial de que los Estados Unidos mantengan en Níger estas instalaciones militares de alta tecnología valoradas en cientos de millones de dólares, ya que Níger es uno de los países más pobres de la Tierra, donde la mayoría de la población ni siquiera tiene acceso a la electricidad. Antes del golpe de julio de 2023, Washington veía al gobierno nigerino como un aliado clave en su intento de aislar a China y Rusia.
Antony Blinken realizó un viaje histórico a Níger en marzo, en la primera visita de un secretario de Estado estadounidense. Democracy Now señaló que este viaje formaba “parte de la creciente competencia de la administración Biden con China y Rusia”. “Níger es uno de los últimos bastiones de las alianzas de seguridad de Estados Unidos en la región”, declaró al medio Stephanie Savell, investigadora de la Universidad Brown. La visita de Blinken se produjo pocos meses después de la Cumbre de Líderes EE.UU.–África, celebrada por el Departamento de Estado en diciembre de 2022, la cual reunió a jefes de estado africanos en Washington DC para entrevistarse con Biden. El Departamento de Estado escribió que la cumbre estaba “sustentada en este reconocimiento de que África es un actor geopolítico clave”. En otras palabras, Washington ve al continente como altamente estratégico en su nueva guerra fría contra China y Rusia.
Golpes de estado frente a revoluciones
Uno de los principales puntos débiles de los nuevos gobiernos nacionalistas del África occidental es que llegaron al poder mediante golpes de estado, no mediante revoluciones populares. Esto significa que son menos estables y, si la historia sirve de indicador, podrían ser derrocados por golpes posteriores.
Aunque la mayoría de los golpes de estado de la historia moderna han desembocado en la instauración de regímenes represivos de derechas, casi siempre aliados con los intereses imperialistas occidentales, existe un precedente histórico de algunos líderes progresistas o de izquierdas que llegaron al poder mediante golpes de estado: Nasser en Egipto, allá por 1952; Gadafi en Libia, hacia 1969.
Así que existe un precedente histórico en el continente africano de líderes progresistas o de izquierdas que ascienden al poder mediante golpes militares. Pero si no consolidan la autoridad y la legitimidad del gobierno mediante una revolución popular, la posibilidad de que sean derrocados con otro golpe, o por una intervención militar extranjera, es muy real. Muchos líderes anticoloniales fueron derrocados en golpes de derecha patrocinados por Estados Unidos, desde Patrice Lumumba, de la República Democrática del Congo, en 1961; hasta Kwame Nkrumah, de Ghana, en 1966; o Thomas Sankara, de Burkina Faso, en 1987. En América Latina también ha habido ejemplos de ello.
La lección de muchos de estos episodios históricos es que, si no hay una revolución popular, como ocurrió en China en 1949, en Cuba en 1959, o en Nicaragua en 1979; si simplemente hay un golpe militar dirigido por un líder revolucionario progresista o incluso socialista, entonces el gobierno tiende a ser mucho menos estable, y es significativamente más fácil que sean derrocados.
De hecho, en el caso de Burkina Faso, ésta es precisamente la historia. Thomas Sankara llegó al poder en 1983 mediante un golpe militar. Uno de sus aliados más cercanos en el proceso revolucionario, Blaise Compaoré, dirigió después otro golpe contra Sankara en 1987. Compaoré mató a su viejo amigo Sankara y gobernó esencialmente como dictador desde 1987 hasta 2014. Compaoré abandonó las políticas antiimperialistas y socialistas de Sankara, adoptando una política de derechas y una economía neoliberal, gobernando mediante una serie de elecciones amañadas, en estrecha alianza con Estados Unidos y la antigua metrópoli de Francia.
Este es uno de los peligros de la situación actual en el África occidental. Hay gobiernos nacionalistas que buscan la verdadera independencia y soberanía, pero como llegaron al poder mediante un levantamiento armado, el golpismo quedó asentado como precedente. Militares de derechas pueden ahora derrocar a los militares de izquierdas e imponer un régimen conservador prooccidental.
Además, estos líderes militares de derechas a menudo pueden gobernar durante décadas, porque cuentan con el apoyo de gobiernos y corporaciones occidentales. Esto es precisamente lo que ocurrió durante la primera Guerra Fría. Hubo una serie de dictaduras derechistas y prooccidentales en todo el continente africano, que derrocaron a gobiernos anticoloniales e impusieron sus propios regímenes reaccionarios.
Los gobiernos nacionalistas de Níger, Burkina Faso y Malí son muy inestables; y la amenaza de una intervención militar patrocinada por Occidente podría desestabilizar los países, alimentar más golpes de estado y desencadenar potencialmente una guerra regional. El objetivo transparente de Estados Unidos y Francia es reimplantar el control político sobre la región, para explotar sus abundantes recursos naturales y su situación geoestratégica.
Lo que está ocurriendo en el África occidental forma parte de un movimiento internacional más amplio, en el que países anteriormente colonizados de todo el Sur Global –también América Latina y Asia– buscan la descolonización completa, afirmando el control nacional sobre sus recursos, mano de obra, políticas económicas y de seguridad, en busca de un verdadero desarrollo, independencia y soberanía.
Pero las potencias imperiales no se rendirán sin luchar.
Ben Norton