Fotografía de Liza Taffarel, Lucía Prieto y Tadeo Bourbon para la revista Riberas, febrero de 2019.



Nota.— Este domingo, 17 de septiembre de 2023, hemos finalmente logrado lanzar a la nueva Babel de internet, tras muchos días de febril esfuerzo editorial, el cuarto número (invierno austral 2023) de Corsario Rojo, la revista trimestral en PDF de la página Kalewche. Entre los ocho textos que conforman la publicación, mayormente ensayos, hay una estupenda entrevista de nuestro compañero Fernando Lizárraga al jurista argentino Roberto Gargarella, que empieza así:


Socialista, marxista, rawlsiano de izquierda y, sobre todo, igualitarista radical, Roberto Gargarella es una de las voces más potentes, eruditas y sofisticadas en el campo académico del derecho constitucional, y también en los debates públicos sobre temas de coyuntura y asuntos de espesor estructural. En la UBA se recibió de sociólogo y abogado; se graduó como Doctor en Leyes por la Universidad de Chicago y realizó estudios posdoctorales en el Balliol College de Oxford. Es profesor en la Facultad de Derecho de la UBA y en la Universidad Torcuato Di Tella. En una entrevista para Corsario Rojo, realizada vía Zoom, recorrimos algunos de los temas centrales de sus obras que, vale decirlo, van mucho más allá del constitucionalismo, el derecho penal y la democracia. Gargarella ha sido uno de los principales promotores de la traducción y difusión de la obra de Gerald Allan Cohen (G. A. o Jerry), su maestro en Oxford, como así también de los principales referentes del marxismo analítico. Además, sus intervenciones sobre la protesta social, como Carta abierta sobre la intolerancia, fijaron una doctrina que, en varios casos, hizo que activistas sociales no fueran condenados por haber ejercido el súper-derecho a la libertad de expresión. Coherente con su visión de que la constitución, o el derecho en general, deben ser resultado de una conversación entre iguales, Gargarella también participó activamente en las audiencias por la ley del aborto en Argentina y en el diseño de la nueva constitución de Chile. Sus principales intervenciones en la prensa gráfica, además de diarios de viaje, notas sociológicas, apuntes teóricos y hasta críticas de cine, pueden leerse y disfrutarse en http://seminariogargarella.blogspot.com.

Queremos expresar, desde Corsario Rojo, nuestra gratitud con Roberto Gargarella por haber aceptado nuestra invitación. Valoramos profundamente su predisposición y gentileza. Va también un agradecimiento, por supuesto, a nuestro camarada Fernando Lizárraga, por haber realizado y desgrabado con tanta seriedad y esmero la entrevista, y por haber escrito las líneas de presentación que preceden a este párrafo.

Una aclaración final: en la edición de la entrevista, hemos procurado respetar el espíritu de la oralidad todo lo posible. Hicimos algunas correcciones o retoques de estilo aquí y allá, pero siempre tratando de no extralimitarnos. Más que la fría perfección, hemos buscado una cálida recreación.

Fernando Lizárraga: Antes de meternos con tu obra El derecho como una conversación entre iguales (2021), nos gustaría remontarnos a aquel libro de 1999, Las teorías de la justicia después de Rawls, que con mucha modestia subtitulaste Un breve manual de filosofía política. Esa obra es, a nuestro juicio, una de las primeras en introducir en Argentina, de manera integral, el repertorio de temas que venía discutiendo el marxismo analítico. Para muchos, seguramente, ese libro fue el primer contacto con esta modalidad del marxismo. Allí, nos enteramos de los debates e ideas de autores como G. A. Cohen, Jon Elster, John Roemer, Erik Olin Wright… Fue, además, una apertura decisiva para conocer y continuar con el giro normativo que experimentaba el marxismo. Vos mismo promoviste la traducción y difusión de la obra de Cohen, en particular. Entonces, con este marco, y habiendo trabajado con varios de los principales exponentes del Grupo de Septiembre, ¿qué balance hacés de aquella experiencia, ahora que algunos de sus principales protagonistas –como Cohen y Wright– ya fallecieron y otros –como Elster y Roemer– están casi retirados? ¿Hay alguna segunda generación? ¿Cuál es el principal legado?

Roberto Gargarella: Yo había conocido la existencia del marxismo analítico de un modo similar, porque me había vinculado con la gente que hacía la revista Zona Abierta en España. Entre ellos, había intelectuales del PSOE que venían de la izquierda marxista, y que después pasaron a una posición social democrática muy moderada. Pero lo más importante es que, durante la primera etapa de la Transición española, publicaron varias revistas espectaculares. Entre ellas Leviatán y la que era más interesante: Zona Abierta. Y Zona Abierta traducía regularmente trabajos importantes de los marxistas analíticos. Un día conseguí un número que editaron Andrés de Francisco Y Fernando Aguiar (que siguen siendo queridos colegas), y se trataba de toda una compilación y traducción de textos del marxismo analítico. Ahí aparecían textos de Elster, de Cohen, de Roemer. ¡Yo no lo podía creer! Fueron al menos dos números dedicados enteramente al marxismo analítico. Y después se publicaron más aisladamente algunos textos de Erik Olin Wright y Joshua Cohen, entre otros. Debo mencionar, además, a un juez liberal-conservador, argentino, muy lector, que tuvo un rol importante en el diseño del juicio a las Juntas: Martín Farrell. Es un hombre cuya función judicial estuvo siempre al servicio de su curiosidad académica. Y aunque tengo muchas diferencias con él, si algo le destaco es que era un tremendo lector. Cuando, para muchos de nosotros, era imposible estar al tanto de las discusiones de afuera, él compraba regularmente libros, que muchas veces luego resumía o criticaba en sus propias publicaciones. En este caso, escribió un librito que se llamaba El marxismo analítico. Y ese fue mi segundo refuerzo, porque allí Farrell presentaba un panorama exhaustivo y vinculaba textos que yo había recibido de manera aislada.

En esos días, yo estaba por irme a estudiar a Estados Unidos. Y, a diferencia de la gente con la que estudiaba, en el grupo de Carlos Nino, que iba en general a Yale; yo varío el eje y me voy a estudiar a Chicago, porque ése era el lugar en donde se habían juntado los marxistas analíticos. Entre ellos estaban Jon Elster y Adam Przeworski. Ahí conocí a fondo ese mundo; me pareció deslumbrante, y a varios de ellos les seguí la trayectoria. Después me fui a Inglaterra a estudiar con G. A. Cohen. De la gente que conocí más y que, según me parecía, tenía un rol centralísimo, creo que los dos pilares del grupo eran Przeworski y Elster. En los 90, ambos me dijeron más o menos esto: Ya está; se terminó. Nuestra intervención cumplió un rol y esa es una etapa superada. Hicimos el aporte que teníamos que hacer. Ellos ya no se consideraban más marxistas analíticos, sino que se consideraban personas de formación marxista que habían aportado la mirada crítica que merecía el marxismo, al que habían tamizado a través de herramientas analíticas. Y también habían sido vanguardia en los estudios de psicología para pensar la alienación, o de nuevas teorías económicas para pensar la explotación. Eso es lo que llamaban marxismo sin bullshit; marxismo sin tonterías. Ellos decían, de modo modesto, que habían ayudado a limpiar el marxismo de varias cuestiones que no sirven más, que no se sostienen más. Y, en todo caso, hay muchas otras cosas interesantes que se mantienen y sobre las que sí merece que sigamos pensando.

Hay un libro de Elster que a mí me gusta mucho, al que considero una obra monumental: Making Sense of Marx. Fue una obra muy criticada por el marxismo tradicional. Pero para mí es un librazo, que me interesó muchísimo, porque ahí hay una cantidad infinita de herramientas analíticas, que nos ayudan a pensar más limpiamente sobre Marx. Más allá que uno pueda estar de acuerdo o desacuerdo en cómo cierra algunos temas, es una obra espectacular, de una erudición increíble, al punto de que es de lo mejor que ha hecho Elster. Después escribió An Introduction to Karl Marx, que terminaba con un capítulo en el que desarrollaba una especie de resumen: qué quedaba vivo y qué no en la filosofía de Marx. Es un texto muy interesante, incluso para publicar como separata. Me parece muy lúcido, sobre todo en torno a cómo algunos estudios contemporáneos podían ayudar a respaldar mucho de lo que decía Marx. Es un gran aporte para seguir pensando. Y esto es consistente con la trayectoria de actores centrales del grupo. Uno de los que no renunció al marxismo, Gerald Cohen, también tiene un escrito que habla del partial demise, el abandono parcial del marxismo, y su puente hacia John Rawls. Y termina considerándose un rawlsiano marxista o rawlsiano de izquierda.


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