Fotografía: gentileza de Paola Alonso (2024)
Nota preliminar.— Alejandro Andrés Muñoz, el poeta argentino que hoy nos convoca en nuestra sección literaria Naglfar, nació en Palermo, ciudad de Buenos Aires, hacia 1975. Su infancia la transitó en San Luis, y después se radicó en la provincia de Mendoza, donde todavía reside. Es maestro de escuela primaria, profesor de Biología y especialista en Educación en Contextos de Encierro. Ha dado clases en muchas instituciones, en todos los niveles. Como militante de una organización política barrial, comenzó su incipiente tarea de diagramador y editor de la revista La Tenaza. Luego, durante siete años, como docente en un centro de educación de adultos de la cárcel Boulogne-sur-Mer, coordinó Despertar Comunitario, una publicación mensual elaborada por la propia comunidad educativa, con personas privadas de la libertad. Más recientemente, durante la pandemia, desde el rol de profesor e investigador de un instituto de educación superior (IES) de la localidad mendocina de Santa Rosa, coordinó las publicaciones académicas digitales Apuntes I y Apuntes II. Como escritor, ha colaborado en el libro de relatos Historias mínimas – Vol. 1 (Mendoza, Qellqasqa, 2022), coordinado por Roly Giménez.
…a quien le fue dado perderse de amor
por el derecho de todos a tener una casita,
un jardín al frente y una niñita de rojo;
y a quien perdiéndose le es dulce perderse…
Vinícius de Moraes (1960)
Devenires
Se nace con suerte
Se vive con sueños
Se duerme sin sobresaltos
Se alimenta con experiencias
Se cura desde las raíces
Se potencia desde el centro
Se recupera con un horizonte
Se arma de memorias
Se libera desde el compromiso
Se equilibra con armonía
Se incrementa con pasión
Se desprende con amor
Como el rizoma
a la memoria de Anne Dufourmantelle y su “Elogio del riesgo”
Tal vez arriesgar la vida sea, para empezar, no morir
No claudicar, buscando excusas que nos hagan perder el entusiasmo
Arriesgarse a salir del encierro para evitar caernos
Amigarse con los latidos del corazón extraviado.
¿Qué muerte tiene salida de emergencia?
Morir es agotar toda posibilidad.
Salvarse es salvar vidas.
Vivir sin barreras
como el rizoma.
Amordazados
Los que no fueron dignos de su sufrimiento
Son los que se entregan sin esperanza
Quienes sufren con un dios privado
Producto de una historia reprimida
Por un dolor colonizado
Carcomidos de posverdades
Vulnerables y disciplinados.
Lejanías
Me preocupa tu noche
lejos de mi sol y en medio del temporal
toda esa distancia latiendo entre los dos
Llegaste como la lluvia fresca y limpia
abriendo ríos, tapando el polvo
Hoy la humedad se evapora
y mi tierra extraña
su corazón de barro.
Cada noche
en que goteaba el sudor
de mi existencia
disfrazaba el amor de mis fantasmas
con túnicas de humo narcotizado
y destilados ardientes.
Eliminé todo vestigio de sinceridad
que me dejara indefenso
en la realidad fétida, violenta y sarcástica.
Nada podía detener mi marcha
hacia el cadalso inminente,
ni el miedo, ni los golpes.
Ni cruces, ni cadenas.
Hoy sufro la eternidad de mis días
entre paredes mudas que silencian mi voz.
Hoy los días se multiplican
en su cotidianidad perversa,
con el lastre de las horas infinitas
oscureciendo el resplandor
de mi conciencia extraviada.
Te comerán los ojos
¿De cuántas maneras
podrán distraernos
exiguos patriarcas de las leyes
con el afán inescrupuloso
de manipular la honestidad
de los humildes?
Atraídos por el lucro envilecedor
mueven arcas ajenas
en direcciones oscuras
que incrementan sus lujos.
Investidos de nobleza figurada
acaparan réditos comerciales
con el encubrimiento sutil
del discurso distinguido
de la casta reservada.
Gustan conservar
el valor de los bienes antiguos
dilapidados o rematados
en su delicada profesión
de inquietos profanadores de los bienes ajenos.
Cuando críen a sus hijos rapaces
como pájaros «libertarios»
les pondrán limpios trajes oscuros,
garras y picos,
para sacarles los ojos
cuando crezcan,
a los desprevenidos
en busca de su cruel «anarquía».
La victoria de tu ternura
Te diste cuenta
que la angustia del pueblo
no se curaba con medicina.
Sentiste que la enfermedad de los mortales
se remediaba poniendo el pellejo.
Sacaste fuerza para madurar tu valentía
y curarnos la esperanza en pena.
Después enseñaste en el desierto,
que tus pies seguían hasta el final de tu razón.
Hoy busco tus huellas
con una brújula que nos cambie el rumbo.
Una lluvia de Santa Clara y un tren descarrilado
que nos enseñen el camino
a la victoria de tu ternura,
ya convertida
en pasión incontenible.
Alucinación
Todavía estás mezclando
tu vino con mi sangre
embriagándome de fuego
en las hogueras de tu piel
Hoy continúas aquí
degustando mis ojos
con tu sed nocturna
de suaves palabras y caricias amables
sacándome la ropa muerta
los ruidos ciegos
y las manchas del tiempo
descubriéndome
con el viento de tus manos
Mi cuarto se ha inundado
en un mar de imágenes efímeras
que no desagotan en ninguna señal
He subido al techo
a buscar el rescate de aquel sueño
la tormenta que nos mojó de risa
la música que floreció los besos en nuestras alas
la extraña suerte que impregnó tus perfumes en mis recuerdos
Mientras tanto aquí
se siguen separando la nieve y el desierto
con la espuma de tu río
que aún continúa creciendo
en este misterio de días sin tiempo.
Estaciones
Soltarse los frenos
cuando gane la tristeza.
Animarse a respirar
una hermosa brisa
que expulse
tus basuras atascadas.
Extraer las lacras repugnancias
con deseo de continuar
en camino equilibrado.
Porque no todas las noches recibiremos
de premio mariposas sin barro.
Porque no todos los inviernos
se armarán rompecabezas nuevos.
Porque en cada primavera
guardaremos flores en el recuerdo
y perfumes que en la piel serán imposibles
de borrar.
Un solo grito
En cada sendero en que he atravesado
la tierra próspera y fértil
he dejado un corazón armado de poemas.
También una idea clavada en el árbol sabio
para quien sepa escudriñarla y embestirla
contra el tirano.
En cada camino de mi viaje
se encuentra mi rastro
sólo para el que vive por liberar
de ostracismo y miedo
los días del mundo
que nos sojuzgan y oprimen.
Solo para el sagaz explorador,
el romántico apasionado,
la mujer que decide sin temores
y los dueños de su propio destino.
Artistas anónimos
del amor internacional
de fortaleza invencible,
que socializan en un solo grito
tormentas de revolución.
Alejandro Andrés Muñoz
Nota final.— Los poemas de Alejandro aquí reunidos son inéditos y de muy disímil antigüedad (desde principios de siglo hasta la actualidad). Algunos fueron escritos en el marco del taller literario de Ana Lis Señorena, durante febrero de este año. El título general del poemario, “Desde la dulzura de los extravíos”, fue sugerido por el mismo autor. Nuestra profunda gratitud con él.
Quienes deseen leer su breve relato “El Diego”, incluido en la ya citada obra Historias mínimas – vol. 1 (págs. 94-95), pueden hacerlo aquí, descargando el PDF que Alejandro tuvo la amabilidad de enviarnos.