Primer plano menor

El pliegue guaso de la frisolina
el dobladillo del deshabillé
el perímetro peloso del muslo
de la vecina forman un triángulo escaleno.
Pero esto no es más que una imagen
que imita el modo como los íntimos
nos entremiramos.
Tenemos insomnio y entonces
leemos el salmo nonagésimo primero
en honor al Altísimo en tono sereno:
No tengas más miedo a los peligros nocturnos
Ni a los dardos lanzados al día
Ni a las plagas que llegan a oscuras
Ni a las que aniquilan los rayos del sol.
Regina Giddens, sin su sonrisa de arpía
nos observa abatida desde la ventana,
desde el exterior,
la cámara la muestra en primer plano menor
mientras descorre las cortinas del cuarto.
Insensibles
nuestras siluetas, se pierden ligeras en la lluvia


La cámara lenta

Con el tirintintín del último día
en la semana de los desentierros
emerge de la grama
la extravagancia
apareciendo en el centro
de la civilidad sintáctica.
Los venerables ancianos
de la plaza, del decir gríseo
la recuerdan en multicolores
términos, con una correa
de perro en la garganta
canturreando en extramuros:
So messed up, I want you here
In my room, I want you here
Estrangulase con la saliva
de las lenguas oracioneras
y apretujada la glotis
contra la curva angulada
de la gargantilla, hace decir.
Seducidos por lo que dice
su decir, la documentamos
con la cámara lenta
donde según el protocolo
del catálogo de Calímaco
(un poeta ecléctico)
todos los foules son foul;
y donde,
predilecta en los auditorios inauditos
abiertos al ardid
y los encantamientos,
se deja ver una fractura expuesta
entre el oído y la mirada.
De todos modos, más tarde,
la RAE le introduce
plena conciencia y carácter
a la madera del autómata
y responsabilidad civil
y obligaciones, con esa costumbre
que tiene
de escotomizar las vísceras
de las metáforas y llamar
engendro a las criaturas
informes y vástago
sin proporción debida
a un plan mal concebido.
Por último, en los intríngulis
de la alegoría abandonamos
la cámara en los estragales
del habla porque la extravagancia
nos lengua la traba
con el idioma orlado
de los tragaavemarías
Una huidiza mirada final
y mongoloide del día
la registra perdiéndose
por las alcantarillas


Primerísimo primer plano

Una minucia, una pelusa en el satén, un gránulo
que santigua el abismo a campanadas, entre
la mirada que ve y la mirada que mira, extraviada
entre la fe y la brillantez de la pupila, entre
la lengua longa y el labio.
Lo que ve Bernabé, Pablo lo conceptúa,
lo hebreo cóncavo en la próvida mano
la invidencia de la sabiduría, en el hueco
del ano, un agujero en el logos tertuliano.
Lo que la mano mantica toca en la nata
del matasano, titanio en el beso de la viuda barbuda
en la boca pastosa del enano, y la burbuja en la cola
de la barracuda y la sed que suda el vampiro en la
nuca de la doncella, apenas un cuello de botella
una raja, una leve hendidura en la estrella.
Es el primerísimo primer plano, un desamor,
una desembocadura en la desemejanza
que vemos cuando la imagen de Michelle Pfeiffer
nos mira y la miramos.


La cámara aérea

Los encantamientos inspirados por los dioses a través de las
palabras traen el placer, se llevan la tristeza.
Gorgias de Leontinos

Cuando los Coribantes arribaron a la plaza
ya estaban allí los canales trasmitiendo en vivo.
Crónica tituló narcosis al regocijo catártico
con una franja roja cruzada sobre el plano
como si una terraja de rosca calibrara la imagen.
Corridas, arrebatos, fogata, algarabía
en las alegorías vírgenes que el cereal tributa.
Hemos ganado la guerra ¡¡
rujía el pericón nacional con su zampoña de Pan
Por fin ganamos una guerra ¡¡
clamoreaba el reportero de la rosa rosicler
Arrepentíos, Arrepentíos ¡¡
gritaba Charlton Heston a las sombras del desierto.
Pero cuando los agro – nautas zarparon
de Puerto San Martin
y una cámara aérea eternizó su partida,
no supo discernir aquella flecha que separa
el rapto emocional de la persuasión.
No pudo captarse la elocuencia desde un dron.
No hay en la venturanza fronteriza
parámetro para el ojo ni para la identidad
sino la búsqueda violenta a una respuesta
tras la violencia de un enigma
Después llegan las albricias y sus gimnosofemas
la televisación en vivo y la heterología de una destemplanza.


La imagen fantasma

A Marcelo Angulo y Andrea Palacios

Trascarton,
Brigite Bardot, madrina del Douphine Floride
se adelanta a la cámara y exhibe los besos
olvidados en los caracoles del turbocompresor,
el rouge grosella ha endulzado la carbonilla
gallarda del escape.
Frótase entonces el satén contra el capó.
Sobrealimentado el turbo, toda la cupé
sobrealimenta la mirada. Los émbolos,
sobrecombustionados por el ósculo aceitoso
y la sonrisa que le subsisten, ululan.
Empastados de jovialidad, los álabes,
ruge el gaseo en el tracto axial
y demora en el ducto el turbolag
más de la cuenta.
Turbomaquinismos del sueño, turbosensulidad
de fluido continuo ¡¡¡¡
Luego,
llega la falda a aposentarse contra el tapizado cobrizo.
Pero trascartón,
 la madrina amadrinada, la veladora
 se duerme sobre el cuero mullido.
Sueña, ensueña, risueña,
aunque en duermevela,
porque cunde la sombra de Renault
sobre la rosaleda de su rostro
meciéndola, ondulándola, tornasolándola
mientras pulsa el salterio de Corinto
y suplica las letanías a la virgen:
 … Santa María,
ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo…
Monsieur Louis Renault,
señor fantasma, el fabricante,
el fiador de fumarolas de Vichy,
el afásico. Monsieur Renault
el colaboracionista, el alfil
del capital, que ya no puede hablar
que ya no puede escribir,
que es una imagen, una cámara
y un espectáculo del gas.



Nota.— Ángel Oliva (Rosario, Argentina, 1970). Poeta y profesor de historia. En la actualidad, se desempeña como profesor universitario en las facultades de Humanidades y Artes, y Psicología; y como preceptor en el Instituto de Educación Superior Olga Cossettini (Argentina). Ha participado de diversos festivales y recitales de poesía en la ciudad de Rosario, y del país; publicado en las revistas internacionales Zunai (Brasil) y Vallejo & Co. (Perú). Ha publicado los libros de poesía Salud (2005), En la zona de Selene (2011) y Cortes de un montaje (2019).