con las piernas hacia el cielo
abiertas en ve
esperando y esperando
erecto y rasurado
mi yo
listo
fronterizo
traspasable
**
sacudite las pulgas
me dije dejá los piojos
detrás
sacudite también ese fino polvo que larga loma negra
tus pulmones, tus pezones
diría yo,
no se han cementado
andate
y volvé
a ver
si todavía escribís
**
no conocemos el mar a menos que hagamos cientos miles de kilómetros
a quién le importa el mar
si hace millones de años este pueblo era una playa
y nada cambia demasiado pues sigue siendo
el doble de una ribera
un lugar
que propende
al espejismo
**
y los que van al mar
vuelven al bar
antes
que a la casa materna
el cráter de la lengua y de la leche
ese puerto de capitanes de navíos sin agua
cantina de narradores olvidados
por el mercado
poetas canonizados por el porro y el vino barato
borrachos buscadores del arca en pleno desierto
este, de cierto,
que no se inunda más que de sequía
y de palabra
**
hervíamos la lengua encerrada en la osamenta
después de mirarle sostenidamente los ojos perdidos tras una nube gris
mirá qué ojitos de loco me decías
después le abríamos la cabeza
una vez cocida saboreamos el seso
comerle el cerebro al loco nos ponía felices
ni hablar de cortar la lengua en finas rebanadas
esa cosa incómoda hinchada a nuestra merced y nuestra gula
**
llenábamos la panza
incrustándole de nuevo sangre y alimento
la atascábamos también con lo que no decías
(lo que no escribiste)
¿eran versos mami lo que le metíamos? ¿de allí la poesía marsupial que a menudo devuelvo?
**
las de su misma clase la culparon cuando
ahogó al recién nacido en la letrina
y es que donde nacimos
nunca hubo un mísero azulejo art nouveau
por eso tampoco tenemos caché para matar niños
pero fijesé que lo mismo nos ordeñan nos miden los fluidos es por eso del líquido que nos leen
y siempre hay
un flujo una agüita
una sangre devenida en combustible invisible
para una sociedad ajena
al mundo que habitamos
**
en el paredón del club Don Bosco hay un grafiti
que dice
nunca seré poesía ni de provincia ni de capital
lo escribió mi alter ego
o eso que llaman “niña interior”
Silvia Mellado
Nota.— Silvia Mellado nació en Zapala, provincia de Neuquén, Argentina, en 1977. Publicó los poemarios Celuloide (Edulp, 2005), Acetato (Educo, 2009), Moneda nacional (edición de la autora, impreso en perfiles de petróleo, 2012 y 2013), Pantano seco (Ediciones con Doble Zeta, 2014), La ficción de la poesía (Espacio Hudson/Legislatura de Neuquén, 2019), antología de su obra distribuida de manera gratuita en bibliotecas y escuelas secundarias de la provincia. En 2021 su poemario Cantos Limayos (Hudson/Fundación Oscar Sarhan, 2022) fue galardonado con el Primer Premio Nacional de Poesía Storni, creado por el CCK y auspiciado por el Ministerio de Cultura de la Nación. Integra antologías como Última poesía argentina (Ediciones en Danza, 2008); Lof sitiado. Homenaje poético al pueblo mapuche de Chile (ed. de Jaime Huenún, 2011); Antología federal de poesía. CFI. Región Patagonia (2014); Comoe. Seis poetas en Neuquén (2015); Estación Limay. Antología contemporánea de poetas del Neuquén (Raúl Mansilla/Tomás Watkins, 2017); Atlas de la poesía argentina II (ed. de Eugenia Stracali y Bruno Crisorio, 2019). Participó en lecturas y encuentros de escritoras/es en Argentina, Chile, Perú y Alemania. Organizó espectáculos colectivos en poesía y otras artes. Es docente en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue e investigadora adjunta del CONICET.