Detalle de una fotografía de Gianni Rodari de los años 50 (dominio público).
Mañana, 14 de abril de 2025, se conmemoran los cuarenta y cinco año de la muerte de un autor fundamental para la historia de la literatura infantil: Gianni Rodari. Es por ello que le pedimos a Laura Martín Osorio (autora que nuestros lectores y lectoras ya conocen en sus facetas de poeta e investigadora) que preparara para Kalewche un texto de presentación del entrañable escritor italiano. Es que Laura no sólo es especialista en literatura italiana y literatura infantil (recomendamos visitar su canal de YouTube para disfrutar de su lectura en voz alta de textos para las infancias), sino que también está escribiendo su tesis doctoral en letras sobre la obra poética de María Elena Walsh y Gianni Rodari desde una perspectiva comparatista. Imposible encontrar a alguien mejor para presentarnos al gran fabricante de «juguetes hechos de palabras», como el poeta piamontés gustaba denominar a sus propias creaciones.
La obra de Rodari es esencialmente lúdica, y se caracteriza por el humor, los juegos de palabras, la ternura y una profunda sensibilidad social que invita a una postura crítica con respecto a las injusticias de este mundo, como no puede ser de otra manera. El juego, para Rodari –como se ve– es cosa seria. Laura no sólo accedió con gran amabilidad a que publiquemos un texto suyo sobre el autor, sino que tuvo la gentileza, además, de traducir tres poemas del italiano para nuestra revista y de enviarnos sendos audios con su lectura. Publicamos, entonces, su presentación del autor, seguida de tres poemas1, en idioma original y traducidos, además de su lectura en voz alta. Invitamos a nuestro lectores a reproducir los audios que se encuentran al final de cada par de poemas, ya que el carácter lúdico de los mismos se completa con su escucha.
Gianni Rodari (1920-1980), el prolífico autor italiano ganador del Premio Hans Christian Andersen en 1970, nos ofrece una vasta obra cuyo interés primordial es la infancia. En sus poesías, cuentos, novelas, artículos periodísticos y ensayos pedagógico-poéticos encontramos infinitas posibilidades de juego, viajes y aventuras a través de la palabra.
En este artículo indagamos en el estilo y en las formas escogidas haciendo foco en su poesía. Proponemos un recorrido desde sus inicios como columnista dominical en L’Unità [La Unidad], pasando por Il libro delle filastrocche [El libro de las filastrocas] (1950), Il treno delle filastrocche [El tren de las filastrocas] (1952), Filastrocche in cielo e in terra [Retahílas de cielo y tierra2] (1960) e Il libro degli errori [El libro de los errores] (1964), deteniéndonos en algunos poemas en los que las problemáticas de su tiempo y ciertos aspectos de la condición humana son abordados con delicadeza, de forma crítica y lúdica, a través de versos que abrevan en la tradición popular europea, que florecen con tono universal.
En 1945, después de la liberación de Italia del nazifascismo, Rodari comienza a trabajar como periodista por encargo del Partido Comunista Italiano –donde militaba desde mayo de 1944–; primero, en el diario Cinque punte [Cinco puntas]; luego en la dirección de L’ordine nuovo [El nuevo orden], periódico de la Federación Comunista de Varese. En 1947, es enviado a L’Unitá [La Unidad] de Milán, donde dos años después, el 13 de marzo de 1949, inicia la columna La Domenica dei Piccoli [El Domingo de los Chicos].
Un poco por casualidad, otro poco por experiencia –Rodari había desarrollado su actividad docente en contacto con niños y niñas, entre 1937 y 1943–, llega al universo de la literatura para las infancias. En la columna dominical, donde firma con el seudónimo Lino Picco, escribe sus primeros textos poéticos en verso con rima, construidos desde una propuesta lúdica, que divierten a lectores de diferentes edades; quienes, semana a semana, le plantean temas o personajes sobre los que componer sus próximas poesías.
Esos primeros escritos tienen forma de filastrocca y, en varias ocasiones, llevan ese nombre en el título. La palabra “filastrocca” no tiene una traducción exacta en nuestro idioma, pero podríamos recurrir al término “retahíla” para hacer referencia a una poesía que presenta cierto carácter rítmico, acumulativo y lúdico, especialmente si hay en ella repeticiones o enumeraciones. Es un término que se usa a menudo en el folklore infantil en español. Refiriéndose a su labor poética, Rodari afirma en “Los niños y la poesía”, artículo publicado originalmente bajo el título “I bambini e la poesia” en Il giornale dei genitori, [El diario de los padres], número 6/7 de 1972:
“Realmente no tengo dudas del hecho de que sea legítimo dirigirse en verso a los niños, para interesarlos, divertirlos, decirles cosas que dichas de otro modo no las escucharían, darles imágenes estimulantes y nutrirles y formarles la imaginación. Yo mismo (…) he escrito muchos versos para niños. La mayoría de las veces cómicos, raramente gnómicos, didascálicos. Nunca los he llamado poesías, sino filastrocche. Cuando más, “poesías para reír” o “poesías por equivocación”. (…) declarándome un fabricante de juguetes, de juegos con las palabras y con las imágenes, de comunicaciones y provocaciones en versos.“3
Esta composición poética tiene sus orígenes en la tradición oral y suele adaptarse para ser cantada en el ámbito familiar como canción de cuna o en los juegos de la infancia; es de métrica breve, con rima consonante o asonante, de tema simple y tono alegre. Así, por ejemplo, podemos mencionar “Filastrocca corta e matta” [“Retahíla corta y loca”], de 1949. Esta poemita, construido a partir del juego con palabras que presentan la misma raíz: porto/porta, viola/violino, mulo/mulino, mela/melone, matto/mattone [puerto/puerta, violeta/violín, mulo/molino, manzana/melón, loco/ladrillo], propone un sinsentido, que contribuye a dar ritmo a la composición –por la repetición de los comienzos de los términos– y provoca risa. “Palabras como juguetes” que son usadas aquí por el simple placer de combinar sonidos, cuya derivación se aleja del orden semántico, puesto que no estamos ante familias de palabras sino más bien ante falsi alterati (palabras que parecen derivadas de otras, pero que no lo son realmente). Es decir, Rodari juega con los falsos derivados para provocar un efecto cómico y poético, mostrando cómo una palabra puede transformarse en otra a partir del sonido, no del sentido. Asimismo, tanto la anadiplosis (repetición, al comienzo de un verso, de la última palabra del verso inmediatamente anterior) del comienzo: corta corta, cuanto la presencia de la rima consonante por pares de versos: corta/porta, violino/mulino, melone/mattone, dan al poema una musicalidad lúdica y ligera capaz de entretener a personas de todas las edades, en especial a las infancias. Los versos finales ofrecen dos palabras asociadas por la rima, que conectan con la realidad social más reciente: terra/guerra y que invitan a reflexionar sobre los sucesos acontecidos en los años precedentes.
La labor periodística de Rodari y su militancia en el PCI –actividades que desarrolla desde entonces hasta el fin de sus días– lo mantendrán siempre en contacto con la actualidad. Entre las veinticuatro retahílas, que publica en la columna del diario –de las cuales dieciocho encontrarán lugar, con ciertas variantes, en Il libro delle filastrocche [El libro de las filastrocas] de 1950, con ilustraciones de Giulia Mafai, prólogo de Davide Lajolo, publicado por Edizioni del Pioniere [Ediciones del Pionero]– se hallan algunas que abordan problemáticas que atañen a gran parte de la sociedad italiana, que se está recuperando de los horrores bélicos y que busca reinsertarse en esa nueva nación, que vive una etapa de eclosión económica favorecida por el Plan Marshall y que parece dejar afuera a los sectores más desfavorecidos de la población. En esta misma línea, van las que conforman Il treno delle filastrocche [El tren de las retahílas] de 1952, publicado por Edizioni di Cultura Sociale de Roma con ilustraciones de Flora Capponi –que Einaudi incorpora en la edición de 1960 bajo el título Filastrocche in cielo e in terra [Retahílas de cielo y tierra] con ilustraciones de Bruno Munari–, libro del cual tomamos para este comentario “La sala d’aspetto” [“La sala de espera”].
En esta poesía, a diferencia de la anterior, el tema asoma desde los primeros versos. Aquí, la situación que se pone de manifiesto es dura: la realidad de las personas sin hogar, que no consiguen trabajo y duermen en las estaciones de trenes. No ahonda en detalles, que son conocidos por remitir a su contexto de producción: el movimiento migratorio que ocurre dentro de la misma Italia y que revela las condiciones de desamparo en las que viven quienes van de un sur agrícola a un norte industrializado en busca de mejores perspectivas, y no logran obtener lo que desean y se pierden en el frío y la neblina de ciudades que los abandonan.
La filastrocca está construida en dísticos (composición de dos versos) de rima consonante, cuyo ritmo melodioso da la sensación de una acogedora canción de cuna compuesta para el desdichado viajero. La estrofa final expresa una gran ternura, característica peculiar de la obra rodariana: el yo poético hace un pedido al funcionario de la estación, “Señor vigilante, déjelo dormir. / Que sueñe otro rato. No es mucho pedir…”4. La realidad es hostil, el país en el que vive no le brinda las posibilidades que necesita, que al menos tenga un momento de tranquilidad, que el soñar le dé consuelo, pareciera decir.
En 1964, publica Il libro degli errori [El libro de los errores], compuesto por poesías y relatos breves. Este volumen –construido a partir de una de sus técnicas de escritura: “el error creativo”– está dividido en tres partes: “Errores para un lápiz rojo”, “Errores de pensar poco” y “A buscar el error”. En la primera, propone un abordaje lúdico de la ortografía a través de la figura del Profesor Grammaticus. Así, por ejemplo, la poesía “El profesor y la bomba” nos invita a reflexionar sobre hechos históricos relativamente cercanos en el tiempo a partir de la palabra “hidrójeno” escrita con jota en el titular de un periódico. En la estrofa final, Grammaticus aconseja a quien cometió el error de ortografía borrar con la misma goma la “j” y “todas las bombas del mundo”5. También se hace referencia a la bomba atómica en el poema “La torta en el cielo”, de la segunda parte del libro. Aquí el yo lírico es un soñador que imagina el usual hongo que provoca una explosión, convertido en una torta de chocolate para repartir entre todas las personas. El poeta Rodari invita a transformar los “errores” más graves de la humanidad a través de la fantasía y con profunda sensibilidad.
Entre los “Errores de pensar poco” se halla la poesía “Niños y muñecas”, que presenta una imagen habitual en la vida de un padre o una madre; es una voz que narra ante la observación de los juguetes de su hija y que reflexiona acerca de las injusticias.
Esta poesía está conformada por dos estrofas cuya composición se aleja de las tradicionales filastrocche de los primeros años y nos ofrece una forma en la que se aprecia cierta libertad de construcción. El ritmo aquí está dado por la repetición de algunas palabras: bambola/bambola [muñeca/muñeca]; la rima, al final y al interior de los versos: carrozzina/cucina, scodelle/stampelle, folla/molla, quale/male, bamboline/piccoline/scodelline/chicherine/posatine, divertente/niente [cochecito/cocina, escudillas/perchas, muchedumbre/resorte, muñequitas/chiquititas/escudillitas/cubiertitos, divertido/nada]; la anáfora (figura literaria basada en la repetición de palabras o grupos de palabras), al inicio de cada estrofa, que –a manera de estribillo– refuerza la idea sobre la que está cavilando la voz poética: “La mia bambina ha una bambola, / e la sua bambola ha tutto” [Mi niña tiene una muñeca, / y su muñeca tiene de todo]; la enumeración, por polisíndeton (empleo repetido de las conjunciones): “e chicchere, e posate, e scodelle, / e un armadio con i vestiti” [y tazas y cubiertos y escudillas / y un ropero con vestidos] y por asíndeton (omisión de las conjunciones): “il letto, la carrozzina, / i mobili da cucina” [la cama, el cochecito, / los muebles de cocina], que explicitan lo dicho en los dos primeros versos y contribuyen a demostrarlo con un tono que se torna cada vez más incómodo hasta encontrar en los versos finales una especie de alivio. Es decir, esta historia que parece divertida y simple porque en ella se habla de una niña y sus muñecas, y de todos los juguetes de sus muñecas, revela la marcada diferencia de clases sociales. En ese contexto, de los años del boom económico italiano, hay quienes pueden acceder a todos los bienes materiales que deseen y quienes, dolorosamente, no tienen nada.
A la tercera parte pertenece “El cielo es de todo el mundo”; como en cada uno de los textos de este apartado, en este hay una invitación a buscar el error a través de la reflexión. El yo lírico se dirige a alguna persona sabia que pueda revelar el misterio que lo ocupa: ¿cómo es posible que el cielo sea solo uno y para todos los ojos, y la tierra esté dividida en pedacitos?
El poema está compuesto por estrofas de cuatro versos con rima consonante encadenada, que enumeran por contraste las virtudes de la esfera celeste. Es decir, al cielo cualquiera puede acceder en el momento que lo desee: el viejo y el niño, el rey y el hortelano, el conejo y el león; quienquiera puede obtener todo sin perjudicar a nadie, porque el cielo nunca se queda vacío. El cielo es generoso, plural, inagotable; la tierra, en cambio –pareciera expresar–, comparte su belleza solo con unos pocos; esa división no es equitativa y deja afuera a los sectores más desfavorecidos.
Tal como afirma Rodari en “Los niños y la poesía” (1972), escuchar poemas durante la infancia de manera espontánea se convierte en una experiencia vital, puesto que, a través de los variados estímulos que proporcionan –lingüísticos, lógicos y fantásticos–, mueven a la risa y convidan a la reflexión. Es necesario, entonces, dirigirse en verso a niños y niñas para captar su interés, divertir, ofrecerles imágenes inspiradoras y nutritivas para su imaginación.
El recorrido aquí propuesto muestra cómo Gianni Rodari, a través de sus filastrocche –juguetes poéticos–, acerca la realidad más cruda de su tiempo con palabras simples y una mirada atenta, capaz de conmover a lectores de todas las edades. Sus poemas amplían el universo de la fantasía en los primeros años de vida, al mismo tiempo que proponen una lectura crítica del presente, con humor, ternura y una vigencia que no se apaga.
En un mundo que sigue reproduciendo desigualdades y que a menudo subestima la inteligencia poética de las infancias, la voz del poeta italiano continúa ofreciendo caminos posibles para imaginar otros mundos posibles, desobedecer lo injusto y defender, sin solemnidad pero con firmeza, la potencia de la niñez. Su humor no es liviandad: es crítica aguda. Su ternura no es ingenuidad: es una postura ética. Y su mirada, lejos de la condescendencia, reconoce en niños y niñas a verdaderos interlocutores capaces de intervenir en la realidad con palabras, preguntas y juegos.
A 45 años de su muerte, su legado nos sigue interpelando: ¿qué mundo construimos cuando le damos lugar a la poesía?
Laura Martín Osorio
Teste fiorite
Se invece dei capelli sulla testa
ci spuntassero i fiori, sai che festa?
Si potrebbe capire a prima vista
chi ha il cuore buono, chi la menta trista.
Il tale ha in fronte un bel ciuffo di rose:
non può certo pensare a brutte cose.
Quest’altro, poveraccio, è d’umor nero:
gli crescono le viole del pensiero.
E quello con le ortiche spettinate?
Deve avere le idee disordinate,
e invano ogni mattina
spreca un vasetto o due di brillantina.
Cabezas floridas
Si en lugar de pelos en la testa
nos brotaran flores, ¿sabés qué fiesta?
Podríamos reconocer a primera vista
quién tiene un buen corazón y quién es un egoísta.
Aquel del bonito mechón de rosas en la frente:
no puede pensar en cosas malas, ciertamente.
Este otro, pobrecito, está de humor negro:
le crecen violetas desde el cerebro.
¿Y el de las ortigas despeinadas?
Debe tener las ideas desordenadas,
y en vano en su práctica matutina
desperdicia un frasco o dos de gomina.
Lo spazzino
lo sono quello che scopa e spazza
con lo scopino e con la ramazza:
carta straccia, vecchie latte,
bucce secche, giornali, ciabatte,
mozziconi di sigaretta,
tutto finisce nella carretta.
Scopo scopo tutto l’anno,
quando son vecchio sapete che fanno?
Senza scopa, che è, che non è,
scopano via pure me.
El barrendero
Yo soy aquel que barre y asea
con un cepillito toda la acera:
papel aplastado, viejas latas,
cáscaras secas, diarios, alpargatas,
colillas de cigarrillos,
todo termina en el cestillo.
Barro y barro sin descansar
¿y cuándo llegue a viejo saben qué harán?
Sin escoba, así porque sí,
me barrerán también a mí.
Bambini e bambole
La mia bambina ha una bambola,
e la sua bambola ha tutto:
il letto, la carrozzina,
i mobili da cucina,
e chicchere, e posate, e scodelle,
e un armadio con i vestiti
sulle stampelle, in folla,
e un’automobile a molla
con la quale
passeggia per il corridoio
quando le scarpe le fanno male.
La mia bambina ha una bambola,
e la sua bambola ha tutto,
perfino altre bamboline
più piccoline,
anche loro con le loro scodelline,
chiccherine, posatine eccetera.
E questa è una storiella divertente
ma solo un poco, perché
ci sono bambole che hanno tutto
e bambini che non hanno niente.
Niños y muñecas
Mi niña tiene una muñeca,
y su muñeca tiene de todo:
la cama, el cochecito,
de la cocina, los mueblecitos
y tazas y cubiertos y escudillas
y un ropero con vestidos
en las perchitas, apretaditos,
y un auto a resorte
con el que pasea por el pasillo
cuando a los zapatos no hay quien los soporte.
Mi niña tiene una muñeca,
y su muñeca tiene de todo,
incluso otras muñequitas
más chiquititas,
que también tienen sus escudillitas,
sus tacitas, sus cubiertitos, etcétera.
Y esto que parece una pavada,
lo es solo un poco, porque
hay muñecas que tienen de todo
y niños que no tienen nada.
Gianni Rodari
NOTAS
1 Algunos de los restantes poemas citados pueden consultarse en idioma original aquí: Filastrocca corta e matta, La sala d’aspetto, Il professore e la bomba y Il cielo è di tutti.
2 Según la traducción de Miguel Azaola del libro Retahílas de cielo y tierra de Gianni Rodari, Madrid, SM, 2020.
3 La traducción de esta cita pertenece a Mabel T. Santos y forma parte del libro La escuela de la fantasía (España, Ed. Popular, 2010).
4 Traducción de Miguel Azaola del libro citado.
5 Traducción de Carlos Mayor para la publicación de El libro de los errores de Gianni Rodari, Barcelona, Juventud, 2020.